“El mundo no aprendió de las tragedias humanas”
El director de la Casa Ana Frank de Holanda habló sobre racismo, xenofobia y discriminación.
La comprensión del "origen de los prejuicios y una democracia plural en un estado de derecho prevaleciente ayudarán a superar la xenofobia, el racismo y la discriminación en ascenso", afirmó Ronald Leopold, director de la Casa Ana Frank Holanda.
Leopold advirtió que el fuerte incremento de reacciones xenófobas, anti islamistas, antisemitas y el rechazo a los migrantes indican que el mundo no aprendió de las tragedias humanas.
"Sabemos cuán fácilmente las cosas pueden ir mal, por eso tenemos que aprender sobre la historia del Holocausto. Trabajar sobre ello es lo que hacemos y sentimos pasión por ello, porque el legado de Ana Frank (cuyo nombre era Annelies Marie Frank) tiene una fuerza transformadora", aseveró.
"Auschwitz nos recuerda lo que somos capaces de hacer y que tenemos que protegernos de nosotros mismos", advirtió en su oficina, donde se observa la ventana de la habitación desde la que Ana Frank espiaba los crímenes perpetrados por el nazismo, régimen que terminaría con su vida a los 15 años.
"Estoy convencido de que a pesar de todo lo que está ocurriendo, una democracia plural y abierta, con un estado de derecho prevaleciente, ayudará a superar lo que está sucediendo en este mundo globalizado con múltiples creencias y valores" recalcó a casi 75 años de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Leopold recordó que "Ana Frank nació en 1929 cuando Alemania era una democracia muy débil, pero funcionaba. Y sólo 15 años después murió en circunstancias trágicas. Las cosas pueden desarrollarse muy rápidamente para peor, y la Casa de Ana Frank da cuenta de un período en el que las fuerzas del mal prevalecieron".
Y agregó que "fueron fuerzas que parecen algo abstracto, pero existen y tienen que ver con nosotros". Tienen rostro humano.
Por eso, dijo que "cuando mencionamos las fuerzas del mal hablamos de nosotros mismos, y para transformar necesitamos entender. Condenar es lo más fácil, pero para generar cambios debemos entender de dónde vienen esos prejuicios, ese racismo, esa discriminación" en alza en la sociedad, explicó. Afirmó que en el continente europeo, luego de 1945, "hemos intentado construir sociedades que nos alejaran y protegieran de ese infierno. Hemos creado instituciones que nos ayudan a protegernos de nosotros mismos, y han funcionado hasta ahora porque aprendimos de las lecciones y sabemos lo que somos capaces de hacer".
Sin embargo, a Leopold no le pasa inadvertido el avance de la intolerancia que marca una fuerte impronta en la sociedad europea, y destaca el desafío por delante: "hay un fuerte sentimiento de pérdi- da de identidad entre las comunidades, así que tenemos que reconstruirlas para darle a las personas la oportunidad de saber quiénes son".
¿Qué ocurrió, entonces, que volvió a reverdecer lo peor del ser humano?
"En este mundo globalizado las personas valoran su verdadera identidad, que puede ser nacional, étnica, racial, religiosa, de género, etc. A medida que el mundo más se abre, mayor es la necesidad de identificarse, y eso crea muchas tensiones", explicó.
Y agregó: "en Ámsterdam, el 11 de abril de 1944 fue el primer día primaveral luego de un invierno muy duro. Todo estaba floreciendo, pero Ana no porque estaba encerrada y escribiendo. Ese día escribió su texto más largo, contó sus emociones y lo que no podía hacer debido a su encierro".
Ana dijo en su diario: "…Sé lo que quiero, tengo una meta, una opinión formada, una religión y un amor. Que me dejen ser yo misma, y me daré por satisfecha…".
Ana "se interrogaba por la libertad, el espacio y el tiempo para descubrir quién era", afirmó Leopold.
“Auschwitz nos recuerda lo que somos capaces de hacer y que tenemos que protegernos de nosotros mismos”, advirtió Ronald Leopold.