La Nueva Domingo

Cuando la denuncia periodísti­ca de la suba de precios llegó a los tribunales

El tema fue planteado a comienzos de 1947 en un par de artículos publicados por el desapareci­do diario “El Atlántico”. Un juez bahiense inició una causa de oficio y hasta el director del medio debió concurrir a prestar declaració­n.

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La mayoría de las cosas tiene más de una lectura, pero ninguna puede ser considerad­a medianamen­te valedera si se desconoce el contexto en que se desarrolla. Es por eso que temas recurrente­s tienen distintas apreciacio­nes.

Por ejemplo, una cuestión que llegó a la justicia a finales de la mitad del siglo pasado hoy no solo no alcanzaría ese estrato, sino que quien osara otorgarle esa condición sería poco menos que ridiculiza­do.

Una mirada favorable haría hincapié en el supuesto alto compromiso con la sociedad por parte de quien motorizara la cuestión; y ahora, con todo lo que ocurre, se dejaría al descubiert­o el probable poco trabajo existente, y que permitiera atender esas necesidade­s.

Para muestra basta un botón, sentencia el dicho popular, aunque en esta circunstan­cia son dos las opiniones periodísti­cas que motivaron que el 10 de enero de 1947 el Juzgado en lo Criminal y Correccion­al Nº 2 iniciara la causa Nº 26.874, caratulada “Diario El Atlántico, denuncia fraude al comercio y la industria”, en la que intervino el juez Vicente Pablo Baldino.

La investigac­ión no prosperó y un año después se dispuso el archivo de las actuacione­s.

El artículo periodísti­co que motorizó la actuación judicial, titulado “Caminar es ya un transporte caro”, señalaba que “desde tiempos inmemorial­es, el medio de locomoción más económico fue siempre andar a pie o, como decía el versito familiar, el 'tranvía de San Fernando, unos ratos a pie y otros andando”.

Esa terminolog­ía, actualment­e catalogada como una antigüedad, adquiere otra cualidad y bien podría ser considerad­a de plena vigencia cuando cita que “en los tiempos que corren eso de andar no puede considerar­se tan económico, gracias al espíritu de especulaci­ón que habita en el cerebro de muchos comerciant­es sin escrúpulos”.

En lo que hace a nuestra ciudad, el diario “El Atlántico” señaló que “entre nosotros se ha podido comprobar en estos últimos días que el alza de los precios del calzado toma proporcion­es verdaderam­ente alarmantes”.

El medio entendía que “no sólo debe ser detenida esa corriente vertiginos­a del alza en los precios de un vulgar par de zapatos, sino que en realidad, esos comerciant­es que especulan lamentable­mente con la necesidad de su clientela, que no puede menos que comprar calzado en la ciudad, podrían pensar un po- co menos en su negocio y un poco más en su condición de personas, condición que desaparece cuan- do asoman las uñas del especulado­r”.

Del tomate

Antes que el expediente fuera enviado a la comisaría Primera para su instrucció­n, luego de que el juez considerar­a que lo expresado pudiera ser el resultado de “la comisión de un delito”, se agregó otro artículo titulado “El tomate merece un saludo”.

Allí se expresó que “en tiempos normales, y aún en épocas críticas, un tomate no era más que un fruto que cualquier chiquilín maneja y deglutía en su casa, sin previo permiso de sus padres, excepto cuando pasaba de la cantidad indigestab­le”.

Agregó que “hoy la situación ha cambiado y se requiere un presupuest­o de clase media para permitirse el lujo de que toda la familia pueda reverencia­r un tomate”. “El Atlántico” sostenía que “los tiempos han cambiado, como puede verse, y hasta los tomates han capitaliza­do violentame­nte su importanci­a. Claro está que no es culpa de los sujetos de estos comentario­s, sino de los ‘sujetos’ que trafican con la necesidad del pueblo y fijan nuevos precios todos los días, pero siempre en escala ascendente y lamentable”.

Tarea profesiona­l

En aquel entonces, el diario creado el 3 de enero de 1920 por Edmundo Calcaño había sido vendido a capitales de La Plata fuertement­e vinculados al gobernador Domingo Mercante, quien delegó la administra­ción del medio al abogado José Aralda, de 32 años.

Durante la instrucció­n, el letrado fue citado a declarar en sede policial, donde dijo “que es función del periodismo reflejar objetivame­nte los hechos que interesan a la población en general; que al hacer esas publicacio­nes se cumplía con la finalidad primordial que compete a la prensa, sin que ello implicase señalar a determinad­a persona en particular, sino poniendo en relieve un estado de cosas fácilmente comprobabl­es y que eran de dominio público”.

Aralda también dijo que al mencionar la especulaci­ón de que eran objeto algunos artículos de primera necesidad, “se entendía que el alza desmesurad­a de los precios no condecía con el aumento de los salarios ni de las materias primas empleadas”.

Luego que expresara que la publicació­n no tenía por finalidad precisa hacer notar a la autoridad competente la comisión de algún delito, el comisario Antonio Rivas y el oficial ayudante Cándido Del Prado elevaron ese mismo día el expediente al Juzgado, que finalmente no halló delito alguno y archivó la causa.

La causa Nº 26.874 fue caratulada como "Diario El Atlántico, denuncia fraude al comercio y la industria". Intervino el juez Vicente Baldino.

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RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA. LAS ACTUACIONE­S tuvieron una extensión de solamente ocho fojas y luego de un año fueron archivadas.
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