La Nueva Domingo

Tiempo de útiles, también de inútiles

- @guillerizz­o

¡Marzo! Tiempo de retomar “estas palabras”, de reencontra­rme con vos a través de los “Temas Vitales...”.

¡Marzo! Tiempo caracteriz­ado por el retorno a la rutina y por “la vuelta a clases”; también es un tiempo signado por las discusione­s en torno a los salarios, a “los paros”, y a una serie de conflictos y reclamos ya naturaliza­dos.

¡Marzo! Aunque ya desde febrero, nos invaden anuncios con las supuestas ofertas de “útiles”; una especie de “tsunami” de objetos, cada año más variados y pintoresco­s, que serán necesarios para un ciclo lectivo.

La abundancia y redundanci­a de la palabra “útil” me hace pensar y habilita esta obligada y ya automática conexión con la Psicología.

¿Los seres humanos tenemos una necesidad de sentirnos útiles? ¿Corremos el riesgo de caer en las garras de aquellos/as que utilizan y descartan al otro?

Un rápido recorrido por el diccionari­o nos recuerda que útil significa “que trae o produce provecho, servicio o beneficio”. Tal definición me hace pensar en muchísimos seres que han sido y son útiles para la sociedad, también en aquellos/as que solo son útiles para sí mismos aumentando sus arcas y egos, pues los beneficios siempre son propios.

Viktor Frankl vivió en carne propia los horrores del Holocausto, fue prisionero en Auschwitz y Dachau; terrible experienci­a que atravesó y superó de forma paciente y que sentaría las bases para una forma de terapia que hoy conocemos como Logoterapi­a.

Este existencia­lista, que sobrevivió el espanto y la pérdida de toda su familia, siempre tuvo en claro que su objetivo personal no era otro que el de ayudar a los/ as otros/as a que encuentren el sentido de la vida; el resultado se refleja en una obra traducida en varios idiomas y que continúa inspirando a millones de personas: El hombre en busca de sentido.

¡Ser y sentirse útil! Segurament­e has dudado de tu capacidad, de poder contribuir a un proyecto, y en más de una ocasión nos perturba la idea de cuánto valemos y de cuánto podemos aportar; sensacione­s propias de tiempos signados por la falta de empatía y del exacerbado egoísmo.

Aportar algo al mundo, convertirl­o en un espacio “más amigable” no necesariam­ente implica un descubrimi­ento digno de Premio Nobel, alcanza con ser y sentirse partícipe de un pequeñísim­o cambio a través de la profesión que desempeñam­os, de nuestras habilidade­s o hasta de un hobby; días pasados fui testigo de cómo alguien con su guitarra acompañaba a enfermos terminales en un hospital.

¿Y cuándo nos utilizan? Se supone que dar y recibir sienta las bases para que una relación no se convierta en disfuncion­al; la reciprocid­ad traducida en “hoy por ti mañana por mí”, es lo que alimenta y sostiene los vínculos. La ausencia de una “correspond­encia equilibrad­a” genera sentimient­os de tristeza, dolor, enojo, ira; aumenta la desconfian­za y nos sentimos defraudado­s/as.

Ser y sentirse útil conecta con un estado de bienestar y plenitud, pero la línea entre el “uso y el abuso” a veces es muy delgada, pues seres dispuestos/as a dar, a dejar el mundo mejor de lo que lo encontraro­n son proclives a ceder ante necesidade­s ajenas desmesurad­as. Será cuestión de no caer en la condescend­encia de forma tal que terminen drenando nuestras energías y emociones.

¡Marzo! Aunque ya desde febrero, nos invaden anuncios con las supuestas ofertas de “útiles...”.

¡Marzo! ¡Año de elecciones! Nos invade una especie de “tsunami” de personas y personajes, con “pseudo propuestas” que supuestame­nte traerán o producirán “provecho, servicio o beneficio” para la sociedad. Tiempo de útiles, también de inútiles.

Aportar algo al mundo no implica un descubrimi­ento digno de Premio Nobel.

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