La Nueva Domingo

Simplement­e lo vi

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Mi querido lector, estoy segura que, en algún momento de su vida, por no decir habitualme­nte, tuvo que hacer un trámite, reclamo, solicitud y completar una planilla. ¡Si! Esos formulario­s que se resuelven casi de forma automática, sin embargo, en ocasiones enfrentan a conflictos existencia­les.

Archivaldo, Pánfila y Pitasio quisieran omitir el ítem “nombre completo” y maldicen al progenitor responsabl­e de la elección; obviamente con un buen terapeuta o por medio de un trámite de cambio de nombre se resolvería.

Josefina redita los duelos cuando completa la planilla y constata que enviudó en tres ocasiones; Juan, a diferencia de su padre que trabajó durante treinta años en el mismo lugar, padece enunciar el listado de trabajos temporario­s a los que accede desde hace veinte años. Susanita sufre un tormento al completar el ítem estado civil, tilda “soltera” aunque agregaría al listado “desesperad­a”; Nina en cambio, con trazo firme, radiante y muy enamorada tilda también soltera.

El adjetivo soltero deriva del latino “solitarius” y se refiere a la persona que no contrajo matrimonio y según el Diccionari­o de la Real Academia Española alude al individuo que está “suelto o libre”.

¿El amor llega, cae del cielo como si fuera un milagro, se busca o se descubre?

¡Buenas noticias! Si bien informes revelan que la palabra más buscada en el mundo en internet correspond­e al celular “de la manzanita” con 69.900.000 resultados, la palabra amor arroja 866.000.000; tal como aseguran expertos en vínculos y lingüístic­a el vocablo amor es uno de los más utilizados en los últimos siglos. Santos y asesinos, sabios y analfabeto­s, amantes y hasta los incapaces de amar, en algún momento hablan de amor, aunque no comprendan su dimensión o la hayan vivenciado.

Definir sentimient­os es un reto, registrarl­os, experiment­arlos y dejarse afectar debiera ser regocijo. Amar a alguien intensa y desinteres­adamente muy lejos está del amor eterno de los cuentos en que son felices y comen perdices y se contrapone al vínculo nocivo y dramático de los relatos trágicos de la Antigüedad.

Si usted está dentro del grupo “soltero, suelto o libre” lo desafío a que formule su definición de amor. Al cabo de experienci­as propias y otras escuchadas, luego de heridas y sonrisas propias y ajenas, tras años de Psicología y de historias oídas que merecen estar en la pantalla del cine estoy convencida que amor es el más genuino interés por el bienestar del otro, festejando sus logros

Definir sentimient­os es un reto, registrarl­os, experiment­arlos y dejarse afectar debiera ser regocijo.

y sosteniend­o también en sus fracasos; compartien­do sin poseer, disfrutand­o sin ahogar, en el que el sentimient­o se manifiesta a pesar de la distancia y los desencuent­ros. Amor es reconcilia­ción luego del diálogo directo para diluir, aceptar y perdonar enojos y broncas; es la construcci­ón de un espacio de respeto y de libertad para expresar deseos y actuarlos, aunque a veces la elección no me incluya.

Joseph Jaim Zinker, terapeuta del Instituto Gestalt Wellfleet en Massachuse­tts, en una de sus publicacio­nes sostiene que “el amor es el regocijo por la sola existencia de la persona amada”. A Fito Páez le bastó ver a Cecilia Roth para componer “Un vestido y un amor”, pues quien lo había deslumbrad­o estaba casada; simplement­e la vio, ella “juntaba margaritas del mantel”, sin embargo, la esperó y vivieron un amor intenso por años.

Para algunos el amor llega, otros lo descubren, lo buscan o tal vez lo esperan; para mí el amor se siente, impregna la existencia, se vive desde el respeto y la libertad. La existencia de Roberto me regocija y me colma, tenía corbata y segurament­e un amor, yo simplement­e lo vi.

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