Diez claves para entender qué sucede con la droga en Bahía
Que casi el 10 % de los argentinos haya consumido alguna droga ilícita en el último año convierte al narcotráfico en el principal enemigo. Nuestra ciudad es parte de ese problema. ¿Hay más consumo? ¿Cambió el direccionamiento de la política criminal? ¿Cómo llega la droga y cuánto cuesta?
Casi 4 millones de personas consumieron alguna droga ilegal durante el último año en nuestro país. No es una percepción, sino el resultado del Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas que realizó la Sedronar entre personas de 12 a 65 años.
Se trata de un flagelo nacional. Y está claro que el problema no es solo de Bahía, aunque nuestra ciudad, sí, es parte de ese problema.
Desde hace dos años se advierte una política criminal direccionada al combate contra el narcotráfico, al tiempo que aumenta el consumo, se “perfecciona” el mercado y también las combinaciones, muchas veces letales.
El caso de Mariana Sol Bruna, las fiestas electrónicas, los “after”, las “cocinas” de cocaína, las plantaciones de cannabis y el pegamento inhalante.
¿Cuál es el cuadro de situación en la ciudad? El tema nos exige mantener la guardia alta. No solo al Estado. A todos.
1 ¿Hay cada vez más droga en nuestra ciudad?
Es difícil de mensurar, aunque para los investigadores de calle la respuesta en contundente: sí.
La sensación general es que existe una masificación del flagelo y que alcanza a todos los estratos sociales con mayor acento. O es más visible.
Un dato objetivo, estadístico e indiscutible es que en los últimos 9 años se incrementó en un 50% la cantidad de causas que maneja la fiscalía provincial, es decir las que tienen que ver con el narcomenudeo, porque las de mayor organización tramitan ante la Justicia Federal.
En 2009 se iniciaron unas 450 causas y en 2017 fueron 700. “Antes tenías 1 o 2 vendedores por barrio, hoy casi que los tenés por manzana”, compara un agente federal.
Otra realidad es que se corrió el límite para el consumo personal, aunque para muchos no es taxativo. Hasta el fallo Arriola (2009) -declaró inconstitucional el castigo de quien tuviere drogas para uso personal en un ámbito privado-, la posesión de hasta de 3 gramos de cocaína y 10 de marihuana era para consumo personal.
Hoy, es de unos 10 gramos de cocaína (cambió la presentación de raviol a tiza) y 40 de marihuana (en la calle se consigue como ‘el 25’, en referencia al gramaje).
En lo que muchos coinciden es que, con el cambio de fiscal especializado (asumió Mauricio del Cero), se busca imprimirle a las investiga- ciones una mayor dinámica.
2 ¿Existen diferencias por clases sociales?
Es probable que haya una mayor inserción de las drogas en las clases bajas, pero las capas medias y medias-altas no están exentas en absoluto.
En todo caso, lo que más varía es la calidad o la predilección por algunas sustancias. marihuana y cocaína son factores comunes, incluso algunas anfetaminas, pero las drogas sintéticas se en- cuentran más instaladas entre los segmentos acomodados. En el otro extremo, se observan consumos más baratos: por ejemplo, pibes que aspiran pegamento.
Una novedad de estos días es que se advierte una voluntad más firme de la Justicia por avanzar sobre el negocio de los estupefacientes en los sectores de mejores recursos.
Los casos “Drogas Sintéticas I y II” son evidencias, aunque también operativos en inmuebles casi céntricos como la primera cuadra de la calle Uruguay o Fuerte Argentino al 100.
Durante mucho tiempo se asoció consumos problemáticos con clases marginales y esto tiene una interpretación. La mayor cantidad de operativos policiales apunta a perseguir a lo que habitualmente definimos como inseguridad, es decir, robos en viviendas o en la vía pública. En general, allí se combina el componente de la droga.
En cambio, la venta y el consumo en los rangos medios de la sociedad no están asociados a esos delitos. Por lo tanto, siempre hubo menos denuncias en su contra.
De todos modos, también hay que subrayar que el negocio narco en los grupos adinerados puede ir aparejado con otra infracción grave a la ley penal, el lavado de dinero.
3 ¿Cuál es la edad de inicio y con qué sustancias?
Las edades en que los chicos comienzan a consumir drogas se asemeja a la de la media nacional.
Según el informe elaborado el año pasado por la Sedronar, en los varones es de 15 años y de 17 entre las mujeres.
Sin embargo, se han detectado en Bahía casos de consumo a partir de los 10 o 12, aunque no son la mayoría.
La sustancia de inicio fue variando con el tiempo. No se habla en la actualidad de una sola como puerta de entrada. El término actual es el “policonsumo”.
El inicio generalmente lo marca la ingesta de alcohol para luego combinarlo con otras sustancias (pastillas o marihuana).
También el uso es estacional. Por ejemplo, el crecimiento de los alucinógenos se da durante la época estival. La cocaína está presente todo el tiempo y es elegida por quienes comienzan a consumir a una edad más avanzada (desde los 18).
Las que aumentaron son las emergencias en las guardias de los hospitales por la excesiva ingesta de alcohol, sobredosis o intentos de suicidio con medicamentos.
De la misma forma, son habituales las consultas de padres preocupados por la situación de sus hijos o derivaciones de los sistemas educativo, sanitario o judicial.
4 ¿Se sigue haciendo el Drugger Test?
“La Nueva.” reveló el mes pasado que la Municipalidad
Se han detectado en nuestra ciudad casos de consumo a partir de los 10 años. En muchas de estas situaciones los chicos se ven afectados por inhalar pegamento.
había dejado de realizar exámenes que detectan el consumo de drogas en el tránsito bahiense. El último registrado en la web municipal fue en septiembre de 2017.
El Drugger Test comenzó a realizarse en agosto de 2015 y Bahía fue la primera ciudad del interior en implementarlo.
A través de una muestra de saliva, el aparato puede establecer la presencia de al menos seis tipos de sustancias, en un trámite que no demanda más de 5 minutos.
El detector verifica la presencia de anfetaminas, benzodiacepinas, cocaína, metanfetaminas, marihuana y derivados del opio, mediante un equipo que permite guardar en su memoria hasta 500 mediciones.
A diferencia del alcohol, para el cual está establecido un tope de 0,5 gramos por litro de sangre, en las drogas se sanciona sin importar el nivel consumido.
En el vecino distrito de Villarino sí se siguen haciendo estos controles. Por ejemplo, el jueves un examen dio positivo de anfetaminas en el puesto fitosanitario del kilómetro 714 de la ruta 3. A su vez, al conductor de la camioneta Ford F100, que viajaba con su hijo, se le incautó marihuana.
5 ¿Cómo ingresa la droga en nuestra ciudad?
De la prueba documentada surge que los últimos nombres que se vincularon al presunto transporte de drogas hacia nuestra ciudad lo hicieron por vía terrestre, a través de autos o vehículos utilitarios.
Pedro Cajaravilla, Mauricio Gastón Larriaga, el abogado Fabián Guillermo Rossi, Carlos César Alberti y Juan Ignacio Suris, entre otros (condendos o procesados por ese delito), aparentemente usaban la ruta y vehículos particulares.
Hasta hace 20 años, la mayoría llegada desde Buenos Aires. Desde 2000, casi el 70% viene de Mar del Plata. Cuál es la modalidad: un vehículo de transporte y dos o tres como custodia (adelante y atrás), con el uso de rutas alternativas (3, 33 y 51) y al-
gunas veces con apoyo de expolicías o policías infieles.
Una vía alternativa que crece es la “narcoencomienda”. El 12 de octubre pasado, dos personas que debían recibir soportes informáticos desde España, en un paquete puerta a puerta, fueron llamados a la Aduana local porque el bulto, a simple vista, no se ajustaba al pedido. Al abrirlo, en presencia de la Policía Federal, contenía semillas de marihuana.
En tránsito, hacia el sur, puede circular a través de paquetes en micro de larga distancia o camuflada en transportes, si es que logran sortear el control fitosanitario.
6 ¿Existen “cocinas” en la ciudad?
Una “cocina” es un lugar donde se fabrica la droga, pero hay que distinguir la elaboración de la cocaína del estiramiento. Muchas veces se confunden.
La fabricación parte de la pasta base, que es un sulfato y -sometido a un proceso y otros compuestos- se transforma en clorhidrato de cocaína -es lo que se consume-, con mayor volumen pero menos pureza.
Lo que se asemeja a una “cocina”, aunque no tan sofisticada, es lo que se detectó el fin de semana pasado en una vivienda de Capitán Martínez y Piedra Buena, donde fue detenido Gastón Ballesteros.
En ese lugar, además de cocaína, secuestraron elemen- tos de corte, como pastillas y soda cáustica. En una de las escuchas se advierte que una persona le dice a otra: “de un kilo sacamos 3...”.
Para el corte y estiramiento de la cocaína, más allá de analgésicos y soda cáustica, se usa talco, bicarbonato de sodio, cafeína y hasta puloil. En algunos casos de elaboración ordinaria, se encontraron vidrio de fluorescente o jabón en polvo como “rebajadores”.
7 ¿Se cultiva cada vez más marihuana?
Sí. En todo el año pasado se secuestraron más de 120% más de semillas y 60% más de plantas de cannabis que en 2016. Y el número fue ampliamente superior a 2015. Al secretario de Seguridad municipal, Emiliano Álvarez Porte, ya le llamaba la atención esta particularidad a poco de asumir su función. “Estamos recibiendo muchas denuncias por plantaciones, algunos las ven desde sus propias casas. Puede relacionarse con la modificación del clima”, opinó.
¿Con qué parámetros se maneja la fiscalía para el secuestro de plantas de cannabis? Si exceden el ámbito privado, es decir que se pueden ver desde el exterior de la casa o si el inmueble trasciende a terceros. Ese tipo de situaciones pueden habilitar un allanamiento.
De las intervenciones telefónicas de distintas investigaciones se advierte que cambió el comercio de la marihuana. Es creciente la ven- ta de plantas o cogollos en frasco.
Cada vez que se secuestra una planta, se desarma y se pesan por separado las hojas, el cogollo -si está florecido- y las ramas. Las hojas tienen entre 1 y 3 de concentración de THC (componente psicoactivo); los cogollos, de 10 a 13 y las ramas, de 0,1 a 0,3. Después de la separación se centrifuga y se determina el grado de pureza para obtener las dosis umbrales.
8 ¿Cuáles son los precios?
La marihuana común se consigue en Bahía Blanca por valores que oscilan de los 1.000 a 1.500 pesos los 25 gramos, una de las medidas habituales de venta.
Un frasco chico de cogollo, parte de la planta del cannabis que produce mayor efecto, puede valer de 2.500 a 3.000 pesos, mientras que uno tamaño mermelada, alrededor de 4.000.
El gramo de cocaína al consumidor cuesta entre 400 y 700 pesos, según la calidad. Las pastillas de éxtasis en cualquiera de sus variantes y los troqueles de LSD (ácido lisérgico) varían entre los 400 y 600 pesos.
Cuanto mayor es el volumen de la compra, dismi- nuyen los precios relativos.
Puntualmente en el caso de la cocaína, a medida que la cantidad disminuye, también baja su calidad por efecto del estiramiento de las dosis con otras sustancias, como anfetaminas.
Las ganancias pueden ser muy importantes, teniendo en cuenta que, por ejemplo, el kilo de cocaína se puede conseguir fuera de la ciudad a unos 100 mil pesos.
9 ¿Hubo casos conmocionantes como el de Mariana Sol Bruna?
Con el caso de Mariana Sol Bruna, una adolescente fallecida por sobredosis, parece que llegamos a un extremo.
Sin embargo, de la reciente historia trágica bahiense existen otros hechos con el mismo hilo conductor: menores, noche, descontrol, drogas, juntas equivocadas, violencia y muerte. El rápido y desgraciado destino final de Mariana Sol lo tuvieron Claudia Daiana Méndez y Luciana Jimena Moretti.
Una tenía 17 y la otra también 15. Hay una diferencia, la Justicia acreditó que a Daiana y a Luciana las mataron.
Daiana fue estrangulada en 2003 y su caso quedó impune, pese a que un hombre llegó a juicio. En el debate se habló de una discusión por drogas y hasta la madre de la víctima creía que a Daiana le daban marihuana para que vendiera.
En 2004 se produjo el conocido caso de Luciana, por el cual fue condenado Pablo Cuchán. La menor, como Daiana, frecuentaba el boliche que funcionaba en la sede del club Villa Mitre y se tuteaba con los peligros de la noche.
En el juicio, Cuchán confesó que en su casa consumieron cocaína y que “después pasó lo que pasó...y no...yo no pude hacer nada en ese momento. Si me preguntan qué pasó con ella, no sé; no sé si aguantó, si no aguantó...”. Lo que pasó después es harto conocido.
En los tres casos existe un hilo conductor y el peor final: ninguna de las víctimas tuvo una segunda oportunidad.
10 ¿Por qué un cártel mexicano eligió Bahía Blanca?
Bahía Blanca fue escenario el año pasado del caso Bobinas Blancas, que permitió detectar casi una tonelada y media de cocaína de exportación en el Parque Industrial. Un cártel mexicano de narcotráfico se encontraba a cargo del operativo, desbaratado en junio.
Nuestra ciudad reúne varios componentes que favorecieron la instalación de esta organización, una de las más peligrosas del mundo. Por ejemplo, el puerto y la escasez de controles sofisticados, así como la facilidad de movimiento en las rutas terrestres de acceso y salida.
Además, se trata de una sociedad con las “defensas bajas”, sin sistemas de prevención y vigilancia para detectar o investigar organizaciones de semejante escala.
Sin embargo, en los años 90 este diario había publicado información sobre la compra de propiedades por parte del cártel de Juárez. Es decir que existe un antecedente.
Luego, quedan otras preguntas: ¿Se trató de las únicas veces en que operaron cárteles en Bahía Blanca? ¿Está preparado el puerto para frenar una exportación de drogas a gran escala? ¿Se mejoró en algún aspecto el sistema de seguridad de la ciudad para mejorar las alertas ante estos casos?
Más aún: ¿creen los bahienses que un caso así no podría volver a ocurrir?
Durante 2017 se secuestró un 60% más de plantas de cannabis que en 2016. Aumentó el cultivo y también los operativos. Cambió el consumo de marihuana.