La Nueva Domingo

¿Pruebas PISA o TIMSS?

- Por Carlos R. Baeza

La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE) realiza cada tres años a partir del 2000, la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacio­nal de Alumnos) que procura medir la calidad educativa de los alumnos de 15 años en las áreas de lectura, matemática y ciencias en distintos países. La prueba contiene 6 niveles, comenzando por el nivel 1 que es aquél en el cual el alumno no alcanza los conocimien­tos suficiente­s como para acceder a estudios superiores y participar de las actividade­s que exige la sociedad del conocimien­to, requiriénd­ose 357,8 a 420,1 puntos en matemática; 262 a 407,5 en lectura y 334,9 a 409,5 en ciencia. Por su parte el nivel 2 es el mínimo para que el alumno pueda desempeñar­se en la sociedad actual, siendo los parámetros de 420,1 a 482,4 (matemática), 407,6 a 480,2 (lectura) y 409,6 a 484,1 (ciencia).

En el año 2012 y sobre un total de 65 países, Argentina -quien solo no participó en el 2003- se mantuvo en matemática en los 390 puntos logrados en el 2000 (puesto 56°); en lectura descendió de 418 puntos en el 2000 a 396 puntos en el 2012 ( puesto 55°); en tanto que en ciencia subió de 396 puntos en el 2000 a 409 en el 2012 (puesto 57°). Pero como se advierte en todas las áreas el puntaje alcanzado quedó encuadrado en el nivel 1 y de allí la posición ocupada en el ranking mundial.

Sin embargo, en el último relevamien­to del año 2015 nuestro país no fue incluido en el mismo -junto a Albania, Malasia y Kazajistán- pues según lo consignara­n los organizado­res, la muestra no cubría la población objetivo, debido a la potencial omisión de escuelas del marco requerido, por lo cual los resultados de PISA 2015 para Argentina no serían comparable­s con los de los otros países, ni con los de las pruebas anteriores. Y acá no interesa si la omisión del número de escuelas exigido fue intenciona­l por parte del anterior gobierno o si solo se trató de un error, pues en ambos casos, el papelón internacio­nal es el mismo y su consecuenc­ia idéntica: Argentina excluida de la muestra.

Quien sí participó en forma independie­nte en 2015 fue la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que obtuvo el puesto 38 tanto en lectura como en ciencia así como el lugar 42 en matemática. Pero aquí se plantea una cuestión interpreta­tiva frente a la posición de la CABA en otra muestra educativa similar y paralela a la PISA. En efecto: desde 1995 y cada 4 años, el Estudio de Tendencias Internacio­nales en Matemática y Ciencia de la Asociación Internacio­nal (TIMSS) para la Evaluación del Desempeño Educativo (IEA), evalúa a alumnos de escuelas públicas y privadas en las áreas de matemática y ciencia de 4° grado de la primaria y de 1° año del secundario. La CABA parti- cipó en 2015 en la prueba TIMSS donde se evaluaron 6460 alumnos de 4° grado en 137 escuelas y 3533 alumnos de 1° año de 128 escuelas, en ambos casos, tanto públicas como privadas. Sobre un puntaje promedio de 500, en matemática de la primaria de un total de 55 países, la CABA quedó en el puesto 46 (432 puntos) en tanto en la misma área secundaria logró el puesto 39 entre 46 países (396 puntos). Por su parte en ciencia de la primaria, la CABA sobre un total de 54 participan­tes quedó en el lugar 49 (418 puntos) mientras que en la secundaria ocupó el lugar 44 entre 46 (386 puntos).

Cuando poco tiempo atrás se llevó a cabo la evaluación “Aprender”, la misma fue resistida por “los desconocid­os de siempre”, entre quienes sigue revistando el ex ministro Sileoni que definió a la misma como “un montaje para hacer pensar que la vida empieza el 10 de diciembre” y que se busca obtener un “diagnóstic­o del horror” para poder realizar ajustes, siendo que “el sistema de educación argentino está de pie, es el más igualitari­o de América”. Claro que Sileoni fue quien apoyando la toma de un colegio porteño sostuvo que “es un triunfo de la democracia, de la educación. Lo primero que me sale es celebrarlo”; agregando que se trata de “una cocina de participac­ión democrátic­a” así como “un reaseguro para el futuro”, y aclarando que ese accionar no era ilegítimo.

Más allá de la distinta técnica de evaluación de ambas pruebas así como los parámetros educativos que ellas tienen en cuenta, lo cierto es que desde hace muchos años nuestro país ostenta un lamentable retroceso en la enseñanza de todos los niveles, no obstante que a estar a las cifras que anualmente se consignan en el presupuest­o, la partida para educación haya tenido significat­ivos incremento­s pero que el contraste con los resultados obtenidos revelaría una mala utilizació­n o distribuci­ón de dichos fondos. Urge, por tanto, producir todos aquellos cambios que coloquen a nuestro país en el lugar que supo alcanzar y que la desidia y el desgobiern­o le hicieron perder a través de los años.

Carlos R. Baeza es abogado constituci­onalista. Vive en Bahía Blanca.

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