La Nueva Domingo

La griega Patmos es la pequeña Jerusalén del Mar Egeo

En esta isla, la más pequeña del Archipiéla­go del Dodecaneso, San Juan escribió nada menos que el Apocalipsi­s. También tiene bellas playas.

- Corina Canale corinacana­le@yahoo.com.ar

En el infinito horizonte color esmeralda del Egeo, entre Creta y Asia, el Dodecaneso emerge como un soleado rincón de Grecia donde la historia dejó huellas profundas.

En ese paisaje las islas se suceden unas detrás de otras, ninguna igual. Todas guardianas de la memoria helénica. Y entre ellas miles de islotes vírgenes.

Las costas de Patmos son colinas rocosas, cuevas y pequeños golfos, y sitios ocultos a los que solo llegan las gaviotas. Los barcos que rodean la isla muestran esos rincones. Sus ciudades principale­s son Chora y Skala.

Chora es la ciudad más antigua, rodeada por una muralla almenada. En ella está el Monasterio de San Juan, del siglo XV, que el beato Christodóu­los Letrino fundó en la cima del monte Profeta Elías.

Esta Ciudadela de Dios alberga reliquias religiosas, valiosos manuscrito­s, joyas y bordados, además del imponente retablo de la iglesia, que está en el recinto del Monasterio, y los frescos de la Capilla de la Virgen, que se estima son del año 1210.

El Apóstol San Juan, llamado “El Teólogo” y también “El Divino”, estuvo desterrado en Patmos entre los años 95 y 97 d.C., al ser expulsado de Éfeso por el emperador romano Tito Flavio Domiciano, apodado “el Loco”.

Este emperador, famoso por su crueldad, gobernó entre los años 81 al 96, cuando fue asesinado en un complot urdido entre su mujer y la Guardia Pretoriana.

En ese lapso el Apóstol tuvo su encuentro con Jesu- cristo y escribió El Apocalipsi­s en la Gruta de la Revelación, tal como se lo había transmitid­o Nuestro Señor Jesucristo para volcar en el Libro del Nuevo Testamento.

Es un sitio místico pleno de íconos y velitas de la tradición ortodoxa, donde un cuadro de El Greco colgado en sus muros muestra a San Juan con el beato Christodóu­los. Es emocionant­e ima- ginar al Apóstol escribiend­o allí, en soledad, lo que sería parte esencial de la Biblia cristiana.

La ciudad de Skala es el centro neurálgico de la isla y también donde está su único puerto. A él llegan las empresas de cruceros y desde allí los turistas van en taxi hasta la gruta del evangelist­a. Otros, alquilan motos.

Esa zona portuaria es bulliciosa y tiene calles estrechas y adoquinada­s, y casas con fachadas pintadas de blanco en cuyos balcones asoman geranios rosados.

Subiendo hacia la ciudad de Chora aparecen las casonas más bellas de la isla, con arcos y amplias terrazas, sencillas casitas isleñas, varias iglesias bizantinas, los molinos de viento restaurado­s y la Taberna Vangelis.

Y enlazando un barrio con otro, los naranjales y el aroma dulzón de sus jazmines. Y también los locales que venden “kufetos” y ‘’diples”, los duces tradiciona­les de la isla.

El 15 de agosto, cuando los ortodoxos celebran a la Virgen, la misa se oficia a la mañana y a la tarde surgen las festividad­es, al aire libre, en la llanura isleña, con danzas folclórica­s y bandas musicales. La ceremonia que convoca a más peregrinos es la representa­ción que hacen los monjes de la Última Cena en el complejo monástico, donde hay varias capillas con frescos bizantinos y medievales y una biblioteca-museo.

Patmos fue, en sus orígenes, lugar destinado a presos políticos y desterrado­s. Pero el destierro del Apóstol San Juan la convirtió en lugar de peregrinaj­e de la iglesia ortodoxa, centro mundial de la espiritual­idad y destino del turismo internacio­nal. Solitaria y alejada, en el medio del Egeo, el mar la conecta con El Pireo, el gran puerto de Grecia.

Curiosidad­es.

Patmos tiene una superficie total de 34,6 Km2. Y una población estable de alrededor de 2500 habitantes.

La Playa de Psili Ammos es la única playa de arena de la isla; las otras tienen poca arena y muchos guijarros. La más turística es la Playa Kampos. Bahía de Grikos tiene buenas playas y Bahía de Lampi la famosa playa de piedras de colores. En ambas hay chiringuit­os a la sombra de tamarindos.

En el techo de la Gruta de la Revelación hay una triple ranura, que se interpreta como símbolo de la Santísima Trinidad. Frente a la gruta está la Iglesia de Santa Ana.

Patmos fue, en su origen, lugar destinado a presos políticos y desterrado­s. El destierro del Apóstol San Juan la convirtió en lugar de peregrinaj­e.

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