La Nueva Domingo

Domingo. Aplausos

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a segunda parte de la pentalogía de películas ambientada en el tan exitoso como lucrativo universo narrativo de Harry Potter se llama

Ly se estrenó esta semana en los cines de todo el país con la ambición de atraer nuevamente a los fanáticos de la saga del joven mago.

Con el regreso del ganador del Oscar, Eddie Redmayne, como el magizoólog­o Newt Scamander, la producción de aventuras es el nuevo episodio del creado por la escritora inglesa J. K. Rowling.

Varitas, pociones, encantamie­ntos y, por supuesto, bestias fantástica­s, son de la partida en una trama que procura dejar en segundo plano el aire inocente de su predecesor­a de 2016

y recuperar el tono oscuro de las últimas películas de la saga de Harry terminada en 2011.

Es que más allá de las aventuras de Scamander, la película está atravesada por la oposición entre el bien y el mal, así como por otros temas como el autoritari­smo, la intoleranc­ia y el racismo, aquí de los magos de sangre pura contra los no magos.

Ambientada en la París de la década del 20, la trama exhibe los crímenes del mago tenebroso Gellert Grindelwal­d (Johnny Depp) e introduce como su antítesis a un joven Albus Dumbledore (Jude Law), el poderoso he- chicero que décadas más tarde se convertirí­a en mentor y figura paterna para Harry.

Grindelwal­d se revelaba en todo su esplendor al final de la primera película, aunque con ayuda de Scamander había sido apresado por la autoridade­s mágicas.

Tras conseguir escapar, el mago oscuro buscará agrupar a tantos seguidores de sangre pura como le sea po- sible e instaurar su dominio sobre todas las criaturas no mágicas del mundo.

Nacidas como simples anécdotas tanto en los libros como en las películas originales, una mitología mágica para robustecer la creación de un universo, la segunda pieza cinematogr­áfica de

comienza a expandir y a conectar la nueva saga con la original.

El paralelism­o entre Grindelwal­d y el Lord Voldemort (Ralph Fiennes) que sembraba el terror en además de la reutilizac­ión de los arquetipos mencionado­s, no es casual.

La conexión de ambas sagas aparece como necesaria para convocar y luego mantener a legiones de fanáticos que, a diferencia de lo que ocurría con las películas de Harry, no pueden encontrar estas aventuras en libros publicados previament­e.

La fidelidad de los “pottermaní­acos” se sostuvo después del final de la historia con pequeños libros, una obra de teatro, videojuego­s, parques de atraccione­s o comunidade­s en internet, como el sitio pottermore.com, en el que la propia Rowling introduce datos, curiosidad­es y novedades.

Por ello, parece claro por qué la Warner Bros y Rowling --devenida no solo en productora sino en la guionista de las nuevas películas-- eligieron como director al británico David Yates, quien también estuvo detrás de cámara en los últimos cuatro filmes de Harry Potter.

Con todos esos elementos, esta décima obra es una apuesta segura para sumar una buena cantidad de dólares a los 8.500 millones que recaudó hasta ahora la franquicia, aún lejos pero firme en el tercer puesto detrás de Marvel y

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