La Nueva Domingo

El surf, toda una pasión que crece día a día en el balneario

Los amantes de este deporte consideran que es un buen lugar para practicarl­o, especialme­nte después de sudestadas o de alguna tormenta fuerte.

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La pasión que genera la práctica del surf es una sensación que tal vez solo entiendan y compartan quienes han sentido esa hermosa relación con el mar.

Gino Difonso tiene 27 años y durante la temporada estival vive en Marisol, donde se desempeña como guardavida­s. El resto del año trata de viajar por el mundo para surfear; si no puede, practica la actividad en Mar del Plata. Es decir, siempre se encuentra cerca de una playa para despuntar el vicio.

“Comencé con el surf hace 7 años, cuando me fui a estudiar a Mar del Plata. Fue un deporte que me llamó mucho la atención desde chico, pero en Marisol no había nadie que enseñara o que me prestara una tabla vieja para empezar. Lo poco que conocía era por alguna revista especializ­ada o, con mucha suerte, en programas de TV, porque no era tan fácil el acceso a internet”, destacó.

“Mientras estudiaba y veía a la gente surfeando en Mar del Plata, junté la poca plata que tenía, compré una tabla y, con la ayuda de un amigo, pude surfear mis primeras olas”, recordó.

Gino consideró que Marisol es un buen lugar para entrenar, sobre todo después de las sudestadas o de alguna tormenta fuerte.

“Tiene los bancos de arena bien marcados, lo que hace romper bien las olas. Por lo general, es mejor a la mañana temprano porque no hay viento y las olas son prolijas, sobre todo cuando hay viento norte”, explicó.

“Lo mejor de todo es que somos pocos surfistas y amigos, a diferencia de las demás ciudades costeras en las que hay mucha gente buscando la ola y puede ser más peligroso e, incluso, un ambiente más hostil”, añadió.

Al respecto, Gino destacó que no hay un lugar ideal para subirse a la tabla en el balneario, ya que depende de la marea.

“Con media marea subiendo, surfeamos frente al parador o frente a la bajada de la Calle 18; con media marea bajando, nos movemos 2 kilómetros hasta la desembocad­ura del río Quequén Salado, donde los bancos de arena están bien marcados y la ola rompe muy bien”, contó.

Tamarisco

Gino contó que hace unos tres años -junto con un amigoponer en marcha su propia escuela de surf, Tamarisco.

“El no haber aprendido el deporte de chicos como nos hubiera gustado fue lo que más nos motivó a formar Tamarisco, para que los niños o adolescent­es que viven o veranean en Marisol aprendan el deporte en las edades óptimas y jugando”, subrayó.

Reconoció que escuela funcionó mejor de lo que esperaban porque había mucha gente dispuesta a aprender.

“Tuvimos alumnos de 4 a 50 años, y para nuestra alegría y la de los alumnos, todos se pudieron parar y surfear su primera ola, una experienci­a única que nadie olvida”, dijo.

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