El debate de la educación
“La discusión de fondo sobre el sistema educativo visto como un todo es primordial, ya que todavía rige el modelo industrial del siglo XIX que adiestra en forma uniforme a todos los alumnos por igual.”
El debate educativo adopta, como todos los años, una forma endémica acotada a la lógica salarial. La negociación paritaria se vuelve eterna y además bajo una épica belicosa que impide discusiones más prolíficas.
De ese estado de anarquía en el que confluyen autoridades y sindicatos es imperioso volver al camino constitucional que prescribe la prevalencia del derecho a la educación sobre el derecho a la huelga. Este es un primer punto elemental. No podemos vivir bajo el imperio de la ley de la selva.
Dejar a los niños sin clases resulta una actitud extorsiva de parte de los gremios, solo “efectiva”, contra gobiernos que carecen de suficiente inteligencia negociadora para contrarrestarla. Ajedrecistas y no boxeadores se necesitan para romper con ese círculo vicioso que se repite todos los años. A veces del laberinto hay que salir por arriba.
En Finlandia, la última huelga docente data de 1983 y sus avances en materia educativa tienen un reconocimiento mundial. Nosotros con miles de huelgas encima desde la recuperación democrática no hemos podido lograr resultados alentadores. Más bien el declive de la igualitaria escuela sarmientina ha sido notorio; y lo peor sin que hasta ahora se vea la luz al final del túnel.
La discusión de fondo sobre el sistema educativo visto como un todo es primordial, ya que todavía rige el modelo industrial del siglo XIX que adiestra en forma uniforme a todos los alumnos por igual.
La rigidez de los horarios, la separación por edades, el molde prefabricado de materias a todos por igual hace que las escuelas se parezcan a un fábrica.
En ese esquema rígido se impone el paradigma del asalariado, o sea un alumnado, que salido del sistema formal es incapaz de generar una actividad laboral por sí mismo y solo espera que otro le dé trabajo.
Ello, en vez de ser educados en el modelo del emprendedorismo y con una orientación más personalizada a los talentos de cada uno de los educando.
Hay que discutir también la posibilidad de que las escuelas tengan sus propios proyectos educativos y una cierta autonomía para fijar sus currículas dando centralidad al perfil del director del establecimiento escolar que deberá tener competencias especiales para llevar adelante su gestión escolar con una mayor descentralización adaptada a su ámbito de actuación territorial.
Hay que desterrar el sistema evaluatorio de la educación formal que premia a los buenos repetidores de la lección dada por el maestro. De esa forma el sistema educativo formal termina generando un autómata. Las materias son obligatorias aunque se tenga talento o gusto por otra cosa.
Muchas grandes personalidades de la historia fracasaron en el sistema formal o directamente no terminaron o no concurrieron como: Leonardo Da Vinci, Albert Einstein, Winston Churchill, Steve Jobs, Wolfgang Amadeus Mozart, Thomas Alva Edison, Agatha Christie; y muchos deportistas como Lionel Messi o Diego Maradona que tampoco terminaron la educación formal.
Howard Gardner en su libro sobre las inteligencias múltiples explica claramente que hay muchas habilidades que tenemos los seres humanos. Con ello ha demostrado que considerar “inteligente” al que tiene buenas notas en el sistema formal es un gran imbecilismo.
La clase magistral con la asistencia de una tiza y una pizarra ha dejado de tener mayor atracción para los alumnos millenials en los que se impone la cultura au- diovisual. Por otro lado está comprobado que de una clase oral el poder retentivo del alumno es mucho menor que en una clase con soportes tecnológicos.
Y además el conocimiento de las cosas hoy está en internet, por tanto el rol del maestro siglo XXI debe cambiar de transmisor enciclopédico a facilitador del proceso de aprendizaje. La educación debe tender hacia la personalización y no seguir en la masificación curricular.
Parece mentira pero los chicos después de hacer el “cursus honorum” durante años en el sistema formal terminan el ciclo primario - secundario no tienen garantizado el descubrimiento de sus verdaderas vocaciones.
Algunos ingresan en el ciclo terciario y/o universitario y en el primer año una inmensa mayoría de ellos se da cuenta que la carrera elegida no es de su agrado.
El mundo ha cambiado mucho como para seguir con la mismo modelo de educación estandarizada. Nos hemos quedado con un modelo anquilosado del siglo XIX, con maestros del siglo XX y alumnos del siglo XXI; que sufren un esquema educativo que en vez de potenciarlos en sus talentos, los adormece y aburre en cosas que no les interesan.
La educación formal entrará cada vez más en competencia con la educación no formal, las titulaciones entrarán en crisis frente a las competencias y saberes adquiridos en otras instancias. El aprendizaje por fuera del sistema escolar crecerá enormemente. La escuela concebida como en el siglo XIX está en una crisis terminal.
Los establecimiento escolares que vivan amurallados sucumbirán a manos de aquellos otros que logren interactuar con el medio ambiente que los rodea, conformando un nuevo ecosistema educativo mucho más atractivo para los jóvenes.
¿Llegará un día en que nuestras escuelas tengan que competir con escuelas virtuales de otros lugares del mundo? ¿Baradel le hará paro al mundo entero para impedir que los chicos se eduquen?
El poeta irlandés William Butler Yeats se ha lucido con una frase sobre educación: “Educar no consiste en llenar un