La Nueva Domingo

UNO PARA TODOS

EN DIFERENTES ÁREAS SE IMPONE CON FUERZA EL MODELO DE TRABAJO EN EQUIPO. LOS ESPECIALIS­TAS LO DEFINEN COMO UNA EXPERIENCI­A TAN SATISFACTO­RIA COMO EFICIENTE. LAS RAZONES DEL FENÓMENO.

- Por Aníbal Vattuone. Fotos: blocberry/Istockphot­o y Pixabay.

Nadie es sujeto en la soledad y el aislamient­o, sino que siempre se es sujeto entre sujetos: el sentido de la vida humana no es un monólogo, sino que proviene del intercambi­o de

sentidos, de la polifonía coral”, dice el filósofo español Fernando Savater, y vaya si eso se aplica en la actualidad. Prestigios­os expertos e investigac­iones recientes coinciden en que, hoy por hoy, el trabajo en equipo es una pieza fundamenta­l en el andamiaje de cualquier sector. Ocurre en esferas como la de la salud, el mundo empresaria­l, el educaciona­l y, por obvio que parezca, en el universo deportivo. “En pleno siglo XXI, todas las compañías concuerdan en que es necesario trabajar en conjunto. Pero el reto es poder transforma­r el discurso en hechos concretos”, comenta Juan Pablo Sanguinett­i, con

sultor senior de Whalecom. Y profundiza: “Esta cualidad no es innata ni espontánea, sino un esfuerzo cotidiano que debe traslucirs­e en la agenda real. En el presente, hay una brecha grande entre aquellas empresas que lo concretan y aquellas que no. Además, se da otro inconvenie­nte mayor: empresas que creen que trabajan en equipo solo por el hecho de mantener reuniones, largas y frecuentes, en las que nunca termina de emerger cuál es el objetivo”. Si de tender puentes se trata, Polycom se destaca como un líder global en ayudar a distintos entes a alcanzar nuevos niveles de trabajo en equipo. Con la transforma­ción digital como aliada, impulsa a cada organizaci­ón a explorar nuevas formas de trabajar, incluso a un ritmo más veloz. Precisamen­te, un informe que realizó a nivel mundial arrojó que el 62% de los encuestado­s prefiere el trabajo colaborati­vo (o sea, trabajo en equipo con la ayuda de la tecnología), para conectarse con otros colegas. “El trabajo colaborati­vo responde a un modelo pedagógico que pone el acento

en la interacció­n y la construcci­ón colectiva de conocimien­tos que se optimizan cuando se coordinan con el trabajo en red”, diagnostic­a María Cristina Vasconi, licenciada en Administra­ción y Gestión de la Educación. Y

prosigue: “La capacidad para responder a demandas complejas y llevar a cabo adecuadame­nte diversas tareas supone una combinació­n de habilidade­s prácticas, conocimien­tos, motivacion­es, valores, actitudes y emociones que se deben movilizar en paralelo para lograr una acción eficaz. Contar con un caudal importante de competenci­as para

trabajar con otros y colaborar en experienci­as de aprendizaj­e es cada vez más necesario en las llamadas sociedades de la informació­n y la comunicaci­ón”. En el ámbito de la salud, el concepto también pica en punta. Así lo explica el doctor Jorge Herrero, especialis­ta en cardiologí­a formado en el Hospi

tal Santojanni: “La medicina es muy amplia y cada uno de sus actores atesora diversas experienci­as y niveles de experienci­a profesiona­l. La suma de todas las partes hace que se potencien los conocimien­tos para poder resolver los problemas que aparezcan. En este contexto, el aprendizaj­e es continuo. El trabajo en equipo nos hace pensar más relajadame­nte. Nos vuelve más eficientes y más seguros para no cometer ciertos errores. Sin duda, la asistencia del que tenemos al lado, amén de ponernos a prueba, nos hace mejores”. Desde Whalecom, Sanguinett­i dice

que el trabajo en equipo permite fortalecer saberes y capitaliza­r experienci­as como no podría hacerse de forma individual. “Es paradójico, porque, complement­ariamente, brinda la robustez de no depender de una única persona para poder abrazar resultados y, a la vez, es una excelente manera de provocar el desarrollo de cada integrante del grupo”, esgrime. Lo mismo sucede entre las cuatro paredes de las aulas. Al respecto, Vasconi, profesora en Ciencias de la Educación,

es clara y contundent­e: “La colaboraci­ón invita a que docentes y estudiante­s caminen juntos, sumando entre unos y otros esfuerzos, talentos y competenci­as. E incentiva el aprender haciendo, el aprender interactua­ndo y el aprender compartien­do. Asimismo, la riqueza de la cooperació­n reside en que los estudiante­s se nutran reflexiona­ndo sobre lo que hacen o dejan de hacer”.

Adentro de la cancha En los últimos años, el Barcelona acaparó la atención de propios y extraños por su modo de juego cuasiperfe­cto. De esta manera, se convirtió, para la gran mayoría, en el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos. Liderados por el inconmensu­rable Lionel Messi, la mejor generación de futbolista­s de España se adueñó de semejante halago. ¿Cómo lo consiguier­on? Promoviend­o lo que se denomina “conciencia de equipo”. Un cuarto de siglo atrás, el holandés Johan Cruyff sembró la semilla y Josep Guardiola la terminó de redondear. Según la versión alemana de la Harvard

Business Review, hay algunos puntos en la estructura del club que se pueden tener en cuenta para comprender el “fenómeno Barça”: el más relevante es el de la visión común –que incluye a los directivos– en el que se diseña una imagen de los objetivos y el futuro del club. Una vez definidos, se encargan de que tanto los integrante­s del equipo como los fanáticos de la institució­n hagan propias esas metas. A nivel local, River Plate sobresalió sobre el resto, a tal punto que, en el

ranking de clubes del corriente mes, se posicionó en el cuarto lugar, detrás de Real Madrid, Barcelona y Atlético Madrid, y superando a gigantes de la talla de Juventus, Bayern Munich y Manchester United. No son pocos los que dicen que el gran secreto es el grupo que formó Marcelo Gallardo, incluida Sandra Rossi, experta en neurocienc­ias, que aportó sus conocimien­tos en función de acortar los tiempos de reacción de los jugadores, mejorar su visión periférica y mantener niveles de atención más altos. Lo cierto es que, onteras adentro, cada vez se toma más conciencia de la potencia del conjunto, ya sea a nivel profesiona­l o desde las bases formativas. Martín Salanova, profesor de Educación Física y coordinado­r de la escuela de fútbol de la filial Tres de Febrero de Racing Club, opina: “Hoy por hoy, trabajar en equipo es condición sine qua non. Cuerpo técnico, psicólogos, nutricioni­stas y kinesiólog­os deben desenvolve­rse mancomunad­amente. En lo que se refiere específica­mente a los chicos, hay que enseñarles cuestiones como el respeto y la solidarida­d, ya que si ellos

“La exigencia de estos tiempos hace que, difícilmen­te, un individuo se destaque como podría hacerlo si formara parte de un colectivo que persigue un propósito común”. Juan Pablo Sanguinett­i

no entienden que son parte de un todo, no podrán ni siquiera intentar triunfar en esta profesión. En mi caso, a cargo de chicos que van de los diez a los quince años, persigo conformar un grupo unido, que se hagan amigos, que se establezca­n lazos y roles entre ellos. Es primordial que desarrolle­n el concepto de que si ganamos, ganamos todos”. Uno de los que hizo un culto del esfuerzo colectivo para convertir los sueños en realidad es Diego Simeone, exitosísim­o DT del Atlético de Madrid, al que llevó a la gloria en el último lustro, conquistan­do la Europa League, la Supercopa de Europa, la Copa del Rey, la Liga de España y la Supercopa de España. En su libro Creer. El desafío de superarse siempre,

apunta: “Jugar al fútbol es como vivir, ya que para vivir también hay que conectar lo individual con lo colectivo. Durante mi formación en Vélez, empecé a tener conciencia de lo que es un objetivo de conjunto y a prestarles aten-

“Hoy por hoy, trabajar en equipo es condición sine qua non. A los chicos hay que enseñarles respeto, solidarida­d y hacerles entender que son parte de un todo”. Martín Salanova

ción a las funciones que componen un sistema colectivo. Ahí uno funciona como la pieza de una máquina, pero la prestación de la máquina no vale nada si la pieza está suelta”. De la Gestalt a Simeone

A pesar de que se fomenta la tarea en grupo, los individuos no pierden su capacidad de mostrar sus propias fortalezas. Justamente, la labor en equipo resalta la cualidad de cada uno de sus

integrante­s. “De hecho, si se hace una analogía con el deporte, es posible encontrar que grandes equipos permitiero­n el lucimiento de sus miembros más talentosos. En todo caso, los buenos equipos son aquellos que asumen que todos los aportes son necesarios, reconocen a cada uno por lo que hace y, complement­ariamente, pueden identifica­r y aprovechar a quienes hacen un aporte de orden superior para el logro de los objetivos comunes”, confirma Sanguinett­i. Desde el campo de la salud, el doctor Herrero recuerda el axioma de la psicología alemana de la Gestalt, que afirma que el todo es más que la suma de las partes. En esa línea, Sanguinett­i advierte: “Cuando un equipo logra un funcionami­ento excelente, los propios miembros se sorprenden de alcanzar desempeños individual­es que ni ellos mismos imaginaban. Por otro lado, los espacios de innovación se dan mucho más en la instancia de interacció­n con el prójimo que en la creación solitaria. Es que la exigencia de estos tiempos hace que, difícilmen­te, un individuo, por más saberes que tenga, se destaque como podría hacerlo si formara parte de un colectivo que persigue un propósito común por el que, además, se siente solidariam­ente responsabl­e”. Para concluir, otra frase del “Cholo” Simeone, que encierra perfectame­nte

la noción del trabajo en equipo: “A mí me tocó jugar en varios puestos durante mi formación. En ese entonces aprendí ese rasgo de cooperativ­ismo que tiene el juego. Si jugaba un partido de lateral derecho y después volvía a jugar de volante, tenía un mejor conocimien­to de lo que el marcador de punta siente cuando pasa al ataque. La experienci­a de conocer qué piensan y sienten los demás es muy valiosa cuando hay un objetivo grupal”.

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Coaches sí, jefes no: se destacan aquellos que muestran –y no imponen– el camino a seguir.
Claves del trabajo en equipo: roles flexibles, objetivos comunes y una mentalidad de gestión sin una mirada egocéntric­a del éxito. Coaches sí, jefes no: se destacan aquellos que muestran –y no imponen– el camino a seguir.
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