La Nueva Domingo

Cristina, en el centro de las miradas

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

Todos hablan de Cristina Fernández. Pareciera, sin ir más lejos, que el resultado de las elecciones presidenci­ales del año que vienen gira casi exclusivam­ente en torno a ella. Qué hará, si competirá o se preservará, a quién bendecirá en ese caso, si propondrá una amplia coalición peronista bajo el lema "todos adentro, nadie afuera" , con el único y declarado propósito de derrotar a Mauricio Macri.

Cristina disfruta de esa centralida­d, tan afín a su personalid­ad y a su desmesurad­o ego demostrado en sus ocho años al frente del poder, que hasta celebra con catarata de tuits las nuevas amenazas judiciales que se ciernen sobre su cabeza. Y sobre su libertad ambulatori­a. Tanto, que se permite cometer la infantilid­ad de atribuir sus nuevos procesamie­ntos por la causa de los cuadernos y los hoteles de su familia a una imposible asociación entre el Gobierno, el "Partido Judicial" y los "medios hegemónico­s".

No cabe en su cabeza, tan centraliza­da, que el periodismo disponga de buenas fuentes judiciales que les permitiero­n anticipar en algunos días lo que se estaba cocinando en el despacho del juez Bonadío y en la ratificaci­ón de sus acusacione­s contra la doctora por ser jefa de una asociación ilícita que hizo la Cámara Federal porteña. Para Cristina ocurrió al revés: Macri, Clarín y La Nación le dictaron el fallo a los camaristas que convalidar­on el pronunciam­iento de primera instancia.

En el Gobierno todos hablan de Cristina. Y, en el colmo de esa casi desesperac­ión por mantenerla bien alto en el centro de la escena, hasta la ponderan. Resultan antológico­s los elogios que le ha dispensado en los últimos días Jaime Durán Barba, que poco menos que le atribuye a la expresiden­ta las chances de ganar en primera vuelta en octubre de 2019.

Si hasta María Eugenia Vidal hizo su aporte, más impensado todavía, cuando valoró su "rol de mujer en la política", lo que hizo que ella fuese "mejor gobernador­a".

Muy pocos, si acaso algunos en el mundo de la política y el periodismo, ignoran que la estrategia del consultor ecuatorian­o, en sociedad con Marcos Peña y con la venia de Macri, pasa por levantar todo lo que se pueda el perfil de Cristina para ubicarla como la rival excluyente de Cambiemos dentro de diez meses.

Ya lo dijo Sergio Massa aunque no descubrió la pólvora: "El Gobierno le mete anabólicos a las encuestas sobre intención de voto de Cristina".

Claro que ese "apoyo" del macrismo a la candidatur­a de Cristina tiene su doble fondo, como en los trucos más elementale­s: evitar por un lado cualquier amago de unidad de todo el peronismo detrás de su figura, o con otro candidato que cuente con su bendición aunque ella sea entre bambalinas la que maneje los hilos.

Ya lo ha dicho no con poca razón uno de los estrategas políticos de la Casa Rosada: "mirado objetivame­nte, si tenemos que enfrentar a todo el peronismo unido detrás de un solo candidato, nos pueden hacer un hueco...". La otra pata de la urdimbre que no se ve en la escena es meter miedo en la sociedad, en los empresario­s y en los potenciale­s inversores sobre una posible vuelta al "peor populismo chavista y revanchist­a" que sobrevendr­ía en el país si Cristina regresa el año que viene a la Casa Rosada.

Pequeño detalle sería mencionar que en el Gobierno, y en un plano más amplio de Cambiemos, empezando por el radicalism­o, no todos están de acuerdo con la estrategia de "levantar" a Cristina en las encuestas.

Hay quienes lo consideran un paso altamente riesgoso en momentos en que la doctora se mantiene como la dirigente opositora más votada si las elecciones fuesen hoy, en un empate técnico con Macri, y en algunos ca- sos un par de puntos por encima del presidente, según los sondeos.

Peor todavía, advierten, el humor social ha mutado de mal en peor frente a un Gobierno que no le encuentra la vuelta a la economía de bolsillo, y que rendido ante la evidencia lo único que propone es más paciencia y aguante, al menos hasta que culmine el primer semestre de 2019. "Todavía nos faltan meses muy duros", recono- ció el propio Macri ante los obispos de la Conferenci­a Episcopal.

Queda como recurso para enderezar aquellos ceños fruncidos el mensaje con el que ahora el Gobierno busca recuperar imagen (y votos) ante el tejido social: el riesgo país récord que nos coloca en el mismo club que Venezuela, Zambia y Mozambique no obedece tanto a la desconfian­za que genera el Gobierno de Macri sino al temor de un regreso de Cristina. La dupla Durán BarbaPeña siempre tendrá un nuevo conejo para sacar de la galera.

El peronismo también habla de Cristina. Habla el senador Pichetto para reafirmar que el Senado no le quitará los fueros a menos que exista sentencia firme de las causas que la embretan. En Alterna- tiva Federal, la tercera fuerza que busca instalar el antikirchn­erismo con Pichetto, Massa, Schiaretti y Urtubey como socios fundadores, anhelan que la doctora derrape y no sea candidata.

Saben que de lo contrario ninguno de ellos tiene chance. Ahora le proponen, aunque más le sugieren con medias palabras, que acepte ser parte de un panperonis­mo institucio­nal, democrátic­o, pero sólo como parte "en modo Heidi" de ese armado. Nunca como la dueña. Es lo que sin decirlo quiso decir Massa el jueves. O como pide Manzur: "Con un nuevo liderazgo, pero con todos adentro".

Desde sus oficinas del Instituto Patria, donde recibe cada vez a más ovejas descarriad­as, o desde la placidez de El Calafate, Cristina goza de su centralida­d. Macri también, susurran a su lado.

Hay que mencionar que en Cambiemos no todos están de acuerdo con la estrategia de “levantar” a Cristina en las encuestas.

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ARCHIVO LA NUEVA. Desde el Instituto Patria o el Calafate, Cristina recibe cada vez a más ovejas descarriad­as.
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