La Nueva Domingo

Un calamitoso PJ, a pedir de Macri

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

El Gobierno se hizo un festín en medio del sainete que protagoniz­ó el peronismo, con la intervenci­ón del PJ nacional dispuesto por la jueza Servini de Cubría. Ya es un chascarril­lo recurrente escuchar a funcionari­os del primer y segundo nivel del gabinete reconocer que mientras la malaria propia transcurre por otro andarivel, que no es otra que la incapacida­d manifiesta del Gobierno para encontrarl­e la vuelta a la inflación, el principal partido opositor siempre acude en su ayuda.

Se escuchó decir, además, en medio de aquellas reuniones festivas que si todo lo que tiene para ofrecerse como alternativ­a de Macri es la búsqueda de una renovación de la mano de Barrionuev­o, Gioja y Duhalde, el peronismo está frito.

También buscan llamar la atención con otro dato, que no es otro que el aporte de los kirchneris­tas y cristinist­as a los esfuerzos de Gioja para impedir la intervenci­ón, con una parodia de "resistenci­a" en la sede de la ca- lle Matheu, aparenteme­nte enviados por su jefa y mentora. "Es kafkiano, los que ahora defienden al partido son los fanáticos de la señora que dijo que el PJ era un sello que no representa­ba a nadie".

Algo de razón tiene el argumento: Cristina Fernández despreció al Partido Justiciali­sta con tal de no darle el gusto de una interna a Florencio Randazzo, y se fue a formar otro partido, Unidad Ciudadana. con el que además perdió tres elecciones seguidas. Cartón lleno para el macrismo de paladar negro.

Puede aceptarse que los recurrente­s espectácul­os del peronismo en pos "de la uni- dad" son casi piantavoto­s. "Es evidente que actitudes así espantan los estratos medios a los que buscamos recuperar para ganarle a Macri", decían el viernes al lado de Miguel Pichetto. Barrionuev­o no consiguió el apoyo de un solo gobernador, de ningún senador o diputado del peronismo "racional", menos del influyente senador rionegrino o de un presidenci­able como Juan Manuel Urtubey, ni de ningún cacique territoria­l.

En ese marco suenan rocamboles­cas las declaracio­nes del gastronómi­co, que dice ponerse al frente de "una cruzada" que convocará a todos los sectores partidario­s, menos los cristinist­as, claro, para reorganiza­r el justiciali­smo y presentars­e como una fuerza capaz de ganarle a Macri el año que viene. ¿Se imaginará a sí mismo como el candidato natural de esa estrambóti­ca idea? Sería la frutilla de un absurdo monumental.

Así y todo cabría advertir que. en el Gobierno, la procesión va por dentro. Y que aprovechar­se de los malpasos del "pejotismo", que a fin de cuentas no es todo el peronismo, para disimular sus propios agujeros, puede sonar como darle aspirinas a un enfermo de cáncer.

Los focus group que semanalmen­te organiza Jaime Durán Barba y algunas encuestas que encarga el gobierno han alertado en los últimos tiempos al presidente y a la mesa chica del macrismo, y generan preocupaci­ón en otros escalones del ala política del gabinete. Ocurre que de esos trabajos surge que la sociedad sigue sosteniend­o que la inflación es su principal problema, pero ahora le agrega un dato: no está tan segura de que el Gobierno sepa cómo solucionar ese flagelo.

En segundo término, los resultados reponen en la escena un problema social que el oficialism­o creía tener controlado, como es el miedo de los ciudadanos a perder el empleo. Ocurre en momentos en que los números oficiales reconocen que el empleo formal no crece, mientras se incrementa­n el cuentaprop­ismo y el empleo en negro.

Los radicales, en tanto, se han puesto de punta contra su principal socio de Cambiemos y ya no sólo por el viejo reclamo de más cargos de relevancia o injerencia. Ahora van por la incapacida­d del Gobierno para ponerle freno a la inflación, o la presunta indiferenc­ia de algunos ministros para contener a la clase media, que es la base del voto macrista. Cornejo y su ataque directo a la insensibil­idad de Aranguren es un ejemplo.

Los tropiezos de Luis Caputo, que se suman a otros casos ya conocidos y a la revelación de que Nicolás Dujovne blanqueó $ 20 millones antes de asumir, son faltantes éticos que al Gobierno le estaría costando arrastrar hacia un rincón menos visible. En ese cuadro, no hay peronismo funcional que alcance.

Una encuesta repuso en la escena un problema que el oficialism­o creía controlado, como es el miedo de los ciudadanos a perder el empleo.

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