Un calamitoso PJ, a pedir de Macri
El Gobierno se hizo un festín en medio del sainete que protagonizó el peronismo, con la intervención del PJ nacional dispuesto por la jueza Servini de Cubría. Ya es un chascarrillo recurrente escuchar a funcionarios del primer y segundo nivel del gabinete reconocer que mientras la malaria propia transcurre por otro andarivel, que no es otra que la incapacidad manifiesta del Gobierno para encontrarle la vuelta a la inflación, el principal partido opositor siempre acude en su ayuda.
Se escuchó decir, además, en medio de aquellas reuniones festivas que si todo lo que tiene para ofrecerse como alternativa de Macri es la búsqueda de una renovación de la mano de Barrionuevo, Gioja y Duhalde, el peronismo está frito.
También buscan llamar la atención con otro dato, que no es otro que el aporte de los kirchneristas y cristinistas a los esfuerzos de Gioja para impedir la intervención, con una parodia de "resistencia" en la sede de la ca- lle Matheu, aparentemente enviados por su jefa y mentora. "Es kafkiano, los que ahora defienden al partido son los fanáticos de la señora que dijo que el PJ era un sello que no representaba a nadie".
Algo de razón tiene el argumento: Cristina Fernández despreció al Partido Justicialista con tal de no darle el gusto de una interna a Florencio Randazzo, y se fue a formar otro partido, Unidad Ciudadana. con el que además perdió tres elecciones seguidas. Cartón lleno para el macrismo de paladar negro.
Puede aceptarse que los recurrentes espectáculos del peronismo en pos "de la uni- dad" son casi piantavotos. "Es evidente que actitudes así espantan los estratos medios a los que buscamos recuperar para ganarle a Macri", decían el viernes al lado de Miguel Pichetto. Barrionuevo no consiguió el apoyo de un solo gobernador, de ningún senador o diputado del peronismo "racional", menos del influyente senador rionegrino o de un presidenciable como Juan Manuel Urtubey, ni de ningún cacique territorial.
En ese marco suenan rocambolescas las declaraciones del gastronómico, que dice ponerse al frente de "una cruzada" que convocará a todos los sectores partidarios, menos los cristinistas, claro, para reorganizar el justicialismo y presentarse como una fuerza capaz de ganarle a Macri el año que viene. ¿Se imaginará a sí mismo como el candidato natural de esa estrambótica idea? Sería la frutilla de un absurdo monumental.
Así y todo cabría advertir que. en el Gobierno, la procesión va por dentro. Y que aprovecharse de los malpasos del "pejotismo", que a fin de cuentas no es todo el peronismo, para disimular sus propios agujeros, puede sonar como darle aspirinas a un enfermo de cáncer.
Los focus group que semanalmente organiza Jaime Durán Barba y algunas encuestas que encarga el gobierno han alertado en los últimos tiempos al presidente y a la mesa chica del macrismo, y generan preocupación en otros escalones del ala política del gabinete. Ocurre que de esos trabajos surge que la sociedad sigue sosteniendo que la inflación es su principal problema, pero ahora le agrega un dato: no está tan segura de que el Gobierno sepa cómo solucionar ese flagelo.
En segundo término, los resultados reponen en la escena un problema social que el oficialismo creía tener controlado, como es el miedo de los ciudadanos a perder el empleo. Ocurre en momentos en que los números oficiales reconocen que el empleo formal no crece, mientras se incrementan el cuentapropismo y el empleo en negro.
Los radicales, en tanto, se han puesto de punta contra su principal socio de Cambiemos y ya no sólo por el viejo reclamo de más cargos de relevancia o injerencia. Ahora van por la incapacidad del Gobierno para ponerle freno a la inflación, o la presunta indiferencia de algunos ministros para contener a la clase media, que es la base del voto macrista. Cornejo y su ataque directo a la insensibilidad de Aranguren es un ejemplo.
Los tropiezos de Luis Caputo, que se suman a otros casos ya conocidos y a la revelación de que Nicolás Dujovne blanqueó $ 20 millones antes de asumir, son faltantes éticos que al Gobierno le estaría costando arrastrar hacia un rincón menos visible. En ese cuadro, no hay peronismo funcional que alcance.
Una encuesta repuso en la escena un problema que el oficialismo creía controlado, como es el miedo de los ciudadanos a perder el empleo.