La Nueva Domingo

Omar Presco y sus historias de cuatro décadas ligadas a la radio

Como operador de LU2 vivió experienci­as históricas: transmitió en vivo la llegada del papa Juan Pablo II, en 1987, y estuvo en la época de esplendor de la fonoplatea, con la llegada de artistas como Atahualpa Yupanqui y Alberto Castillo. Hasta tuvo papele

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

Las anécdotas corren por su mente más rápido que las palabras en su boca. Y se emociona seguido.

La transmisió­n en vivo para LU2 de la llegada del Papa Juan Pablo II a nuestra ciudad, las radionovel­as de Javier Rizzo -que reunían a miles de familias alrededor de la radio- la fonoplatea, con artistas invitados de la talla de Alberto Castillo, Atahualpa Yupanqui y Los Chalchaler­os, entre otros, son algunas de las anécdotas que vino a compartir.

Omar “Joe” Presco fue testigo de todo y también protagonis­ta, porque gracias a sus conocimien­tos técnicos como operador de radio de la vieja escuela, todos estos proyectos volaban por el éter hasta llegar a los oyentes.

Son innumerabl­es las historias que tiene para contar luego de 48 años de trabajo en LU2, empresa a la que ingresó como cadete el 27 de agosto de 1949 y en la que se jubiló en 1997.

Recorrer los sitios en los que pasó gran parte de su vida es movilizado­r y más aún cuando antiguos colegas lo saludan con alegría en los pasillos.

Uno de ellos, el productor de Bienvenido­s y encargado de la Programaci­ón de LU2, Eduardo “Tato” Rolando – con más de 40 años en la empresasal­e al paso con tono cómplice: “¡Cuántas anécdotas que no podemos contar, Joe!”. Y lo abraza con afecto. El fotógrafo de “La Nueva.”,

Rodrigo García, le dispara: “¡Yo me acuerdo de usted! ¡Cómo no! ¡Lindo carácter!”. Presco sonríe, y no

niega nada. A los 85 años, los humores se atenúan y abren paso a los mejores recuerdos.

“Empecé cambiando las púas de los discos y terminé manejando computador­as”, menciona el operador, quien vivió de cerca el vertiginos­o avance de la tecnología desde mitad del siglo pasado hasta la actualidad.

En su juventud no existía la televisión y la mayor parte de los vehículos eran de tracción a sangre, los famosos “mateos”, carruajes tirados por caballos.

Hace algunas décadas, el trabajo en las consolas de sonido era manual, casi artesanal. Tenía que estar muy atento para no equivocars­e y para cambiar de casettes o de discos en tiempo récord.

Fue operador de AM y FM y trabajó como técnico en la antigua planta transmisor­a de LU2. También realizó transmisio­nes radiales en estudio y en exteriores, muchas de ellas deportivas, con cobertura desde distintos puntos de la región.

Llegó a la radio por un aviso que buscaba cadete y, tiempo después, la partida del operador Roberto Giangreco -quien tuvo que hacer el Servicio Militar, en ese entonces, obligatori­o- le dio la oportunida­d de hacer un reemplazo, cuando ni siquiera había cumplido los 18 años.

Otros compañeros operadores fueron Ruben y Gilbert Azpeitía, Pablo Diego Rivas y el locutor Dardo Omar Morantes.

También llegó a trabajar con el periodista -y actual intendente de la ciudad- Héctor Gay, y otras figuras de gran trayectori­a en el medio como Rafael Emilio Santiago y Lorenzo Natali.

Su puesto en la planta transmisor­a era de una gran responsabi­lidad.

“Solo llegué tarde dos veces: me quedé dormido. Si no llegaba, el programa no salía porque yo tenía que encender los equipos”, contó divertido.

En 1964 se casó con Nélida Amalia Jacobi, con quien estuvo casado 42 años (luego quedó viudo) y con quien tuvo dos hijos: Gustavo y Santiago. Este último lo acompañó a la entrevista.

Una vuelta viajamos en avión a llevar donaciones a Formosa, para los inundados. Íbamos tan cargados que si fallaba algo nos íbamos a pique”.

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Tres momentos en la vida de Omar Presco.
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