Actividad física, un hábito para sentirse bien en todo el año
Mantenerse en movimiento es clave para la saludo. Argentina es uno de los 20 países donde el sedentarismo está a la orden del día.
La Argentina es uno de los 20 países que menos actividad física realiza, según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocupando el puesto 18 de sedentarismo entre los 160 países investigados.
El verano puede ser una época de mucha presión física y emocional, donde muchas veces se expone al cuerpo al máximo para lograr los resultados que no se buscan durante todo el año.
Muchos consideran la actividad física como el secreto para sentirse bien.
De hecho, el cuerpo está genéticamente diseñado para moverse y es por esa razón que el ejercicio físico regular es la “medicación” indicada para todas las personas para lograr un correcto funcionamiento del cuerpo, incluso para transitar de mejor modo el tiempo y las patologías que el cuerpo va vivenciando a medida que pasan los años.
Mariana Dércoli, licenciada en kinesiología y fisiatría de Prolosalud, explicó que “ya no quedan dudas de los innumerables beneficios que presenta para la salud la actividad física regular”.
En ese sentido, Dércoli señaló que la actividad física “permite controlar el peso y ayuda a prevenir la obesidad, reduce el riesgo de enfermedades, fortalece el corazón, mejora la circulación, ayuda a controlar la presión arterial y los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre y permite controlar los niveles de glucosa en sangre e insulina”.
“Además, ayuda a reducir el riesgo de padecer o a controlar el Síndrome Metabóli- co y Diabetes tipo II, mejora la salud mental y el estado de ánimo, ayuda a lidiar contra el estrés, fortalece huesos y músculos, aumenta la flexibilidad, movilidad articular y flexibilidad y ayuda a controlar la postura”, remarcó la especialista.
Por tal motivo, la kinesióloga indicó que “es de suma importancia que la rutina de ejercicio esté adaptada de acuerdo a los requerimientos de cada persona, según su edad, capacidades y limitaciones”.
“Cada uno hace lo que pueda, lo mejor que pueda. Los beneficios de la actividad física permanecerán mientras se continúe con la ejecución regular del ejercicio. Hay que lograr crear el hábito de moverse durante todo el año”, añadió. Pensando en el corazón
“Entrenar en forma segura es la puesta en práctica de los consejos del médico luego de evaluar los resultados de los estudios solicitados, si es que éstos no impiden la práctica de ejercicio. La planificación de un entrenamiento y las intensidades del mismo deben guiarse de acuerdo a los objetivos que se deseen alcanzar” recomendó Oscar Mendoza, cardiólogo especialista en Deportología del Instituto Cardiovascular Buenos Aires.
El término “frecuencia cardíaca segura” se refiere al rango en que un individuo puede realizar actividad física sin riesgo para su salud.
La hidratación antes, durante y después de la actividad física es fundamental para evitar los efectos dañinos de la deshidratación en el organismo: sed, incoordina- ción de movimiento, aumento desmedido de la frecuencia cardíaca, hipertermia, mareos, episodio sincopal y puesta en peligro de la salud.
Normalmente se sugiere realizar la toma de 150 a 200 cm3 de agua hasta 20 minutos antes de iniciar la actividad. Luego, cada veinte minutos de actividad continua ingerir entre 100 y 150 cm3 de agua y finalmente pasados los 40 a 60 minutos de actividad acompañar la hi- dratación con bebidas deportivas para reponer sales, hidratos de carbono y minerales.
La natación al igual que cualquier otra actividad debe cumplir los mismos tiempos de hidratación.
La alimentación es uno de los 3 pilares de la mesa del deportista (los otros dos son el entrenamiento y el des- canso), por lo tanto el asesoramiento con el especialista en nutrición deportiva es fundamental para evaluar cada caso.
Lo ideal sería buscar un profesional que elabore un plan acorde a cada persona pero si la idea es comenzar solo, lo recomendable es comenzar con 2 veces por semana, para rápidamente pasar a 3. Siempre en forma progresiva y que la dificultad sea de menor a mayor.
Cada sesión de entrenamiento deberá contar con una entrada en calor, una parte principal y por último una recuperación facilitada.
En la planificación se pueden incluir trabajos de preparación física como abdominales, nados, sentadillas, estocadas, entre otros.