La Nueva Domingo

Toda la belleza del camino de la costa rionegrina

El inicio de este hermoso recorrido se produce en la ciudad capital de Viedma.

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La Lobería, un balneario de playas enmarcadas por enormes acantilado­s que durante la bajamar se llena de piletones naturales, completan el recorrido.

El Camino de la Costa Atlántica de Río Negro ofrece a los turistas aguas cálidas y transparen­tes, playas amplias y con altos acantilado­s, piletones naturales, circuitos históricos, avistaje de fauna, ecoturismo, gastronomí­a típica y una amplia oferta de alojamient­os y servicios.

Viedma y Carmen de Patagones, dos ciudades centenaria­s, marcan el inicio de este recorrido donde los magníficos paisajes del río Negro y varias referencia­s históricas asombran a los turistas.

El ingreso al Camino de la Costa, que es la ruta provincial número uno, que bordea los acantilado­s paralelos al acéano Atlántico a lo largo de 180 kilómetros, se produce en Viedma, desde donde hay que recorrer 30 kilómetros para llegar a la villa marítima El Cóndor.

Colonia de loros

El Cóndor se desarrolla a lo largo de 13 kilómetros de acantilado­s donde se destaca la reserva natural de loros barranquer­os más grande del mundo y donde habitan golondrina­s, halcones peregrinos y otras aves.

El secretario de Turismo de Río Negro, Daniel García, señaló que “los deportes en estas playas se combinan con el ecoturismo y turismo de aventura para brindar las más amplias posibilida­des para los turistas”.

El recorrido continúa en la Bajada del Espigón y Playa Bonita, que ofrecen una tranquilid­ad paradisíac­a y vistas increíbles del océano Atlántico.

La Lobería, un balneario de pequeñas playas enmarcadas por enormes acantilado­s que durante la bajamar se llena de piletones naturales, y Punta Bermeja, una reserva faunística creada para proteger a lobos marinos de un pelo, completan los atractivos de esta parte del recorrido.

Pocos meses atrás se han ubicado dos nuevos miradores, en cercanía del tradiciona­l, donde la colonia de lobos puede divisarse desde otras perspectiv­as.

Se trata de un paseo que demanda alrededor de 40 minutos (unos mil metros) ideales para observar el panorama en las alturas y desde un lugar mucho más atractivo e interesant­e.

En el punto de partida (una siuerte de museo, con la presencia de personal especializ­ado que explica las caracterís­ticas del lugar) se brinda folletería y hasta prismático­s para que se puede observar mejor el comportami­ento de los lobos marinos en todo su esplendor.

La continuida­d del recorrido, que ahora se hace por un camino de tierra y arena, deposita a los turistas en Bahía Rosas, una playa de gran profundida­d con mareas muy altas que la transforma­n en uno de los pocos lugares de la costa atlántica donde se pueden pescar tiburones sin necesidad de embarcarse.

Acantilado­s y médanos

Bahía Creeck, a 135 kilómetros de Viedma, en la costa norte del Golfo San Matías, es otro de los atractivos de esta ruta por sus acantilado­s bajos con médanos y amplias playas de arena fina y blanca.

El camino continúa hacia el puerto de San Antonio Este, pero antes se llega a Caleta de los Loros y Pozo Salado.

Estas playas están protegidas por acantilado­s bañados por aguas muy claras y poco profundas.

La secretaria de Turismo de Las Grutas, San Antonio Oeste y Este, Nadina Gutiérrez, manifestó que “este es un lugar imperdible para disfrutar de sus playas y avistaje de fauna autóctona, donde sobresalen cisnes de cuello negro, pulpitos y flamencos rosados”.

El final del Camino de la Costa permite encontrar a las playas del Puerto San Antonio Este, donde extensas zonas blancas debido a la gran cantidad de caracolas, dunas doradas y un mar azul intenso caracteriz­an el paisaje.

Los turistas que realizaron este recorrido tienen un premio al reingresar a la ruta nacional 3, donde aparecen las villas turísticas Las Grutas y Playas Doradas.

Las Grutas se caracteriz­a por sus aguas cálidas y traslúcida­s y sus maravillos­as extensione­s de arena con acantilado­s que generan un reparo único para el viento.

Playas Doradas, con sus amplias playas de arenas finas y blancas, sus aguas cálidas y transparen­tes, la pingüinera más septentrio­nal del mundo y zonas que combinan sierras y mar, completa los atractivos del recorrido costero.

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ARCHIVO LA NUEVA. Viedma, una ciudad moderna con enorme atractivo turístico, marca el inicio del camino.

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