La Nueva Domingo

“Construyo mi camino”

PESE A PORTAR UN APELLIDO DE GRAN PESO EN EL MUNDO DEL ESPECTÁCUL­O, ÁNGELA TORRES ESCRIBE SU PROPIA HISTORIA. LA ACTRIZ Y CANTANTE SE ATREVE A PAPELES FUERTES, TANTO EN CINE COMO EN TEATRO.

- Por Belén Herrera. Fotos: Julieta Saavedra. Producción: Sofía Delger. Pelo: Cristian Rey. Make up: Juicy. Ropa: Kosiuko. Zapatos: Luciano Marra.

La joven actriz y cantante Ángela Torres no detiene su marcha. Consciente de su linaje artístico, se anima a asumir papeles cada vez más comprometi­dos, tanto en la pantalla grande como en la chica.

Pocas chicas de dieciocho años tienen tan claro lo que quieren como Ángela Torres. Desde muy temprano supo a qué se quería dedicar, tal vez porque se crió entre camarines de teatro y estudios de televisión, o quizá porque el amor por la actuación y la música viaja por sus genes. A los seis años, gracias a un novio que tenía su mamá (Gloria Carrá) descubrió las comedias musicales. Ver La novicia rebelde fue un punto de inflexión: cinco años más tarde, estaba arriba de un escenario interpreta­ndo a una de las niñas de ese clásico musical. Ángela acaba de estrenar Los padeciente­s, del director Nicolás Tuozzo. En la película basada en el libro homónimo de Gabriel Rolón, asume uno de los personajes más complejos de su incipiente pero promisoria carrera. El otro lo compondrá cuando suba a escena para protagoniz­ar El diario de

Ana Frank en el teatro 25 de Mayo. Como si fuera poco, volverá a ser Tigrilla en la obra Peter Pan, todos podemos

volar, y el videoclip de su tema “La vida rosa” superó el millón de reproducci­ones en YouTube. Fresca y algo tímida, no ignora su notable presente y, de alguna manera, lo agradece: “Me siento una privilegia­da de haber sabido siempre a lo que me quería dedicar. Nunca tuve dudas. Realmente me pasa algo muy fuerte con esta profesión. ¡Siento tantas cosas cuando estoy arriba de un escenario o grabando! De chiquita acompañaba a mi mamá a sus ensayos, sus obras… Me crié de esa manera”. –¿Cómo es Camila, tu personaje en Los padeciente­s? –Es una nena a la que le toca vivir una realidad muy diferente de la mía. Ella toca el violín para escapar de su realidad. Es superintel­igente y madura. Un ser muy especial. –¿Cómo fuiste construyen­do el papel? –Charlamos mucho con el director. También leí el guion con mi mamá para que me ayudara un poco. Ensayé y ensayé. Lo que más me sirvió para interpreta­rla, fue pensar todo lo que se le pasaba por la cabeza. Qué hace y por qué. ¿De qué se tiene que escapar? Traté de entenderla lo máximo posible. Fue un camino interesant­e. –Asumir ese rol tan intenso, ¿te hacía terminar de filmar cargada de una emoción especial? –Sí, me iba de las grabacione­s bastante movilizada. Además, soy muy sensible, así que me suelo conmover con las situacione­s. Me pasó de tener que llorar en la escena y quedarme llorando un buen rato más.

–¿Tocabas el violín? –No. Me tuve que preparar con el poco tiempo que tenía, ya que, en ese momento, estaba haciendo Peter Pan... y

Bailando por un sueño. Metíamos los ensayos a la noche, ¡pobres mis vecinos! ( risas). –¿Cómo es encarnar a Ana Frank? –Estoy flasheada, no puedo ni describirl­o con palabras. Es un desafío enorme, me tiene nerviosa, pero feliz. Estoy estudiando mucho porque tengo bastante texto, no salgo de escena ni un segundo. Es un orgullo y un honor poder representa­r un hecho de la historia tan tremendo. Y ella, más allá de todo, seguía creyendo en la bondad del hombre. Escribía cosas terribles, pero las ponía en palabras tan sabias… De tal palo… Nieta de la inolvidabl­e Lolita Torres y sobrina de Diego, quizá haya sido inevitable su destino como artista. Quien homenajear­a a su abuela y hasta a su tío en el programa Tu

cara me suena, tiene su propia mirada sobre esta realidad: “Fui libre de elegir mi profesión. Siento que no podría haber sido otra cosa, pero nunca me condicionó nadie. Amo este trabajo, pienso que vine al mundo para hacer esto”. –¿En algún momento sentiste presión por tu apellido? –No, sinceramen­te nunca lo viví así. Siempre me pareció raro que me hicieran esta pregunta porque, más allá de la gente que me rodea, yo construyo mi propio camino. Obviamente, cada vez que nombran a mi abuela, se me cae la baba. Es una enorme alegría que ella haya sido quien fue, tener ese recuerdo hermoso y que la gente me diga cosas tan lindas sobre su persona. –¿Sos de pedirle consejos a tu mamá? –Sí, me ayuda, sobre todo ahora que tengo más desafíos. Antes, con las tiras diarias había aprendido a manejarme sola, pero con estos últimos personajes, tan comprometi­dos, a los que hay que pensarlos y trabajarlo­s más, recurro a ella. Saber que la tengo cerca es una tranquilid­ad inconscien­te. Es mi actriz preferida. –¿Cómo venís con la música para este año? –¡Sigo a full! Vamos a grabar un tema con mi amigo Franco Masini. Es una canción superlinda. Por mi parte, estoy preparando mi disco solista que, calculo, lo terminaré para mitad de año. Ya editamos dos sencillos. –Fuiste a estudiar a Nueva York. ¿Qué tal la experienci­a? –Hermosa. Amo esa ciudad y sus musicales. Es el género que más me gusta, así que cada vez que voy me veo seis millones de obras. Me presenté en una audición para irme y

me quedé allá un mes. Deseo hacerlo por más tiempo, así que en un año tal vez repita la experienci­a. Es algo pendiente, pero ya lo tengo planeado. –¿Cómo te llevás con la exposición? –Bien, aunque suele pasarme que cuando estoy con amigos me intimido un poco. Yo soy medio desastre, puedo hasta salir a la calle en pijama… Por ahí estoy en una plaza y me da vergüenza que vengan a interrumpi­r el momento, pero no me quejo. Sé que es una consecuenc­ia de lo que hago. Lo que sí me molesta es que me saquen una foto sin pedirme permiso. Siempre les digo: “Preguntame y nos sacamos una juntos: ¡si hasta es más divertido!”. La gente se me acerca con buena onda, sobre todo cuando concluyó el Bailando... ya que, durante el programa, la energía era medio rara. –¿Te afectan las críticas de la gente? –Al principio, sí, me afectaba. Después, me hicieron más fuerte. Ya no me detengo en eso, aunque escucho todas las críticas, por más que me las digan de una manera horrorosa. Tal vez alguien no sabe expresarse, pero tiene razón. Y trato de pensarlo y analizarlo. Así también uno crece como individuo. Hace poco leí un libro en el que dice que no hay que tomarse nada personal, y es una realidad. –¿Cómo te está resultando la aventura de vivir sola? –Muy bien, muy feliz. Además, hace medio año que estoy de novia, así que tengo bastante compañía la mayor parte del tiempo. Es otra vida, otra cosa. No tengo que pedir permiso para nada, me tengo que cocinar y ordenar… ¡Porque soy muy desordenad­a! Con suerte voy a mejorar ese aspecto a los cuarenta ( risas). –¿Qué soñás para tu carrera? –Trato de no ponerme una meta. Sueño con ser feliz, con disutar todo lo que me vaya pasando, con nunca dejar de ser consciente de las cosas, que no pasen a ser algo cotidiano y normal. También fantaseo con radicarme en otros países, en distintas ciudades. Voy a empezar con Nueva York, que ya la siento un poco mía. Después, me encantaría irme a Europa a trabajar. Estoy estudiando inglés para poder hacer comedias musicales en el exterior. Quiero seguir haciendo cine, que es algo que descubrí recienteme­nte y me enloqueció… Y quiero crecer como persona, porque eso irá de la mano con la faceta profesiona­l. Voy a ir viendo por qué lugares me lleva la vida.

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