La Nueva Domingo

Cambiemos, en su hora más crítica

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Después de la tormenta, en la Casa Rosada parece cundir cierta calma. El presidente y sus principale­s espadas no son ajenos a una impresión más generaliza­da hacia los segundos niveles del gabinete y de la coalición que integran junto a radicales y lilitos: que acaban de atravesar tal vez la prueba más dura del colectivo Cambiemos desde que Macri llegó al poder. Las fuentes no dudan en sostener que el Gobierno rescata de esta novela por el tema de las tarifas varias lecciones que deberá procesar si no quiere compromete­r el camino hacia la reelección en 2019.

La primera es que esa suerte de ninguneo político al que el macrismo ha sometido a la UCR desde que se unieron junto a la Coalición Cívica es un hilo cada vez más delgado que alguna vez se puede terminar de cortar. La diferencia es que ahora más que antes lo saben los propios herederos de Alfonsín.

El partido que conduce el mendocino Alfredo Cornejo ya no viene sólo por algunos cargos más. Quiere discutir mano a mano, y de hecho acaba de hacerlo con el caso de la media marcha atrás con las facturas de gas.

Nadie dice que al presidente Macri le hayan torcido el brazo, como era el temor de algunos estrategas comunicaci­ones de Pro. Pero lo cierto es que el miércoles por la mañana el presidente proclamaba desde Tucumán que no habría marcha atrás y por la noche Marcos Peña estaba convocando a los radicales y a la CC a una reunión tras la cual, al día siguiente, efectivame­nte el Gobierno debió ceder algunos aspectos. Como el de "aplanar" las tarifas y permitir un pago en cuotas. Ese retroceso, o como se le quiera llamar, no figuraba en los planes oficiales apenas un puñado de horas antes.

El radicalism­o, pero tam- bién Carrió y su otra vez altísimo protagonis­mo, hizo además bandera con sus reparos en defensa de la clase media, que es el bastión electoral de Cambiemos y la más afectada por los constantes tarifazos. Lilita se hizo eco de ese estandarte cuando pronuncio aquel "Basta " antes del finalmente fallido de- bate parlamenta­rio. Sería como reconocer, sostienen desde la amarga ironía en despachos oficiales, que Macri entregó esa bandera a sus socios porque como se empeña en martirizar­lo la oposición en general y el cristinism­o en particular, "gobierna para los ricos".

La siguiente lección que le deja esta saga al Gobierno es que sus errores no forzados le cuestan cada vez mas. y cada retroceso tiene un costo político mayor que el anterior. Hay voces cercanas al macrismo, ni qué hablar desde observador­es independie­ntes, que se preguntan la razón por la que el Gobierno no hace inteligenc­ia previa, no mide costos, no razona del derecho y del revés los pasos que va a dar. Peor, no sabe comunicar. Como si estuviese obnubilado por la prédica duranbarbi­sta de que reconocer errores es de buen gobernante.

Si se miran apenas los últimos acontecimi­entos, se verá cuán equivocado­s pueden estar. La pelea de diciembre por la reforma previsiona­l, que nadie previó, le costó a Macri hasta 12 puntos de de imagen que, a duras penas, le cuesta recuperar. Otro tanto pasó con el famoso mega DNU. Lo presentó en el Congreso sin "rosca" previa, con el resultado ya conocido: debió dar marcha atrás y ofrecer a cambio tres proyectos de ley cuando se ente-

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