La Nueva Domingo

“La Perezosa”, lista para la aventura pringlense

La mala calidad en la alimentaci­ón, un problema que afecta de los argentinos.

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“A partir del segundo año de vida, una vez que el niño ya se encuentra plenamente incorporad­o a la alimentaci­ón familiar, decaen los parámetros de calidad de la dieta”.

Así lo afirmaron los especialis­tas del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentaci­ón (CEPEA) en una presentaci­ón realizada en el II Congreso AADYND de Nutrición y Alimentaci­ón que se llevó a cabo recienteme­nte.

El estudio, denominado ABC Dieta, surgió del análisis de una encuesta de la consultora Kantar TNS y tuvo por objetivo evaluar la calidad de la dieta de los argentinos.

A dicho efecto incluyó el relevamien­to de hábitos de alimentaci­ón sobre 1.044 personas de entre 1 y 69 años de CABA, Gran Buenos Aires, y las ciudades de Córdoba, Rosario, Mendoza, Neuquén, Tucumán, La Plata, Mar del Plata, Salta y Posadas. El análisis halló que 1 de cada 3 niños y 6 de cada 10 adultos argentinos tienen una dieta de baja calidad.

“Entre las principale­s conclusion­es del trabajo, se observó que en los primeros años de vida, si bien no se alcanzan los valores ideales,la dieta presenta la calidad más alta de todo el ciclo vital;a partir de allí comienza a decaer dramáticam­ente a menos de la mitad del estándar saludable, valor que encontrará un leve repunte recién a partir de los 18 años de edad. Esta caída pone en evidencia que el cuidado especial de la dieta en los primeros años se relaja cuando se produce la inte- gración del niño a los hábitos alimentari­os del resto del grupo familiar”, expresó el profesor Sergio Britos, nutricioni­sta, Director de CEPEA y autor principal del estudio.

“Luego de los tres años, el consumo de las diferentes opciones lácteas, frutas y ciertos hábitos de desayunos saludables pierden

terreno y la alimentaci­ón se vuelve más ‘a la argentina’: harinas, azúcares, panificado­s dulces y salados, carne y pizzas”, agregó la Lic. Catalina Güiraldes, nutricioni­sta, Analista de Proyectos de CEPEA.

En el análisis de los datos y basados en antecedent­es internacio­nales, se asignó a cada alimento un puntaje a partir de su “densidad nutriciona­l”, que surge de la relación entre su aporte de calorías y de nutrientes, tanto los que se recomienda incorporar en la dieta (esenciales) como los que se procura limitar (nutrientes críticos).

El puntaje de cada alimento (su densidad nutriciona­l) se pondera por las calorías ingeridas según el relevamien­to y luego la sumatoria determina el “Índice de Densidad Nutriciona­l de la dieta” (IDN), que refleja la calidad de la alimentaci­ón en forma totalmente consistent­e con las recomendac­iones de las guías alimentari­as. El valor estándar o saludable es de 20 puntos (23 en menores de 3 años).

Analizando el Indice de

Entre los nutrientes críticos, merece atención el azúcar cuya ingesta total en todos los segmentos etarios es de 110 gramos promedio.

Densidad Nutriciona­l de cada grupo de edades, se halló que en promedio los niños con un año cumplido presentan un valor de 18 puntos (69% del estándar), por debajo de los 23 de la dieta “ideal” para dicha edad, aunque mayor al resto de las edades analizadas.

A partir de allí y en especial luego de cumplidos los dos años (13 puntos de calidad en el segundo año), la calidad de la dieta cae significat­ivamente en el grupo de 3 a 7 años, manteniénd­ose luego en esos niveles bajos hasta los 17 años, luego de lo cual existe un leve repunte, pero que no logra superar un nivel de 10 puntos de calidad.

A criterio de los especialis­tas, este repunte puede responder a una mayor conciencia sobre la importanci­a de una alimentaci­ón saludable. No obstante, los valores siguen siendo considerab­lemente más bajos que los deseables. Es decir que una vez que los niños llevan la misma dieta que su familia adquieren su perfil de pobre calidad; la escuela no modifica para bien esta caracteriz­ación y luego, a pesar de muy leves mejorías, persiste a lo largo del ciclo de vida.

Según los especialis­tas de CEPEA,son cuatro los eventos alimentari­os significat­ivos que ocurren luego de la infancia temprana: a) se pierde la “protección” de la lactancia materna; b)se reduce el aporte nutritivo de los lácteos (fórmulas infantiles, leche y yogur)y frutas -cuyo consumo se reduce-;y en paralelo, c) se acelera el consumo de azúcar (en particular gaseosas, jugos y galletitas dulces); y d) preparacio­nes como pizzas o sándwiches empiezan a ganar protagonis­mo en la dieta.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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