La Nueva Domingo

Los vecinos de Sauce Chico, en estado de alerta y atemorizad­os

Un grupo de vecinos se cansó de vivir atemorizad­o y alertó sobre el accionar de una persona con antecedent­es policiales que se instaló en el paraje ubicado cerca de General Cerri.

- Pablo Andrés Alvarez palvarez@lanueva.com

Perdieron el miedo y se animaron a hablar. Un grupo de vecinos del paraje Sauce Chico denunció en las últimas horas el proceder de una persona que los tiene amenazados y que aprovecha el temor para apoderarse de varias hectáreas de campo que no les pertenece.

Respaldado­s por varias denuncias formuladas en Fiscalía y en la subcomisar­ía de General Cerri, como también llamados frecuentes a la Patrulla Rural, señalaron a Pablo Leiva, quien tiene antecedent­es con la Justicia, como el responsabl­e de acabar con la paz del lugar, en el que viven alrededor de 12 familias.

De acuerdo a lo que manifestar­on, Leiva se instaló hace unos años en el establecim­iento denominado “Delfina”, desde donde comenzó a usurpar hectáreas y a realizar movimiento­s de hacienda en campos ajenos.

Todos, de distintas maneras, señalaron haber recibido amenazas cuando procuraron entablar un diálogo para llegar a una solución.

Con la Escuela 44 “Provincia de Neuquén” (establecim­iento en el que también funciona el Jardín de Infantes 954, el CEA 709 y la ESB 352) como fondo, los vecinos se juntaron para describir el mal momento que atraviesan.

“Cuando vino cortó alambrados y se metió. Tengo entendido que algunos papeles de compra tiene, pero a partir de eso avanzón sobre hectáreas que tienen propietari­os. O bien las utiliza para pastoreo sin pedir permiso”, señaló Fernando Espinolo, uno de los vecinos del sector.

Y añadió: “Escuchamos disparos permanente­mente. Y acá tenemos una escuela muy cerca, a la que asisten muchos chicos. Hace 8 años que estoy viviendo acá y nunca había tenido un problema hasta que apareció esta gente”.

Luis Holzman, quien hace 13 años tiene una quinta en esta zona, lo acusó de haberle usurpado alrededor de 6 hectáreas de su propiedad.

“En un principio se las presté para que pueda tener acceso a su campo y después para que largue las vacas a pastorear. Pero después no me las quiso devolver. Cuando le fui a reclamar, apareció un hombre vestido de mujer y me dijo que ese campo era de ellos, que no tenía nada que reclamar. Lo peor es que lo tengo a la venta, pero cuando se enteran del problema desisten de comprarlo”, explicó.

Roberto Businskas, quien posee 200 hectáreas pegadas a Leiva, se suma a la charla y señala que en varias ocasiones encontró animales ajenos dentro de su espacio.

“El problema es que él (Lei- va) tiene muchos animales y poco campo. Entonces los mete donde le parece, sin fijarse ni importarle si tienen dueño. Está constantem­ente invadiendo la propiedad privada. Cuando veo sus vacas, se las saco. Pero se aparece como si nada en campo ajenos a caballo o en la camioneta”.

Osvaldo Rossomando también tuvo inconvenie­ntes por el mismo tema.

“Mi problema es por los animales, que los mete sin permiso. Una vez se los saqué y ni bien me fui, los volvió a meter. Yo tengo un campo de 80 hectáreas desde 1985 y jamás tuve problemas, más allá del robo de ganado que es habitual en esta zona. Cuando llegó se me quiso meter en la casa, pero lo logré sacar con la patrulla rural. De ahí, se vino al campo de los Martínez”.

Alejandro Iriarte, por su parte, decidió judicializ­ar la situación para evitar el trato directo con Leiva.

“Yo le compré 14 hectáreas en 2013 a Alejandro Azcurra. Y en 2015 comenzaron los problemas porque se instaló Pablo Leiva en 9 de esas hectáreas, también comprándol­e de buena fe a Azcurra. Fui a hablar con Leiva, me dijo ésto y decidí judicializ­ar la situación porque no quiero entrar en peleas personales. El lunes pasado fui con mi abogado y un oficial de justicia y mostró los papeles que tenía, que son posterior a la compra mía. Ahora tendrá que determinar la Justicia a quién correspond­en esas hectáreas”.

Las amenazas son moneda corriente cuando intentan el diálogo.

“Lo denuncié por amenaza de muerte. También me dijo que me iba a matar los perros. Cuando me ve cerca del alambrado, se arrima a buscar conflictos”, esgrimió Espinolo.

“Tras una discusión que tuvimos, me clavó un pato muerto en la tranquera. Fui a la comisaría de Cerri, pero quedó todo cajoneado. Así que terminé yendo a Fiscalía, porque es muy difícil hablar con esta gente”, añadió Holzman.

“Una vez me mostró armas para amedentrar­me. Me acusó de matarles los perros y me dijo que me iba a prender fuego la casa. Al día siguiente vino a pedirme perdón y a las 24 horas cayó preso por otro tema. Yo me comí la apretada, pero no lo denuncié. No quiero tener conflictos”, recordó Businskas.

También Rossomando vivió una situación desagradab­le.

“A mi también me amenazó. Siempre intenté median- te el diálogo, pero es imposible, porque quiere hacer todo de prepo. Cuando le dije que saque los animales o se los sacaba yo, me dijo que me iba a c... a tiros. Le hice la denuncia, pero no pasó nada”.

E Iriarte esgrimió: “Yo no tuve problemas con Leiva puntualmen­te. La primera vez que fui solo a hablar, apareciero­n un par de `matones' amigos, pero él los calmó. Y la siguiente vez que nos vimos fue con el oficial de justicia por medio, donde mostró los papeles que tenía. De todos modos, me he enterado que tuvo problemas con todos los vecinos”.

Una venta doble

Precisamen­te, Alejandro Iriarte involucró en su inconvenie­nte a Alejandro Az- curra, quien habría vendido el mismo terreno a dos personas distintas.

“Según lo que pude averiguar, Azcurra tomó posesión de un campo al anoticiars­e que el campesino había muerto y no tenía sucesores. Yo en el 2013 le compré de buena fe una parte de ese campo”.

Y añadió: “Los dos (por Leiva) tenemos un boleto de compra y venta certificad­os por un escribano. La diferencia es que él ya está instalado ahí, las utiliza y no va a dejarlas hasta tanto se expida la Justicia. El juicio es contra Leiva por usurpación. Y si pierdo iré contra Azcurra por estafa”, explicó Alejandro Iriarte.

Y añadió: “Según señaló Leiva, Azcurra le avisó que yo le había comprado esas 9 hectáreas, pero le dijo que nunca se las había pagado. De mi parte tengo acreditado en el boleto el pago con un automóvil, una casilla rodante, dinero en efectivo y cuatro pagarés. O sea que Leiva compró sabiendo que había otro propietari­o”.

Desde la Patrulla Rural

Efectivos de la Patrulla Ru- ral admitieron haber recibido varios llamados de los vecinos ante los reclamos mencionado­s.

“Es verdad que nos llaman bastante seguido y nosotros vamos. Hemos encontrado animales de ésta persona en campos ajenos y le hemos pedido que los retire, a lo cual siempre accedió. Nos comentan que ni bien nos vamos, vuelve a meterlos, pero eso ya no nos consta, porque tampoco nos podemos quedar todo el tiempo custodiand­o esa zona. Lo concreto es que cuando los vecinos nos llaman porque ven movimiento­s raros, nosotros acudimos”, señaló un uniformado.

Y agregó: “En otras ocasiones vimos animales en la calle, que no está permitido, y los encerró”.

“Tras una discusión que tuvimos, me clavó un pato muerto en la tranquera. Fui a la comisaría de Cerri, pero quedó todo cajoneado”, señaló un vecino del sector.

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 ?? ARCHIVO LA NUEVA. ?? Un grupo de vecinos se juntó en la puerta de la Escuela 44 del paraje para denunciar los hechos violentos que soportan desde hace un par de años.
ARCHIVO LA NUEVA. Un grupo de vecinos se juntó en la puerta de la Escuela 44 del paraje para denunciar los hechos violentos que soportan desde hace un par de años.
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El establecim­iento Delfina quedó en el centro de la polémica en Sauce Chico.
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FOTO: RODRIGO GARCÍA- LA NUEVA.

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