La Nueva Domingo

Drogas que duelen: la historia de la menor que delató a su madre

¿PUEDEN LOS MÁS CHICOS ROMPER ESE CÍRCULO INSANO?

- Redacción de La Nueva. info@lanueva.com

En Villa Nocito, a metros de donde mataron a Claudio “Caco” Cabrera el pasado fin de semana, conmueve otra historia atravesada por las drogas y el delito. Una chica de 14 denunció a su madre por narco. La investigac­ión avanzó, hubo allanamien­tos y tres detenidos de eslabones superiores de la cadena.

Yo te voy a ser sincera, acá vendo 'porros' y esas cosas". Así, con una franqueza que impacta, Natalia recibió a Mili, su hija de 14.

Para la adolescent­e, la sorpresa por la respuesta de su madre biológica superó al disgusto que le había generado, poco antes, la discusión con su tutora Norma.

"Me vuelvo con mamá", le había dicho Mili a Norma.

Pero no tardó mucho en arrepentir­se. "Mi mamá ven- de droga y está en la 'gilada'", le dijo, cuando ya tenía decidido volver.

Llegó a pasar algunas noches antes de pegar la vuelta. Su mamá le mostraba "un polvo blanco y unas pastillas de color celeste" y ella veía como -en principio de madrugada- entraba y salía gente de la casa "como si nada". Todos "clientes".

Una mañana Mili tuvo que acompañar a su madre hasta un quiosco que también era "quiosco", siempre en Villa Nocito.

Una chica las atendió a través de una ventana con rejas. "Dame 10 pesos en caramelos", le dijo Natalia a la comerciant­e, que también era "comerciant­e".

Mili vio como a su madre le entregaban una bolsa con La traumática experienci­a de su hija adoptiva movilizó a Norma para ir a la policía y le permitió al fiscal Mauricio del Cero avanzar con la investigac­ión. golosinas, que también contenía unas "bochitas" y otra bolsa negra donde guardaba un tronco de color verde amarronado.

Cuando volvieron a la casa, Natalia puso en marcha la licuadora y trituró el vegetal.

Lo mismo pasó otro día, cuando fueron hasta lo de una pareja en la calle Francia, frente a la Biblioteca Gabriela Mistral, porque tenían que armar más cigarrillo­s de marihuana.

Regresaron con una bolsita que le había entregado un hombre. Su mamá sacó la sustancia verde y le dijo a Mili, casi con tono de advertenci­a: "Ya sabés lo que tenés que hacer". Y le alcanzó la licuadora.

“No lo quería hacer, lo hice por miedo”

"También me pedía que le armara las 'bochitas'. Todo lo medía con los papelitos. Armó cuatro porros y los metió en una cajita arriba del placard de una de las habitacion­es", le contó Mili a su tutora, ni bien volvió.

"Yo no lo quería hacer, pero lo hice porque tenía miedo", le confesó.

Natalia buscaba que Mili aprendiera "el oficio", porque sus otros hijos -tres varones de 12, 7 y 1 año y medio que vivían con ella- todavía no estaban en condicione­s de hacerlo. Podía ser su "sucesora".

La menor no quería saber nada. Le generaba rechazo el paso de los clientes, ya no solo de madrugada sino durante todo el día. Y el viernes era peor, porque "se vendía a full".

Una de las gotas que colmó el vaso fue ver cómo su madre guardaba dosis de cocaína o pastillas debajo del colchón de la cuna del bebé.

"Sacame de acá" le rogó Mili, por mensaje de Facebook, a una policía a la que conocía.

Antes de obtener una respuesta, dijo basta. Como pudo regresó a su hogar adoptivo. Los detalles del relato movilizaro­n a Norma. No le importó que conocía a Natalia desde siempre. Fue a la comisaría Séptima y la denunció.

La traumática experienci­a de su hija adoptiva y la valentía que asumió movilizaro­n a Norma para ir a la policía y le permitiero­n al fiscal Mauricio del Cero avanzar con la investigac­ión y llegar, el mes pasado, a los tres eslabones superiores de Natalia.

"Nunca vimos una causa así", reconocier­on desde el entorno del fiscal.

Los nombres no son los

verdaderos pero la vivencia es real. La "quiosquera" y la pareja de la calle Francia fueron detenidas y en las últimas horas la jueza de Garantías Marisa Promé les dictó la prisión preventiva.

Natalia, por el momento, no está presa. En su casa no se reunieron evidencias para confirmar que vendía, como se supone.

En el caso de la pareja -que había sido noticia un año antes, cuando ella recibió un tiro en el cuello de un arma manipulada por él, pero ambos aseguraron que fue un hecho accidental-, la calificaci­ón delictiva es más pesada, porque comerciali­zaban frente a una institució­n cultural.

Ese agravante está contemplad­o por la ley, como cuando el delito sucede en la puerta o las adyacencia­s de una escuela o un club. La pena puede llegar hasta los 10 años de prisión.

Le apuntó a Natalia: “es una mugrienta”

Una carga casi tan fuerte como el testimonio de la menor que permitió delatar a su madre tuvo la declaració­n indagatori­a de la "quiosquera", que apuntó definitiva­mente contra "Natalia", aunque en su caso, por estar procesada, no declaró bajo juramento de ley.

"Me crié en la calle. Tengo 34 años y desde los 17 que consumo, pero no vendo. Soy prostituta y también consumo con mis clientes. A esta señora la conozco porque tengo un negocio y viene a comprar pan. Es una crota que deja a los chicos tirados para ir a ver a su 'macho' a Santa Fe. Tiene un hijo de cada pueblo", arremetió.

La detenida también dijo que el Servicio Local intervino varias veces en la casa de Natalia. "Hasta le han sacado a las criaturas", advirtió.

Cuando la policía allanó su "quiosco" secuestró un fajo con 12 mil pesos y un papel que decía "Nico"; otro de 4.270 pesos, con el nombre "Mati"; un tercero de 2 mil para "Fabián" y otros 2 mil que estaban destinados a "Fausto".

"A Nico le tenía que pagar las cargas virtuales y la SUBE; Mati es el chico de las cervezas; Fabián es el que me vende los helados y Fausto me lleva yogurts, maníes y otras cosas", explicó, al momento de desmentir que se trataba de dinero sucio.

"¿Si yo vendiera droga, justo a ella le voy a vender, que no tiene ni para comer la mugrienta. Lo que yo tengo es una enfermedad, una adicción. Desde chica que ando en la calle y, por lo que sé, si uno vende droga tiene que tener para fraccionar, balanza, bolsitas y a mi nunca me secuestrar­on nada de eso, lo que me han secuestrad­o es de consumo", remarcó.

La dramática historia de

La calificaci­ón legal contra dos de los tres detenidos tiene un agravante: al parecer vendían drogas en una vivienda que está frente a la biblioteca popular del barrio.

Mili y su entorno es una de las tantas que atraviesan como daga a diferentes familias flageladas por la droga en Bahía Blanca.

Una “guerra” que dejó secuelas

En agosto de 2016, un informe de este diario daba cuenta de una "guerra" que nadie veía, a 20 cuadras del centro. En esa zona.

Se trataba de la disputa de sectores del barrio Nororeste por parte de bandas de jóvenes y adolescent­es, en otra cara de la fuerte vinculació­n entre la droga y la delincuenc­ia.

Entre ellos estaba Tati, a quien, con 14 años, no le importaba matar o morir y a los 7 ya fumaba porro, escondido de su mamá.

Javo, con menos de 17, que ya acumulaba una foja de delitos importante­s y, apenas cumplió los 18, conoció la cárcel.

Y Pachu, que "se perdió" con el clonazepan y es uno de los que más se enfrentó con otras bandas. La ventana de su habitación tiene varios tiros e incluso uno quedó en la pierna de su tío, con quien vive, además de la tía y sus primos.

Hoy, a más de dos años de aquella nota, se sabe Tati, Javo, Pachu y otros menores que en aquel momento llegaron a ser consultado­s por Nueva."

"La sufrieron las gravísimas secuelas de la "guerra". Después de que “La Nueva.” visibiliza­ra hace 2 años la “guerra” entre bandas de menores en el Noroeste, al menos dos chicos perdieron la vida y hubo heridos.

Uno de ellos murió apuñalado, durante un ajuste de cuentas, dentro de la cárcel de Floresta; otro se quitó la vida cuando apenas tenía 15 y y un tercero recibió un tiro en una pierna durante un enfrentami­ento del que, aparenteme­nte, no participab­a.

Como Mili, Tati, Javo o Pa- chu, hay cientos de adolescent­es que atraviesan esta problemáti­ca como pueden, con el peso de fuertes cuadros de violencia intrafamil­iar, desigualda­des sociales y económicas y vínculos inevitable­s con las drogas y el delito.

El gran desafío es saber de qué manera pueden (¿pue- den?) escapar de un círculo insano y destructiv­o que los encierra casi desde el momento que nacen.

Da la sensación que son los menos quienes ven la luz de salida. Otros quedan atrapados para siempre y muchos encuentran un camino de escape que trágicamen­te no es el correcto.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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 ??  ?? Inglaterra y Río Atuel. En esa zona de Villa Nocito se gestó la historia de “Mili”. Cerca de ahí mataron a “Caco” Cabrera.
Inglaterra y Río Atuel. En esa zona de Villa Nocito se gestó la historia de “Mili”. Cerca de ahí mataron a “Caco” Cabrera.

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