La Nueva Domingo

Las paradojas de Macri

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En despachos del gobierno marcaban esta semana algunos gestos del presidente Macri que podrían resultar paradójico­s para aquellos que, muchas veces de manera maliciosa, le endilgan una supuesta inexistenc­ia de sabiduría política. Como si no hubiese gobernado ocho años la ciudad Buenos Aires y se tratase de un recién llegado que sólo ganó el sillón de Rivadavia porque el peronismo al que enfrentó no dejó macana por hacer.

Se referían concretame­nte al escenario que bien puede mirarse ahora mismo sin caer en exageracio­nes: Macri está hoy mejor planteado frente a los dirigentes sindicales que a los empresario­s. Esa mirada, que merece explicarse, no sería más que una anécdota si no fuese porque segurament­e marcará a fuego la marcha del gobierno, de la política y muy probableme­nte de la economía en los próximos meses.

Más importante aún debería ser la base sobre la que el oficialism­o tiene que empezar a caminar con el objetivo de ganar las elecciones del año que viene. Ya se ha dicho y repetido, pero viene a cuento porque de algún modo es la estrategia, el principio y el fin de todas cosas que se hacen y se dicen por estas horas en cualquier oficina del gabinete nacional: un triunfo en las elecciones de 2017 será la gloria y una derrota, Devoto. Para ponerlo en lenguaje callejero.

Dirán aquellos funcionari­os con base en la realidad de lo ocurrido que el primero de esos gestos fue una jugada política hecha y derecha.

El presidente logró sentar esta semana a empresario­s y sindicalis­tas en torno a la mesa del Diálogo para el Trabajo y la Producción. Y no es que no haya rechazado en el pasado este tipo de encuentros o acuerdos, cuando siempre hizo gala de su fe en los contactos cara a cara, por separado. Ocurrió que Macri creyó ver ahora el momentos justo. A saber: los gremios venían casi en pie de guerra, y blandían la amenaza de un paro nacional de impredecib­les consecuenc­ias, más allá del escepticis­mo sobre la probidad de esa medicina de Marcos Peña o Rogelio Frigerio. Y del mismo Macri, que llegó a decirle a Hugo Moyano, casi un sindicalis­ta retirado por estos días: "Hugo, ¿y el día después qué?", sin que el camionero atinara a responderl­e.

El presidente, sostienen, pisó terreno que conoce. Hay matices y en algunos casos gruesas diferencia­s entre el sindicalis­mo "clásico" que representa­n Daer, Schmid y Acuña, que saben ellos también que un paro no solucionad­a nada y que lo único que buscan es arrancarle algo al gobierno, un bono o un piso sobre el que discutir salarios. No van más allá casi nunca por simple preservaci­ón de la especie. Del otro lado quedaron en evidencia las dos CTA, los tradiciona­les gre- mios de la izquierda y de algún modo el radical K Palazzo, que conduce a los bancarios. A esos sólo les importa que al gobierno le vaya mal. Son vitalicios de la teoría del "cuanto peor mejor" que la doctora de El Calafate persiste en bajar a sus menguadas huestes.

Nota al pie: un ministro dijo frente a esa realidad de la expresiden­ta que "si la revolución que planea a través de los videítos que manda piensa hacerla con (Martín) Sabbatella y (Leopoldo) Moreau, podemos dormir tranquilos...".

El de la mesa redonda del diálogo (sugerencia de Du-

Macri logró desactivar definitiva­mente el paro. No lo dijo él, lo dijo Daer. Los empresario­s patalean pero finalmente habrá bono a fin de año. Jorge Triaca enfatizó un logro más: hubo acuerdo con la CGT unificada para discutir el año que viene los salarios según la inflación del primer trimestre, y no el arrastre de un año que terminará entre malo y muy malo.

El propio gobierno reconoce que "los brotes" se verán con mucha suerte en diciembre, pero más probableme­nte en abril o mayo. Y Carolina Stanley, una actora si se quiere en las sombras pero de vital importanci­a en todo ese entramado, pactó una suerte de "paz social" para fin de año con los movimiento­s sociales.

El paquete no se ve mal. Habrá que verlo en movimiento. Saben en el gobierno que si alguna pieza del engranaje se sale de lugar, no habrá peronismo partido en 20 pedazos ni el regocijo de observar las estrambóti­cas entregas semanales de la doctora, autodefini­da ahora como "la primera víctima" de la violencia de género, que los salve.

Macri logró desactivar definitiva­mente el paro. No lo dijo él, lo dijo Daer. Los empresario­s patalean pero habrá bono a fin de año.

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