Hay que remontarse 82 años para recordar un verano casi sin lluvias
Se trata del registro para los dos primeros meses. Este año llovió 17,5 milímetros. Y puede ser peor: no se avizoran precipitaciones relevantes.
Hay que remontarse al primer bimestre de 1937 para poner en un plano de igualdad lo que ha sucedido —y continúa sucediendo— en nuestra ciudad con las lluvias del corriente año.
Los 17,5 milímetros registrados —según el Servicio Meteorológico Nacional, con datos compilados por Norman Fernández— son apenas inferiores a los 18 milímetros que cayeron en estos meses de enero (14 mm.) y de febrero (3,5 mm.), aunque superiores a los 5 mm. de enero de 1908 (en febrero no llovió).
“Los números son importantes. Y la situación se agrava porque lo poco que llovió se dio en varios episodios y no hay registros desde hace casi un mes (NdR: 2 mm. el 10 de febrero)”, dijo Carlos Zotelo, licenciado en Ciencias de la Atmósfera e investigador del Conicet en Bahía Blanca.
No han sido pocas las tormentas que se formaron en este tiempo en nuestra ciudad pero que, finalmente, quedaron en la nada. Mas, la región desconoce este fenómeno y una prueba de eso es que no hay (aún) alertas por grave falta de humedad en el desarrollo de cultivos o en la provisión de pasturas para ganadería. Tampoco porque haya bajado, en forma preocupante, la cuota de agua en el Dique Paso de las Piedras.
“Volvimos a los episodios de las lluvias fantasmas en Bahía Blanca”, dijo.
“¿Por qué suceden? No hay una razón específica para argumentar; tenemos esa particularidad. Bahía Blanca está justo en el punto en que confluyen las líneas de los extremos de isoyetas, casi todas en torno a los 600 y 700 milímetros (por año)”, explicó Zotelo.
También dijo que en pocos kilómetros existe una gran variabilidad; que el gradiente este-oeste es más fuerte que el norte-sur y que todo está vinculado con la distribución de la zona serrana.
“Ahora, ¿cómo viene la humedad para esta zona? En general, son burbujas de aire con nubosidad que se forman en el sur de Mendoza y en La Pampa y la circulación las trae para acá. El tema es que cuando va llegando a Bahía Blanca, unas se desvían un poco hacia el norte y así termina lloviendo en las sierras y otras, llegando a Río Colorado, se desvían hacia el sur, como también a Ascasubi y Pedro Luro”, detalló.
“Cuando llueve, lo hace más al norte, o más al sur, y a nosotros solo nos toca la nubosidad de cola, pero nada de agua. Se han dado (lluvias) en 2015, o 2014, con inicios de años muy lluviosos hasta mayo, pero eso se ha revertido. Además, con otro detalle: ahora hay muy poca humedad”, aseguró.
De los últimos años, aparece 2015 como una referencia extrema respecto de los 17,5 mm. del corriente año: entonces llovió 218,1 mm., con 119,9 mm. en enero y 107,2 mm. en febrero.
En el año 2018 el registro fue de 104,2 mm. (75,9 más 28,3). En la historia contemporánea, 1975 fue el año de mayor marca: 328 mm. (80,5 más 247,5).
Zotelo admitió que, en las previsiones trimestrales acordadas con representantes del SMN, para este enero se esperaban precipitaciones por debajo de lo normal y, para febrero, algunas variables deficitarias. “En los dos casos, y ahora con los resultados en la mano, concluimos que subestimamos los datos”, afirmó.
“¿Si habrá recuperación? En los niveles que estamos no creemos que llueva lo suficiente en la segunda quincena de este mes como para decir que el trimestre terminará solo por debajo de lo normal”, dijo.
“Estamos esperando que precipite algo (NdR: hasta ayer, sábado 9, no hay registros de marzo), ya que estamos en un mes con promedios de entre 80 y 90 milímetros, pero en el horizonte no vemos nada. Para peor, abril no es un mes llovedor”, aclaró el licenciado Zotelo.
La última lluvia relevante en la ciudad se produjo el miércoles 21 de noviembre, cuando cayeron 19,6 milímetros.
Como una forma de ver algo positivo, Zotelo acotó que este verano fue más benévolo que el anterior.
“La falta de agua, más intensos calores, hubieran expuesto situaciones complejas para grupos vulnerables por la falta de cambio de aire; incendios naturales e, incluso, problemas con algún desarrollo de cultivos”, indicó.
“La falta de precipitaciones se tornará preocupante si se prolonga, pero no podemos soslayar que estamos en una zona semiárida”, dijo Carlos Zotelo.