Cortando con el problema de raíz: el problema es el déficit, no la deuda
El endeudamiento tiene que ver con la creencia errónea del Gobierno de que con crecimiento económico se podrían resolver los problemas acumulados, algo que no pasó. Urge revisar el sistema previsional para ordenar el gasto federal.
En el marco de la profundización de la crisis, el Gobierno nacional tomó la decisión de reprogramar el pago de la deuda pública.
Para los pasivos de corto plazo estableció la postergación de las amortizaciones de las Letras de Tesorería (Letes).
Para los bonos de mediano plazo el objetivo es acordar con los acreedores la extensión de los vencimientos sin aplicar quitas de capital y manteniendo las mismas tasas de interés.
La atención y las polémicas están centradas en cómo abordar la deuda. Pero el tema más relevante es explicar por qué se acumuló un nivel de endeudamiento tan insostenible.
Para ello resulta pertinente
desagregar el déficit fiscal total en sus dos principales componentes: el déficit primario y los pagos de intereses.
Tomando datos oficiales resulta que:
* En 2015 el déficit primario era de 3,3% y el pago de intereses de 1,5% del PBI.
* En 2017 el déficit primario bajó a 2,9% pero el pago de intereses subió a 2,2% del PBI.
* En 2019 el déficit primario se convirtió en un superávit primario de 0,3% pero el pago de intereses subió a 3,1% del PBI.
Estos datos ponen en evidencia la inconsistencia de la estrategia del Gobierno de ir bajando gradual- mente el déficit fiscal primario financiando la transición con deuda pública.
La principal contradicción fue que la baja en el déficit primario no llegó a neutralizar el impacto de los mayores intereses que se derivaban del creciente endeudamiento provocado por la acumulación de desequilibrios.
Junto con el crecimiento de la deuda aumentaron las dudas sobre la capacidad de pago, provocando las corridas y fuertes devaluaciones de 2018 que aumentaron más los pagos de intereses.
Así, si bien en la primera mitad del 2019 se logra con mucho esfuerzo el superávit primario, los pagos de intereses ya pasaron a ser el doble en términos del PBI respecto al 2015.
Desatino
El principal error fue no haber abordado las reformas estructurales que den sustentabilidad al sector público.
El origen del fracaso fue suponer que espontáneamente el crecimiento económico por sí mismo alcanzaría para licuar los desequilibrios del Estado.
Por estas mismas razones, el desafío para el nuevo Gobierno no es la reprogramación de la deuda, sino lograr el equilibrio de las cuentas públicas para evitar una crisis por exceso de endeudamiento o de emisión de moneda espuria.
Para ello es esencial abordar, en acuerdo con los gobiernos provinciales, con inmediatez y solvencia tres reformas que el actual gobierno eludió.
Por un lado, cambiar las reglas de funcionamiento del sistema previsional para recuperar sustentabilidad y equidad.
Entre otros temas, eliminar duplicaciones de beneficios y regímenes especiales de privilegios y establecer mecanismos automáticos de adaptación del sistema al envejecimiento demográfico.
El otro punto clave es acompañar la devolución del 15% de la masa coparticipable a las provincias y la compensación por la licuación del Fondo del Conubano a la provincia de Buenos Aires, con el desmantelamiento de todos los organismos y programas nacionales que se superponen con funciones provinciales y municipales. Finalmente, es crucial avanzar en la simplificación tributaria en base a la unificación de impuestos nacionales, provinciales y municipales.
Si bien se planteó la reprogramación de la deuda, el problema central es el déficit fiscal. La razón es muy simple: no habría deuda si no hubiese habido déficit fiscal.
Por eso, de cara al futuro, más importante que re programarlosven cimientos de la deuda actual, es tomar las medidas para equilibrar estructuralmente al sector público y así evitar otras crisis por exceso de endeudamiento.
Si en 2019 se logra con mucho esfuerzo el superávit primario, los pagos de intereses ya pasaron a ser el doble en términos del PBI respecto al 2015.
Las declaraciones de Guido Sandleris, número uno del Central, insistieron en que no hay problemas con los depósitos en dólares en los bancos.