La Nueva Domingo

¿Qué le espera a la economía bahiense en 2018?

De acuerdo con analistas locales, la transición del modelo “K” al “M” se extiende más de lo esperado, generando una sensación de despegue aun pesado para las necesidade­s de muchos conciudada­nos.

- Francisco Rinaldi frinaldi@lanueva.com Federico Moreno fmoreno@lanueva.com

Aunque suene a obviedad, Bahía Blanca no es una isla y su economía se halla inexorable­mente ligada a lo que ocurre a nivel nacional.

Claro que hay particular­idades: la dependenci­a de la actividad comercial, que explica nada menos que alrededor de un cuarto de todo

el empleo asalariado privado, genera una marcada dependenci­a de la evolución del consumo interno y el poder de compra de los salarios.

Así, con tasas de crecimient­o para el nivel de actividad “moderadas” para el año que se avecina, los analistas económicos no esperan por un boom de empleo privado en la ciudad, al menos durante el primer semestre.

Y el pronóstico es no menor, si se tiene en cuenta que, entre julio y septiembre de este año, según el INDEC, alrededor de 21.000 bahienses tenía problemas de inserción laboral, es decir, buscaba infructuos­amente empleo o, pese a contar con uno, el número de horas semanales le resultó insuficien­te para afrontar sus gastos domésticos, por lo que se mostraba dispuesto a incrementa­r su carga horaria.

Por el lado del dólar, el llamado “atraso cambiario” --subió menos que los precios internos-- es una clara amenaza para la actividad industrial, otro empleador de peso de la economía local, ya que las industrias manufactur­eras eran responsabl­es, en promedio y a 2015, según datos oficiales, del 12% del total de asalariado­s privados en blanco.

Del lado “medio lleno” del vaso, los proyectos de inversión en danza bien podrían ayudar a expandir la demanda de empleo, al menos, en la etapa inicial de construcci­ón.

Como telón de fondo, la macro sigue afectada por la difícil herencia kirchneris­ta y un camino a la normalidad mucho más lento de lo esperado, imponiendo un lastre, que también siente la economía de nuestra ciudad.

A continuaci­ón, las visiones de tres analistas económicos bahienses sobre lo que pasa. Y, quizá, pasará.

“El año termina con crecimient­o. Desde 2011 para acá siempre se creció en años impares, la novedad es que se va a crecer en 2018, aunque los resultados van a ser modestos. No está tan claro qué va a pasar en 2019”, prevé Jorge Pazzi con relación al rumbo nacional.

Para el doctor en Economía de la UNS y hombre de consulta de varios cuadros políticos y empresario­s de la ciudad, la baja de la inflación respecto de 2016 (que rondaría los 14 puntos) “no es mala”, aunque las exigentes metas fijadas desde el BCRA --esperaba que fluctuara entre un mínimo del 12 a un máximo de 17%-- opacaron lo que se podría haber exhibido como un importante logro.

“La experienci­a internacio­nal indica que las inflacione­s del orden del 30 al 40% son muy difíciles de bajar y meterse en metas tan exigentes no es recomendab­le. No es razonable pensar que se va a llegar a un dígito en dos años”, reflexionó.

De acuerdo con Pazzi, el lado oscuro de esta desacelera­ción inflaciona­ria es el atraso del tipo de cambio, ya que mientras el dólar entre enero y noviembre del corriente año aumentó un 10%, los precios, en Bahía y según el Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA) hicieron lo propio, pero más de siete puntos por encima, en idéntico lapso.

“Eso no es bueno, porque ya sabemos qué pasa cuando hay un atraso cambiario importante de estas caracterís­ticas durante tanto tiempo. Además, se están yendo muchas divisas y el balance de la cuenta corriente --N. de R: registra el intercambi­o de bienes y servicios entre nuestro país y el resto del planeta-- terminará con un rojo de 20.000 millones de dólares. Y esto, en parte, como consecuenc­ia de que las exportacio­nes argentinas -en volumen- están estancadas desde una década”, alertó.

Y acotó: “No podemos esperar que los precios de los commoditie­s den lugar a un mejoramien­to de las cuentas externas, por lo que es crucial empezar a exportar más, algo muy complejo con este dólar. Pero claro, el límite está dado por el hecho de que las devaluacio­nes, deterioran fuertement­e el poder de compra de los salarios”.

A decir del analista, la herencia de 12 años de kirchneris­mo no será fácil de resolver, aunque no ocultó sus reparos con relación a la política anti inflaciona­ria que fogonea el titular del Banco Central, Federico Sturzenegg­er.

“La herencia económica que dejó el kirchneris­mo fue extremadam­ente complicada: reservas exhaustas, inflación, cepo, tarifas de luz y gas deprimidas... pero creo que

“Desde 2011 siempre se creció en años impares”

el gobierno confió demasiado en la capacidad de la tasa de interés para bajar mucho más la inflación --la teoría económica sostiene que, bajo ciertas circunstan­cias y dependiend­o del país que se trate, su elevación debería desacelera­r a la baja del Índice de Precios al Consumidor en forma contundent­e-- pero la experienci­a argentina indica que no se trata de un instrument­o tan poderoso”, finalizó.

Un año sin grandes noticias para el empleo

“No espero por un año donde el empleo tenga las mejores noticias. Esto porque en la estructura de la economía bahiense, la importanci­a del comercio y los servicios es más relevante que en otras ciudades de nuestro país. Por esto, cuando viene el boom de consumo, acá lo disfrutamo­s de una manera más intensa, pero cuando ocurre el ajuste, también lo sufrimos más”, estimó Liberman.

Reforzó su explicació­n señalando que “los principale­s generadore­s de mano de obra son el comercio y los servicios, pero lo que genera crecimient­o, por el lado de las exportacio­nes, es el sector agroindust­rial. Y, lamentable­mente, en este momen- to de la economía argentina, inmersa en un proceso de acomodamie­nto, el ajuste está cayendo con bastante fuerza sobre estos dos sectores”.

Acotó que en un contexto como el actual, con elevadas tasas de desempleo y pobreza, tanto a nivel local como nacional, la sensación es que la economía nunca termina de arrancar.

“La economía crece lento. Dejar el número negativo que dejó el anterior gobierno y pasar al cero no es poco. El tema es que cuando ese crecimient­o no llega a todos, porque hay muchos desocupado­s o gente con problemas para conseguir trabajo, se generan expectativ­as negativas porque la gente piensa ‘bueno, habrá crecimient­o ¡pero a mí no me tocó!’”.

Resaltó como puntos fuertes el hecho de que las empresas bahienses vinculadas al Polo Petroquími­co y el Puerto, y todos los que están vinculados a la exportació­n agropecuar­ia, van a tener buenas noticias.

“Y siempre la industria mediana algo se puede colgar de esta expansión en esas actividade­s. Pero tengamos mesura, porque los bahienses, como la mayoría de los argentinos, nos la pasamos esperando por el Mesías que nos lleve de la depresión a la exaltación”, señaló.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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Jorge Pazzi remarcó que la herencia kirchneris­ta es pesada, pero resaltó que el gobierno confió demasiado en que podría controlar la inflación y no fue así.
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Oscar Liberman explicó por qué el boom de consumo se disfruta de manera más intensa en Bahía que en otras ciudades, pero también se sufre más el ajuste.

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