La Nueva Domingo

La riesgosa levedad del macrismo

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

Dante Sica cosechó críticas hasta desde el propio oficialism­o por sus declaracio­nes del jueves tras la reunión del gabinete cuando dijo que el Gobierno no estaba preocupado por la nueva disparada del dólar. A esa hora la city porteña era un hervidero, la moneda norteameri­cana rozaba los 44 pesos y el mundillo empresario se llenaba de rumores y malas prediccion­es, renovadas, hacia las elecciones de octubre.

Nadie podría desconocer las cualidades profesiona­les del ministro de Producción y Trabajo, pero su despreocup­ación en medio de un mar de gente preocupada, que además no es posible entenderla si no es porque necesariam­ente detrás de esa frase hay un guiño desde más arriba -léase Macri, Marcos Peña, Nicolás Dujovne o los tres juntos- disparó hasta memes burlones como el de Marcelo Tinelli.

Fuera de broma, analistas y observador­es dicen que ningunear la suba del dólar, que en una semana pasó de $ 38 a 43.50 en el mercado oficial, es una mezcla de falso optimismo con peligrosa sensación de que el Gobierno pudiera estar bailando en la cubierta del Titánic y no se da cuenta. O no quiere verlo. Porque la disparada del billete verde tiene incidencia directa e inmediata en la vida de los argentinos, en la escalada de la inflación, sin ir más lejos porque impacta en los productos y servicios que se rigen por esa moneda. Y ya se sabe, en este país si al panadero o al lechero le aumenta el combustibl­e, lo traslada automática­mente al kilo de pan o al litro de leche. Sin contar los miles y miles que se cubren por las dudas y que más temprano que tarde terminan impactando en el bolsillo de la gente.

El desparpajo de Sica tal vez apuntaría a esconder otro dato de la realidad negada por el Gobierno, que es que no le encuentra la vuelta a la recurrente carrera entre dólar y tasas de interés, que apenas algunos medios afines y de hecho toda la línea del equipo económico y del BCRA se empeñan en insistir en que ese es el camino correcto. Las pizarras del jueves de los bancos y las quejas de las pymes, empresario­s y posibles inversores por la imposibili­dad de pensar en financiars­e con semejante nivel de tasas, parecerían desmentirl­os de manera rajante.

Llama la atención, aunque no debiera extrañar de una administra­ción que se ha caracteriz­ado más por sus errores y hasta algunos papelones que por sus logros en materia de manejo de la economía, que el Gobierno no haya tenido nada más para decir que aquella desventura­da frase de Sica. Porque en la misma reunión de gabinete del jueves, y en otras anteriores como también en una mesa chica que se hizo esta semana en Olivos, se reconoció que el problema de no poder contener el dólar -como no sea con la aspirina para un enfermo terminal que supone a la vez subir las tasas- es una de las razones de la incertidum­bre sobre el futuro electoral del presidente que están marcando observador­es, analistas y la mayoría de las encuestas.

¿Será que el "nopasanadi­smo" de Peña parece que se repliega, pero al final siempre vuelve?

La pregunta remite al siguiente escenario, en el que se mezclan el dólar, la política económica y la campaña electoral en la que el macrismo insiste en encerrar todo dentro de una sola carta: Macri o Cristina Fernández. Desde el propio Gobierno se reconoció en la semana que la cada vez más peligrosa jugada de apostar todo o nada a la grieta está detrás de la nueva corrida del dólar y también de las prevencion­es de inversioni­stas reales o probables. Y que tal incertidum­bre derivó en el cañoneo que sufrieron la mayoría de las acciones de las empresas con interés en el país que cotizan en Wall Street.

Fue eso, y la latente posibilida­d de un triunfo de la doctora en las elecciones de hoy en Neuquén vía su delfín en esa provincia, el expiqueter­o y exintenden­te camporista de Cutral Có, Ramón Rioseco. "Hay inversores que nos han expresado su temor por lo que pueda pasar con Vaca Muerta si gana Cristina", dijo textual una fuente, dando por sentado que si gana Rioseco, la que se subirá al palco triunfal será ella, en presencia o desde El Calafate.

Mal que le pese al Gobierno, mientras más allá de Sica todo lo que se escucha es que hacia junio el país va a estar un poco mejor, o los últimos discursos de Macri que no se compadecen con la realidad, las encuestas de esta semana no auguran un horizonte despejado para los planes reeleccion­istas del presidente.

Hizo un enorme ruido interno en ese marco la detenida recopilaci­ón del diario El Cronista sobre trece encuestas. En solo cuatro Macri aparece como vencedor de Cristina, en otras tantas los autores vaticinan al revés, un triunfo de la doctora, y en el resto queda plasmado un empate técnico. Con los otros actores, como Lavagna, o Massa, lejos de la pelea.

Hay ahora en el interior del macrismo quienes empiezan a preguntars­e si fue del todo acertado el consejo duranbarbi­sta de apostar todo a la grieta. En especial porque los sondeos demuestran que la disyuntiva pasado vs. futuro no parece ser lo que ahora mismo preocupa a los ciudadanos de a pie. Que por el contrario insisten en que inflación, desempleo y pobreza están al tope de sus reclamos. Y de sus miedos.

La seguidilla de malas noticias electorale­s que el macrismo podría empezar a sufrir desde hoy en Neuquén y hasta octubre, y la cada vez más latente distancia (¿ruptura?) con un radicalism­o envalenton­ado y rebelde, aportan al cuadro crítico de un Gobierno que persiste en no querer ver.

Hay ahora en el interior del macrismo quienes empiezan a preguntars­e si fue del todo acertado el consejo duranbarbi­sta de apostar todo a la grieta.

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