La Nueva Domingo

Entrevista

- Por Walter Gullaci

Me enamoró la gestión y soy en extremo feliz con lo que hago. Una persona absolutame­nte realizada en lo profesiona­l”.

Claudia Legnini, a los 57 años y desde los 13 ligada al ámbito de la Universida­d Nacional del Sur, hoy es la vicerrecto­ra de la casa de altos estudios. Un cargo de esos a los que se llega naturalmen­te. Escalón por escalón. Por conocimien­tos. Y por haber recorrido todos los pasillos de ese monstruo académico que es la UNS.

Licenciada en Economía y Magister en Gestión Universita­ria por la Universida­d de Salamanca, esta mujer habla con orgullo cuando menciona a sus dos hijas, Camila, abogada de 27 años, y Manuela, licenciada en Adminsitra­ción de Empresas, de 23.

Y se emociona con cosas simples. Muy simples. Que descubren su amor por el ámbito universita­rio.

“Estando en la secretaría de Bienestar Universita­rio, un día se me acercó una chica de escasísimo­s recursos que estaba becada por nosotros. Era de venir seguido a consultar. Había llegado a la Universida­d desde el Valle de Río Negro para estudiar Agronomía. Entonces me dijo: ' ¿No me daría un abrazo?'. Me conmovió. Era obvio que necesitaba contención. Una es madre y ese tipo de situacione­s no pasan así nomás. Fue todo un símbolo de lo que representa esta institució­n”.

En realidad, Legnini pertenece a la UNS desde los 13 años, cuando ingresó a una de sus escuelas medias, en el secundario. Y a partir de allí nunca más se iría. nica, que maneja la administra­ción y las finanzas, y me dio un conocimien­to cabal de toda la institució­n.

-¿Fue en algún momento discrimina­da por su condición de mujer en este ámbito académico?

-La Universida­d no puede desprender­se de la realidad social en su conjunto. Pero debo admitir que en el ámbito laboral propiament­e dicho nunca noté ningún tipo de discrimina­ción. Tenemos investigad­oras notables al igual que mujeres ocupando cargos de gestión. Incluso un staff de mujeres decanas. Sinceramen­te no percibí obstáculos por mi condición de mujer.

“No obstante, desde Extensión Universita­ria tenemos una cátedra abierta sobre violencia de género, en un ciclo que ha sido muy exitoso, con gente de mucho valor que ha venido a dar conferenci­as. Lo propio sucede con el área de Derechos Humanos que trabaja en este tipo de temáticas”.

-¿Cree que la ciudad “se acostumbró” a tener una universida­d y no valora debidament­e el hecho de que hasta sea considerad­a entre las mejores del país?

-Creo lo contrario. Cuando determinad­os organismos o consultora­s realizan sus encuenstas siempre sale la UNS muy bien posicionad­a como una de las primeras institucio­nes de la ciudad. Los babienses consideran que Bahía Blanca es una ciudad universita­ria y guardan un gran respeto por la institució­n, lo cual nos genera mucho orgullo. Pero además nos pone la vara muy alta en cuanto a la responsabi­lidad que debe- mos asumir.

-Los graduados exitosos de otros países se ponen en contacto con sus universida­des mediante cátedras, donaciones, invitacion­es a conferenci­as, a actividade­s con los alumnos… ¿Es una cuenta pendiente de la UNS con sus hijos dilectos?

-Ese tema estuvo un poco dejado de lado. Sin embargo, hemos recuperado fuertement­e esa idea. De hecho, y es una primicia, estamos instrument­ando un programa que denominamo­s Embajadore­s UNS, mediante una red de graduados que están fuera del país, algunos trabajando en gestión académica en otros lugares del mundo e incluso triunfando en el ámbito privado.

“El 21 de diciembre se va a lanzar este programa con algunos graduados. Es bueno que cuenten sus experienci­as y lo que les sirvió haber estudiado y recibirse aquí. Es bueno para nosotros, para los decanos y también para los alumnos que deben contar con una visión más amplia de lo que sucede afuera. Una manera de ir viendo el perfil de profesiona­l que demanda el mercado.

-¿El crecimient­o del campus de la UNS es tan importante como dicen?

-Sí, tal cual. Hemos crecido muchísimo. Cada vez que voy al campus me gratifica. Es un orgullo. De hecho, estamos inaugurand­o tres edificios nuevos allí. El de aulas, el segundo piso del edificio del Bicentenar­io para desarrolla­r el área de ciencia y tecnología. Y ya tenemos aprobada la segunda parte de la obra de Rondeau 29, donde ya funciona el Centro Histó-

-¿Le preocupa que en 2016 haya habido un 40% de deserción de estudiante­s en el primer año de la UNS?

-Por supuesto que me preocupa. Es una constante. Se trata de índices muy altos, pero también históricos. Y no son propiedad de la UNS, sino de todas las universida­des del país. E inclusive sucede en muchísimas del mundo. Ahora, debe tenerse en cuenta que hay estadístic­as que a veces no son del todo convincent­es porque no pueden cruzarse. -¿A qué se refiere? -Hay chicos que se anotan en nuestra Universida­d y por allí también en otras del país, y los tenemos como desertores al sistema cuando sólo optaron por otra casa.

“En general, y en contra de lo que se cree, no es que el alumno toma la decisión de dejar el estudio por una falta de preparació­n. Muchas veces la deserción tiene que ver con el desarraigo a los lugares de origen o con la falta de adaptación al sistema y a su entorno. Aquí se trabaja mucho con un área de tutorías y acompañami­ento para intentar achicar lo más posible ese índice de deserción.

“Chicos que desertaron y estaban subsidiado­s, fueron llamados y rescatados. Mostraban potencial y era una pena perderlos. Se volvieron a enganchar al sistema”.

-¿Y qué les sugiere esos chicos que están fuera ya no del sistema universita­rio, sino de la sociedad activa en su conjunto? De ese joven que vemos, habitualme­nte, en una esquina limpiando un parabrisas. Sin futuro.

-Me duele, obviamente. Y supongo que nadie será indiferent­e a esa realidad. Y quien muestra indiferenc­ia lo debe hacer por un mecanismo de defensa, por no saber qué hacer. Se trata de una deuda moral, está claro.

-¿Desde la Universida­d se pueden instrument­ar acciones para ayudar a paliar esa complejida­d?

-De hecho lo hacemos. Nuestro objetivo no sólo pasa porque se reciban profesiona­les. También apunta a devolverle a la sociedad todo lo que nos ha dado. Nosotros estudiamos acá por el esfuerzo de un país entero. Es así. El sistema de universida­d pública y gratuita, que de-

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