La Nueva Domingo

Las batallas que deberá ganar Macri

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

En el retiro de Chapadmala­l, aunque también en oficinas del Gobierno, durante los últimos días lo que ha imperado es un clima de ultimátum. De reconocer que no habrá probableme­nte una segunda oportunida­d de dar vuelta la escena actual y recuperar el centro del ring antes del próximo turno electoral. Una especie de "ahora o nunca". El presidente sabe que tiene por delante varias batallas por ganar si quiere mantener viva la llama de la reelección. Y que debe ganarlas antes de que finalice este año.

Los que conocen esa hoja de ruta dicen que el presidente deberá ganar antes que nada la batalla contra la infla- ción. Que por ahora, según los números de enero y las proyeccion­es para este mes, que tornan utópico el 15 % para todo 2018 planteado en diciembre, la va perdiendo.

También deberá vencer en su intento por recuperar el terreno perdido en las encuestas de opinión. Macri y su gobierno no logran reenamorar a la gente que los apoyó en octubre y les dio una victoria que pareció consoli- dar el proyecto. Dicen estrategas macristas que el presidente tiene vida "pero no todas las vidas" para intentar revertir la historia que por primera vez desde que asumió en 2015 lo tiene con más imagen negativa que positiva, si bien en éste rubro conserva un expectante 40 %.

Otro combate que el presidente no puede perder sin provocar un grave deterioro para su administra­ción es el de los salarios. El Gobierno sabe, y algunos de sus miembros lo deslizan, que no habrá forma de mantener a los gremios dentro de la pauta del 15 % sin clausula gatillo para todo 2018, aunque se ofrezcan su- plementos o paliativos "por afuera". Baradel ya se pintó la cara en Buenos Aires y los gremios que responden a Hugo Moyano también hablan de un 20 % para empezar a discutir. Es cierto que los gremios "amigables" se muestran a favor de la política oficial, pero con los dirigentes sindicales nunca se sabe. La historia habla por ellos.

La siguiente pelea, tal vez la más significat­iva y dura, es justamente la que lo enfrenta cara a cara con el camionero y exlíder de la CGT. Ya se dijo en estas páginas que la decisión del presidente es "dar por perdido" ese vínculo. Pero una victoria contra Moyano, que podría alumbrar a favor del presidente según sea la concurrenc­ia a la marcha del 21F o, por caso, si los jueces mantienen el ritmo actual de las causas contra el dirigente, supondría recuperar la iniciativa política, nada menos que frente al dirigente al que ningún otro presidente se le animó. De eso se trata, coinciden casi todos, la pelea a todo o nada de Macri contra Moyano: ganar y recuperar la iniciativa, doblegar al adversario más temido y flamante socio del club del helicópter­o.

No es menor el desafío de Macri, en especial luego de que en los últimos tiempos no son pocos los analistas, incluso internacio­nales, que no le restan chances al PJ de volver a ser gobierno en diciembre del año que viene.

Las urgencias del oficialism­o entonces están dadas no solamente por la imperiosa necesidad de ganar aquellos desafíos sino también de obturar una idea que ha empezado a prender en cierto sector de la sociedad respecto de que si Macri no le encuentra la vuelta a temas cruciales como la economía, y no produce señales claras de que el tan mentado futuro plagado de inversione­s y de mejor vida para todos efectivame­nte esta cerca, el año que viene podría votarse por una variante peronista "atenuada", sin resabios de kir- chnerismo o cristinism­o. Algunos analistas han comenzado a llamar a esa variante "la teoría del mal menor".

Ese sería, según ellos, un escenario no descartado en la medida en que el principal partido de oposición ha iniciado, a los tumbos pero al menos se ha puesto la maquinaria en marcha, amagues de unidad. Un paso en el que hay coincidenc­ias, lo cual no es un dato menor de cara a aquella porción social "desencanta­da", que no deberá hacer eje en Cristina Fernández sino en una fórmula "racional".

No debería soslayarse el comentario de Alberto Fernández, cuando dijo que ha conversado con Cristina y que la vio "reblandeci­da", dispuesta a sentarse como una más alrededor de una mesa. Venía de apostrofar que "con Cistina no alcanza, pero sin ella no se puede". Recién ahora, dice el exjefe de gabinete, a ella "le cayó la ficha" de que perdió en octubre. La última catarata de tuits de la doctora sobre la persecució­n político-judicial que sufre y las nuevas apelacione­s al club del helicópter­o por lo mal que gobierna Macri parecieran desmentir a Fernández. Pero la percepción de un "nuevo clima" en el peronismo moderado a la par del declive de los fanáticos, es claramente palpable.

Habría más. La consigna "Hay 2019" que ha empezado a teñir paredes y carteles en amplios espacios del país no hace alusión a una candidatur­a de Cristina, sino a la chance de que el PJ pueda volver a la Casa Rosada dentro de dos años, y no de seis años como temían hasta no hace mucho tiempo, pero con otro candidato y distinto ropaje.

Depende de Macri y de lo que haga para repechar la cuesta luego de aquel "quiebre" que parece haber alumbrado tras el retiro de Chapadmala­l, no perder esas batallas.

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