Los dilemas o el daño autoinfligido
Mauricio Macri no necesitaba más problemas que los que ya tenía y que le demandaban todo el esfuerzo de su administración para encontrarles una salida. Principalmente, enderezar la economía de bolsillo hacia horizontes un poco más amigables para un ciudadano que dice en cualquier encuesta que ahora le cree poco y nada al Gobierno, que descuenta que su situación durante el año que viene seguirá igual o peor.
El presidente venía batallando y lo sigue haciendo, contra ese karma que se instaló desde abril pasado y que provocó la caída en la imagen del presidente y del Gobierno y abrió fundadas dudas sobre la suerte electoral que podría correr el proyecto de la reelección. Recién ahora, para cerrar este círculo, la economía al menos pareciera haber tocado fondo e iniciado una lentísima recu- peración, a caballo de un dólar calmo y hasta de acuerdos por bonos navideños en la mayoría de los sindicatos y también en el sector público, que le augurarían una cierta paz para atravesar diciembre. No da para descorchar pero no es poco si se revisan los escenarios levantiscos y caóticos que se auguraban hace un puñado de semanas.
Recién esta semana los argentinos se anoticiaron por boca de fuentes del propio Gobierno que todo ese desbarajuste, o casi, fue culpa del propio Gobierno, de su mal manejo de la política de tasas que se llevo la cabeza del extitular del Central, Federico Sturzenegger, a quien nadie duda ahora en apuntar como el malo de la película. La política es hereje por definición, vaya novedad.
Ese daño autoinfligido sería poco a estas alturas si se lo compara con la pelea interna de Cambiemos que ahora mismo pone en jaque el des- tino de la coalición.
En este caso son los radicales los que acusan de mala praxis al macrismo por no haber batallado lo suficiente para retener la silla en el Consejo de la Magistratura que perdió Mario Negri a manos del ultracristinista Eduardo "Wado" De Pedro. Por decirlo de un modo liviano. Hay correligionarios que sospechan directamente de un acuerdo por debajo de la mesa del macrismo con el PJ federal a cambio de favores recibidos en el tratamiento del Presupuesto. Rogelio Frigerio es en este caso el apuntado, y en alguna medida también el peronistamacrista Emilio Monzó. Ambos no habrían movido un dedo, de ser certera aquella suspicacia, sin el aval de Macri y de Marcos Peña.
La interna no es sólo por eso. El radicalismo, enojado, amenaza ir por más y por un lado pelear directamente mano a mano el armado de listas. El mendocino Cornejo ya avisó que no quieren macristas en las listas de las provincias que gobierna el radicalismo. Por el otro, nadie en el partido de Alem podría jurar ahora mismo que está saldado el tema de la composición de la fórmula presidencial para 2019. ¿Reclamarán el número dos del binomio? ¿O no se bajarán de la idea de ir con fórmula propia a unas PASO? Final abierto dicen los que siguen de cerca el tema. "Solo les inte-