El premio del Fondo Nacional de las Artes “viajó” a Bahía Blanca
“Considero que lo más importante es escribir y no más que eso”, señala Ignacio Uranga, de 36 años, que acaba de recibir un gran reconocimiento en la categoría Poesía.
Ignacio Uranga, bahiense, licenciado en Letras egresado de la Universidad Nacional del Sur y también taxista, disfruta por estas horas de un logro inimaginable: el premio en la categoría Poesía otorgado nada menos que por el Fondo Nacional de las Artes.
Nacido en el barrio Colón, de 36 años, Ignacio estudió seis idiomas, Música y Teología.
Sus libros fueron publicados en México, Nicaragua, Guatemala, USA, Brasil, Perú, Paraguay, Puerto Rico, Chile, España, Portugal y Argentina, y fueron traducidos al inglés y al portugués.
“No imaginaba el taxi ni Nueva York. La vida tiene esas cosas: no sabés dónde vas a estar en 5 minutos. Uno lo que intenta hacer es establecer la previsibilidad, es decir, en mi caso estudié licenciatura en Letras, una carrera extensísima. Lo previsible era que trabajara de eso y devolviera al Estado lo que invirtió en mi educación. Pero no invirtió sino que gastó, dado que no me puedo volver, en términos marxistas, fuerza productiva como licenciado en Letras”, reflexiona Ignacio.
“Manejar el taxi me costó mucho, es un duelo el hecho de no tener el tiempo para leer y para escribir. Ahora, después de un año, ya me acostumbré. Trato de tomar lo bueno: me hice amigo de mis compañeros, a los que respeto mucho y aprecio. Trabajan muchísimas horas al día, igual que yo, y se merecen todo mi respeto”, agrega.
Y sintetiza: “Como dijo Bertolt Brecht, “una sociedad que trate así a sus escritores, no puede estar lejos del desastre”.
“El tema no es en qué trabaje cada uno, el fondo del tema de este país es la educación. No se puede empezar a construir una casa desde el techo”. --Sin dudas este premio resultó todo un aliciente pa-
El tema no es en qué trabaje cada uno, el fondo del tema de este país es la educación. No se puede empezar a construir una casa desde el techo”.
ra su carrera profesional...
--Sí, es muy importante. El premio es nacional, la sede está en Buenos Aires. Pero no viajé a recibirlo. Me incomodan la exposición y la burocracia de la literatura. --¿La burocracia de la literatura?
--Considero que lo importante es escribir y no más que eso.
--¿Este premio le había sido otorgado en otra oportunidad también?
--No era exactamente este premio. Anteriormente obtuve el Fondo Municipal de las Artes, que se trata de un reconocimiento muy importante en Bahía Blanca, un fondo de las artes destinado a difundir y apoyar a los artistas locales. Pero en esta oportunidad el premio viene del Fondo de Nacional de las Artes, es decir, se competía a nivel país.
--¿Qué significó en lo personal y en lo profesional haber recibido el premio?
--En lo personal, había olvidado por completo que estaba compitiendo con un libro. De hecho, cuando me llamaron, imaginé que se trataba de un pasajero que me pedía lo buscara en el aeropuerto. --Claro, porque usted maneja un taxi...
--Sí, regresé de los Estados
Unidos y me puse a manejar un taxi. Soy licenciado en Letras y taxista.
--Estuvo poco tiempo atrás radicado unos meses en los Estados Unidos ¿Cómo fue esa experiencia?
--Editaron una obra allá que reúne distintas partes de libros míos (una antología personal) y fui invitado a presentarlo en Puerto Rico y en Nueva York al Festival Internacional de Poesía y también a otros eventos. --¿Qué tareas realizó específicamente?
--Me contrataron para llevar a cabo algunos debates y conferencias (la palabra conferencia es incómoda en Argentina, pero muy común en el exterior). Después me propusieron hacer el doctorado en Nueva York y dar clases en la universidad. Previamente estuve en México, donde fui enviado por la Embajada Argentina a presentar un libro a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Antes pasé por DF, estuve invitado a leer en el Fondo de Cultura Económica. Finalmente, por circunstancias familiares decidí regresar a la Argentina. “Merecedor” --¿Cuál fue el libro merecedor del premio?
--Tiene un título difícil: “Al grave aparecer de lo que ser ahí”. Demoré muchísimo en escribirlo, lo empecé hace ocho años. Y, la verdad, no sé si fue “merecedor” del premio. --¿De dónde nace su vocación en Letras?
--Casi de casualidad, diría. Alrededor de los 14 años empecé a leer, o quizá un poquito antes. Cuando cursaba la primaria había una disposición buenísima en la escuela Nº 34 “José Manuel Estrada” que exigía una hora de lectura. Creo que ahí empecé a leer. Después conocí a Miguel Vidal, profesor del Colegio Nacional Nº 1, que me mostró el camino de la escritura. En esa época leía filosofía. Releía una y otra vez a Descartes. Pero me dedicaba a la música, y era eso lo que quería. Cuando terminé el secundario me anoté en la universidad para ver de qué se trataba.
Iba a anotarme en Física o en Filosofía. Y por esas cosas de la vida terminé anotándome en Letras. --¿Qué sucedió con la música?
--Conocí la literatura y entendí qué era lo que quería en mi vida. Hay un momento en que uno se da cuenta para siempre quién es, decía Borges. Entendí cuál era el amor que me iba a acompañar toda mi vida, y era este, la literatura.
--Volviendo a la escritura ¿cuál fue su primer libro? ¿Fue premiado en otras ocasiones?
--Mi primer libro se denominó “El ella real”, del año dos mil y algo. Después vinieron algunos libros más y sí, también algunos premios. --¿Escribe solamente poemas?
--Hace unos años me otorgaron una beca y escribí una novela, todavía inédita. Es un policial absurdo, muy cercano al Quijote, que transcurre acá, en Bahía Blanca. Una novela breve a la que imagino hecha película y actuada por Diego Capusotto. Escribí algunos ensayos también y textos de filosofía.
--¿Cómo observó en los Estados Unidos, en Puerto Rico y en México el tratamiento de esta temática?
--En México, por ejemplo, existen programas que permiten a los escritores vivir un dedicados por entero a escribir. Lo mismo en USA, donde incluyo a Puerto Rico, que es territorio norteamericano. En cualquiera de estos países existen especializaciones en escritura creativa, con sus respectivos másters y doctorados. Al margen de esto, por ejemplo, en los debates en los que participé, los profesores que tienen mi edad, todos poseen casa propia y, al menos, dos autos. No es que esté elogiando la máxima expresión del capitalismo, porque es claro que en absoluto estoy a favor, sino que hablo de algo que tiene que ver con la dignidad de la vida. Hay un arquetipo que se repite en todas las culturas desde tiempos inmemoriales, allá en los pueblos de la Mesopotamia, y el arquetipo repite que el hombre precisa para vivir cuatro cosas: comida, agua, vestido y casa. --¿Cuál es su sueño, su desafío profesional?
--Si es por deseo, que haya voluntad política de fomentar la educación en este país. Si es por soñar, sueño que haya voluntad política de fomentar la educación en este país. Sin educación, el futuro es inviable, es como querer construir una casa desde el techo.
Mi primer libro se denominó ‘El ella real’, del año dos mil y algo. Después vinieron algunos libros más y sí, también algunos premios”.