Las sierras bonaerenses, un perfecto escenario para todos los aventureros
Camino al sur de la provincia, allí donde la llanura abruptamente cede ante los sistemas serranos de Tandilia y Ventania, se alzan los picos de estos milenarios cordones montañosos. Trekking y montañismo se aúnan con fiestas populares y tradicionales.
Cuando el concepto de turismo dejó atrás el simple ocio contemplativo, y le ofreció a los viajeros ser partícipes activos, las montañas le abrieron el camino al turismo de aventura.
Al simple caminar, ahora llamado senderismo o trekking, se agregaron cabalgatas, bicicleteadas, safaris fotográficos, avistaje de pájaros y reconocimiento de fauna y flora. Y luego el rapel, las escaladas en roca, los vuelos en avionetas y parapentes, los paseos en globos y los campamentos.
Pero cada lugar serrano le agregó algo de su propia inventiva.
Tandilia es una de las formaciones geológicas más antiguas de la Tierra, cuyo origen se estima entre 1.500 y 2.200 años atrás. Sus picos redondos no superan los 600 metros.
Ventania, en cambio, tiene picos de 1.239 metros de altura, y su nombre responde a la abertura en la piedra de uno de sus cerros, una ventana natural que ya es la imagen emblemática que se instaló en su “marketing turístico”.
Con el cambio de paradigma surgieron los operadores de viajes de aventura, que demandó una legislación especial, y la ciudad de Tandil instaló en el 2000 la primera aerosilla bonaerense, una Openmayer austríaca, a la vez que en la ciudad de los tenistas surgía la producción artesanal de quesos y fiambres y su fa- mosa cuchillería artesanal.
Y en las sierras que el universo le había legado apareció una piedra movediza que asombró al mundo, y que se desplomó en 1912, según dicen abrumada por tanta gente que venía a verla. En 2007 se instaló una réplica de la original.
Azul, en el centro provincial, apuntó a la cultura convirtiéndose en 2007 en Ciudad Cervantina, por el Centro Unesco-Castilla-La Mancha, la primera en Sudamérica. Y también a la obra escultórica del Quijote, de Carlos Regazzoni, y a la del Arcángel San Gabriel, representando a la muerte, obra del italiano Francisco Salamone que custodia la entrada de su cementerio.
Cerca de Mar del Plata, la ciudad turística del país más visitada durante todo el año, emerge Sierra de los Padres, que en ese tramo que culmina en el océano adquiere la forma de lomas, donde también está la La- guna de los Padres rodeada de clubes.
Más allá de los deportes de agua, el Sierra de los Padres Golf Club, al pie de la sierra, dispone de una cancha de 18 hoyos par 71, y un recorrido de 6.375 metros, donde hay unos tres torneos semanales para jugadores con hándicap nacional.
También apostó al deporte entre las sierras el partido agrícola-ganadero de Coronel Suárez, de tradición gauchesca e historia referida al polo, el “deporte de los reyes”. Y a ello le sumó la cría de caballos que exportan desde la “Capital Mundial del Polo”.
En Coronel Suárez también se radicaron en tiempos de la gran inmigración los alemanes del Volga, que venían de Rusia, y que trajeron su gastronomía y las características urbanísticas rusas.
En Pigüé, donde las sierras discurren entre arroyos y lagu- nas, se arraigaron españoles, italianos y alemanes, pero en su mayoría franceses del Aveyron, que anualmente realizan la tradicional Omelette Gigante. Esta ciudad del municipio de Saavedra cultiva el turismo rural de estancias, en los cascos históricos de sus muchos establecimientos.
Mientras que en Puan el principal atractivo es la pesca en la laguna homónima y en la isla que se encuentra en ella.
Es una ciudad histórica por su papel en la Campaña al Desierto, que tiene monolitos que la recuerdan, al igual que a la Zanja de Alsina, el sistema defensivo de fosas y terraplenes que ordenó levantar entre 1876 y 1877 el ministro de Defensa del presidente Nicolás Avellaneda, Adolfo Alsina, para defender la nueva línea de frontera controlada por el Gobierno Nacional y detener el avance de los malones indios y el paso de ganado robado.