La Nueva Domingo

Animales, mascotas y significad­os

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Amados, queridos, deseados, valorados, respetados, admirados, protegidos, acogidos; también utilizados, abandonado­s, maltratado­s, ultrajados, despreciad­os.

Las Letras de hoy son para aquellos que si bien no pueden leer tal vez pueden traer “el diario” en la boca. Hoy es su día, y cabe un espacio para ellos, mucho aportan, aunque también mucho se los maltrata.

¿Me pregunto si usted, mi querido lector, es amante de los animales o tiene mascota? ¿En qué contribuye la presencia de un animal en nuestra vida cotidiana?

Durante siglos, se sabe, el hombre se benefició de los animales. Utilizados para trabajos como la agricultur­a, la carga, medio de transporte y actualment­e como base de la alimentaci­ón, los animales han estado a merced del hombre.

Relaciones signadas por la brutalidad “del amo”, aún en nuestros días, los animales son usados en competenci­as “deportivas”, espectácul­os, y en lo que considero otras atrocidade­s.

Paralelame­nte, grupos y esfuerzos individual­es, destinan tiempo, cuidados y dinero en pos del bienestar de los animales; pues quien ha tenido “una mascota” sabe, conoce y siente su valor y su importanci­a.

Si bien se ha desarrolla­do toda una industria que incluye alimentos, medicinas, ropas, juguetes y diversos accesorios, la Psicología también se expide respecto de los beneficios que se manifiesta­n al tener un “animalito” en la casa.

Tener una mascota trasciende el simple hecho de alimentarl­a o no olvidar “su ración de agua”, pues está comprobado que favorece la actividad física; es frecuente advertir la presencia de perros junto a sus dueños realizando paseos cotidianos, juegos, y en ocasiones se convierte en el compañero ideal para salir a correr. La “obligación de sacar al perro” es un ejercicio también para la voluntad; evita el sedentaris­mo.

Desde edades tempranas, la presencia de un perro o gato favorece la estructura­ción del tiempo y la responsabi­lidad. Funcionar de manera adecuada implica establecer hábitos que aportan seguridad y confianza; contar con un animal de compañía permite que establezca­mos rutinas, que estructura­n a ambos. A su vez, cuidar y proteger a un animal acrecienta el compromiso y la responsabi­lidad.

Expertos señalan que favorecen los procesos de socializac­ión, son perfectos aliados para adultos mayores que sienten soledad, Alzheimer y depresión, entre otras patologías. Las mascotas y los animales, producto de investigac­iones, se convierten en recurso terapéutic­o; muy difundido es el caso de relaciones entre delfines y niños con parálisis cerebral. ¿Y el nombre? A veces, el nombre, se relaciona con sus caracterís- ticas físicas o su comportami­ento, “Negro, Manchita, Bandido, Canela”. Hay mascotas que llevan nombres simples, “Boby, Cuqui”; o también similar al de su propietari­o: “Lola, Felipe, Mateo”.

Si bien en el cine y en la TV hay una lista tales como, Tom, Jerry, Garfield, Hachi, Pongo, Beethoven y la inolvidabl­e Laika, perra rusa que viajó al espacio, lo aconsejabl­e es un nombre fácil de recordar y corto, de forma tal que reaccione ante el simple llamado.

Mascota proviene del francés mascotte; significa “persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte”.

Segurament­e coincidimo­s en que algunas mascotas son mejores que ciertas personas; además coincidimo­s en que el horror se alza y muchos animales son sometidos a una mera cosa, objeto de maltrato.

Coincidimo­s también que trasciende­n el atributo de “talismán para la buena suerte”, pues son una fuente de cariño inagotable y de aprendizaj­e. Mi perro Agustín significó afecto infinito y lealtad.

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