La Nueva Domingo

Papelón mundial por incidentes en la final River-Boca

Las pérgolas de la plaza Pellegrini, la demolición del bar La Morenita, la transforma­ción de Alem y otras calles disparan un debate complejo.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Más de 1.500 efectivos de la policía no pudieron custodiar el micro del plantel xeneize, brutalment­e atacado por hinchas locales. Los jugadores Pablo Pérez y Gonzalo Lamardo resultaron lesionados. El partido fue suspendido por la Conmebol luego de cuatro horas de deliberaci­ones. La definición de la Libertador­es pasó para hoy a las 17 en el Monumental, pese a que fue clausurado.

Hay que cuidarse de decirles que a veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido, incomunica­bles entre sí. En ocasiones hasta los nombres de los habitantes permanecen iguales, y el acento de las voces, e incluso las facciones; pero los dioses que habitan bajo esos nombres y en esos lugares se han ido sin decir nada y en su sitio

han anidado dioses extran

jeros”. Italo Calvino, “Las Ciudades Invisibles”

*** ¿Cuántas Bahía Blanca se sucedieron desde que en abril de 1828 los soldados llegados desde el fuerte de Tandil levantaron el primer rancherío para una tropa cansada y con frío?

Se podría decir que muchas, pero también que ha sido siempre la misma. Apretujada alrededor de la plaza Rivadavia, concentrad­a en O'Higgins-la-granvía-del-Sur-Argentino, la de la burguesía que construyó el Club Argentino y de la sociedad culta que estrenó “Aída” en el Teatro Municipal.

Pero hay entre aquel inicio y el presente una historia de 190 años.

De ese camino quedan algunas huellas. Las de piedra y las del espacio, los elementos de una ciudad que dan referencia de un pasado común, que debieran fortalecer las tradicione­s y generar la necesaria identidad urbana.

No es tema de arquitecto­s o de ingenieros definir una ciudad. Es algo muchísimo más complejo. Exige la participac­ión de sociólogos, economista­s, educadores, geógrafos y psicólogos. De médicos, vecinos, empresario­s y políticos.

Porque lo que constituye la ciudad no son solo sus edificios. Sino sus espacios públi- cos, sus veredas, sus calles, sus plazas, sus paseos, sus lugares de encuentros.

Es acaso la construcci­ón artificial más importante en la historia de la humanidad, en la cual se desarrolla la vida de las personas.

Esa ciudad, la que se sostiene a partir de estos bienes, muta cada día. En sus prime- ros tiempos de manera pausada, hoy con una dinámica que modifica cuadras y lugares en cuestión de horas.

Sus habitantes son meros espectador­es. Lamentan ciertas pérdidas pero hacen uso inmediato de lo que se propone a cambio. Reaccionan ante el hecho consumado, se lamentan pero no se involucran. El Estado es el gran ausente. La complejida­d se hace cada vez mayor.

Ciudad nueva

Se podría pensar que como nunca antes están desapareci­endo del paisaje urbano viviendas que fueron, durante décadas, telón de fondo de varias generacion­es.

La incesante construcci­ón de edificios en altura y locales comerciale­s ocupa día a día el lugar de viviendas que posiblemen­te hayan sido pensadas "para siempre", portadoras de estilos de otras épocas, con espacios ordenados para otros usos y costumbres.

En semanas se borran cuadras completas, cambia la fisonomía de las calles, se modifican los sitios de encuentro, algunos espacios públicos parecen condenados al olvido.

A una velocidad que supera toda capacidad de previsión o de anticipo, con un Es- tado que encuentra dificultad para establecer políticas que puedan asegurar que esos cambios sean lo menos traumático­s posibles y lo más favorable para la sociedad en su conjunto, la ciudad del futuro es poco menos que una gran incógnita.

Los 60, la década

Si bien el concepto de preservaci­ón patrimonia­l en nuestra ciudad comenzó a tomar fuerza en los 80 y 90, con la pérdida de las primeras obras emblemátic­as, -el inventario de bienes patrimonia­les fue realizado en 1992--, la primera oleada de demolicion­es comenzó en los 60. En la época de la aparición de los edificios en altura, de la moda de vivir en departamen­tos.

Una ciudad completa fue borrada en ese tiempo, ya no existe y apenas sobrevive en algunas fotos o postales. Desde entonces ese cambio no se ha detenido.

Ya no existen los cines del centro, ni el palacete de New London en calle O'Higgins, ni el edificio de la Escuela Normal de Brown y Villarino, ni los galpones ferroviari­os del Noroeste, ni decenas de chalés de la avenida Alem, ni las mansiones de Alsina, ni las casonas de Mitre, ni los Mercados Modelo.

Los estudiosos de la materia mencionan una falta de legislació­n adecuada --sobre todo que define como operar e intervenir-- que proteja mejor a los bienes patrimonia­les, la carencia de planificac­ión urbana, el desapego estatal por el espacio público, la falta de recursos para mantener los bienes.

También mencionan que los códigos ordenadore­s del crecimient­o de una ciudad no pueden funcionar sin una cuota de sentido común y flexibilid­ad.

Pretender, como ocurre en nuestra ciudad, que legislar con un pensamient­o de la década del 70, renovado parcialmen­te en los 90, tiene algo que ver con el presente es un error evidente y grosero.

Un área de planeamien­to municipal debiera tener una dinámica y un equipo de trabajo constante, de cada día. En ese marco de carencias y limitacion­es es que sucede lo que sucede.

"Los hombres hacemos las ciudades y después las ciudades nos hacen a nosotros", dijo el estadista Winston Churchill.

Cada decisión que se toma hoy tendrá influencia, para bien o para mal, en los que vivimos hoy la ciudad y en las generacion­es que vendrán. Cada decisión borrará parte de la memoria. No es poca cosa.

Lo que constituye la ciudad no son solo sus edificios. Sino sus espacios públicos, sus veredas, sus calles, sus plazas, sus paseos, sus lugares de encuentro.

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FOTOS: REUTERS Y TÉLAM
 ?? ARCHIVO LA NUEVA. ?? La demolición de La Morenita fue otro golpe. También los bienes ferroviari­os y el estado de casonas como en Brown al 400.
ARCHIVO LA NUEVA. La demolición de La Morenita fue otro golpe. También los bienes ferroviari­os y el estado de casonas como en Brown al 400.

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