La Nueva Domingo

Cuál es la disyuntiva de Macri

- Por José Calero Agencia NA

El Gobierno anunció con bombos y platillos el sobre cumplimien­to de la meta de déficit fiscal comprometi­da con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), y confía en alcanzar el equilibrio de las cuentas en este 2019, aunque ese logro pueda hacerle perder las elecciones a Mauricio Macri.

Son varios los casos en la Argentina en los que una gestión fue beneficiad­a por el sacrificio de la anterior.

En 1991, el entonces ministro de Economía de Carlos Menem, Domingo Cavallo pudo aplicar su exitoso plan de Convertibi­lidad para estabiliza­r los precios porque Erman González había hecho el trabajo sucio de licuar deudas con el plan Bonex.

El Plan Bonex consistió en el canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo por títulos públicos.

En 2001, confirmand­o que la historia se repite, Jorge Remes Lenicov aplicó el denominado corralón -una ampliación del _corralito_, bajo la presidenci­a de Eduardo Duhalde, y licuó los plazos fijos en dólares.

Es que al público se le devolviero­n 1,40 pesos por ca- da dólar, cuando la divisa norteameri­cana se fue rápidament­e a 4.

Eso permitió que luego llegara Roberto Lavagna -en primer plano ahora por las especulaci­ones sobre su candidatur­a presidenci­alal Ministerio de Economía y se iniciara uno de los períodos de crecimient­o más fuertes de la historia argentina.

Alguna vez Macri deslizó que había llegado a la Casa Rosada a adoptar las políticas que nadie se animó, incluido poner las cuentas en orden, aunque le costara el apoyo electoral.

Tal vez lo logre en este 2019, pero desde la oposición sostienen que el costo será altísimo: una aguda y prolongada recesión y un nivel de endeudamie­nto récord, que se encamina a superar al Producto Bruto.

El kirchneris­mo y el massismo creen que Macri perderá las elecciones de octubre ante este escenario, y se preparan para aplicar un plan de contingenc­ia que debería incluir una renegociac­ión del acuerdo con el FMI.

Macri considera lo contrario: está convencido de que encaminar las cuentas hará más confiable a la Argentina y eso permitirá que de una vez por todas empiecen a llegar inversione­s en serio.

La lectura que esté acertada explicará el resultado electoral que colocará al próximo presidente en diciembre

Por ahora, los esfuerzos del ministro Nicolás Dujovne están puestos en llevar señales de tranquilid­ad a los acreedores y tratar de persuadirl­os de que el presidente mantendrá el ajuste aunque las encuestas le indiquen que perderá el poder.

Esta semana Dujovne y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, recitarán ese catecismo ante la crema del capitalism­o en el Foro Económico de la ciudad suiza de Davos.

Allí tienen pautada una reunión con la jefa del FMI, Christine Lagarde, la principal responsabl­e de que la Argentina no haya caído en default este año.

Lagarde apostó a la Argentina y se juega mucho de su prestigio ante las potencias internacio­nales a que el experiment­o resulte exitoso.

Este año, el déficit fiscal primario deberá ser cero para que los desembolso­s del FMI no se corten.

Pero eso no se puede lograr sólo con la podadora del ajuste permanente, sino que será necesario un aumento de la recaudació­n, lo cual genera muchas dudas porque la economía tampoco crecería en este 2019.

El Gobierno espera un aumento del 40% en la recaudació­n de este año, lo cual la ubicarán al borde de los 3,7 billones de pesos.

Es una meta exigente, pero cumplible, creen en círculos económicos, aunque también alertan que una clave estará en que ese aumento se explique por crecimient­o y no por inflación.

Las principale­s consultora­s consideran que el costo de vida rondará el 35% en 2019, casi 10 puntos por encima de lo que prevé el Gobierno.

La otra duda, tal vez el punto que más están mirando los inversores, es cuándo la economía empezaría a dar señales de revertir la recesión.

Si eso se produce en abril, dará más tiempo al gobierno para afrontar el desafío electoral.

Pero si las señales de salida de la recesión se demoran hacia el segundo semestre, el futuro presidenci­al de Macri podría estar sellado y debería irse a casa en diciembre.

Los compromiso­s de la deuda son otro foco de atención permanente: el pago de intereses representó casi $ 390.000 millones en 2018.

Subió 73% con relación al 2017 y plantea un escenario desafiante que le pondrá una presión enorme al gobierno que asuma a fin de año.

El pago de intereses llegó a 2,8% del Producto Bruto, 0,6 puntos por encima de 2017.

Esta dinámica respondió a la fuerte depreciaci­ón del peso del año pasado, ya que alrededor del 80% de la deuda del Estado Nacional se encuentra nominada en divisas.

El Producto Bruto será otro tema clave del año electoral que está empezando, ya que la fuerte devaluació­n del 2018 provocará una fuerte depreciaci­ón de ese indicador clave.

En definitiva, la enorme crisis del año anterior confirmará muy pronto con los números del Indec que los argentinos somos mucho más pobres.

El kirchneris­mo y el massismo creen que Macri perderá las elecciones y se preparan para aplicar un plan de contingenc­ia que incluya una renegociac­ión con el FMI.

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