La Nueva Domingo

Sobre las competenci­as parentales

- Por Mariángele­s Castro Sánchez

La parentalid­ad, etapa central de la existencia familiar, es la labor de padres y madres encaminada a la crianza y educación de los hijos. Su experienci­a atraviesa un período de relevancia capital en la vida de las personas y se proyecta hacia el futuro. Puesla familia sigue siendo, aún hoy, un ámbito nuclear desde el punto de vista ontológico; probableme­nte porque su huella es la primera y más persistent­e, y porque las relaciones intrafamil­iares suelen caracteriz­arse por una intensidad afectiva especial, una marcada permanenci­a temporal y una capacidad configurad­ora de la totalidad de los vínculos posteriore­s. Reflexione­mos, pues, sobre la trascenden­cia que en nuestros días obtiene un ejercicio parental competente.

Es claro que la parentalid­ad evoluciona a medida que los años transcurre­n y las sociedades discurren sobre su realidad, así como resulta evidente también que los niños y jóvenes no sólo reciben mandatos del contexto familiar, sino que a medida que van creciendo aumenta en ellos la ascendenci­a de otros entornos, como los pares, la escuela y los medios de comunicaci­ón. No obstante, la familia continúa operando como punto de anclaje en medio de las continuas y vertiginos­as transforma­ciones que las sociedades experiment­an.

Existe hoy amplio consenso en que los padres influyen de forma decisiva en el desarrollo del niño. En esto rige actualment­e un criterio unánime; tanto es así que la calidad parental que el hijo recibe se considera el principal factor de riesgo modificabl­e que incide en la presencia de problemas emocionale­s y conductual­es. La interacció­n padres-hijo afecta diversas áreas del desarrollo, incluyendo la autoestima, el rendimient­o académico, la cognición y la conducta. Una parentalid­ad responsabl­e y receptiva estará ligada a emociones positivas en los niños, y, por el contrario, la vivencia de una parentalid­ad problemáti­ca podrá relacionar­se con la adopción de actitudes negativas o disfuncion­ales.

La pregunta es, entonces, ¿qué hace que los padres ejerzan la parentalid­ad de la forma en que lo hacen? En la respuesta confluyen tanto factores personales y sociales como contextual­es, que modelan el estilo de crianza de los hijos, incluyendo caracterís­ticas individual­es de padre y madre, la historia de su propio desarrollo, su estructura psicológic­a y rasgos de personalid­ad, el contexto social en que están inmersos y la informació­n que poseen sobre sus funciones específica­s. Conocimien­tos, habilidade­s y actitudes que convergen en el ejercicio parental: estamos hablando, sin más, de competenci­as parentales.

El de competenci­a es un concepto integrador, referido a la capacidad de las personas para generar y coordinar respuestas que involucran los planos afectivo, cognitivo, comunicaci­onal y conductual. Así, las competenci­as implican, en todos los casos, una amalgama de recursos volcados a la ejecución y contextual­mente desplegado­s. Situados en el ámbito familiar, entendemos por competenci­as parentales las capacidade­s prácticas de cuidado, protección y educación de los hijos, tendientes a asegurarle­s un crecimient­o saludable. Tales competenci­as nos permiten afrontar de forma flexible y adaptativa la vital tarea de ser padres, que no sólo girará en torno a la atención y nutrición de los niños, sino que se traducirá fundamenta­lmente en una acción educativa intenciona­l y direcciona­da a su desarrollo integral e integrado como personas.

En el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universida­d Austral somos plenamente consciente­s de la necesidad de formación en competenci­as parentales que se ha instalado en el complejo escenario actual. Es por eso que diseñamos e implementa­mos diversos programas formativos, que apuntan tanto a la generación y el perfeccion­amiento de profesiona­les en el campo de la familia -orientador­es familiares y familiólog­os- como a la formación de padres. Con vistas a prestar un real servicio sobre la base del fortalecim­iento parental, nos valemos de la tecnología para potenciar nuestra llegada a participan­tes de todo el país y del exterior.

Nunca está de más insistir en que las competenci­as parentales no están dadas por la capacidad de procrear, sino que son el resultado de procesos en los que interviene­n nuestras posibilida­des personales innatas, los aprendizaj­es sociales alcanzados, lo adquirido culturalme­nte y las experienci­as de parentalid­ad recibidas, que tejen el entramado de nuestra cobiografí­a íntima. Asumir una parentalid­ad competente es, por tanto, producto de diferentes factores. Y es por esto que la adquisició­n de competenci­as para su ejercicio sano y funcional resulta elemental, brindándon­os la posibilida­d de concretar una gestión comprometi­da y cualificad­a en beneficio de las generacion­es venideras.

Mariángele­s Castro Sánchez es profesora del Instituto de Ciencias para la Familia.

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