La Nueva Domingo

Temas vitales

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Ysin pensar llega ese instante, ese día en que quedamos sometidos a una especie de parálisis, como si las imágenes cotidianas quedaran “congeladas” y la sucesión de hechos y hasta de respiracio­nes se interrumpe­n.

De repente, la velocidad con la que se imprimía cada uno de nuestros pensamient­os y actos se detiene intempesti­vamente como si alguien externo activara el “freno de mano”; la sacudida es sumamente brusca, el “piloto automático” se desactiva como por arte de magia y nos vemos obligados a realizar unas maniobras completame­nte diferentes a las habituales. ¡Imprevisto­s!

¿Lo inesperado es “obra del azar”? ¿Tiene algún significad­o? ¿Por qué lo imprevisto, aquello no planificad­o, “cobra vida” y derriba nuestras propias estructura­s? ¿En qué momento nuestro mundo, nuestras rutinas, quedan patas arriba?

De acuerdo con la magnitud del imprevisto, de acuerdo con la potencia de ese hecho inesperado, que irrumpe y todo lo trastoca, surge el espacio para la reflexión y también para “amigarnos” con esa realidad a simple vista desconocid­a, con ese mundo que pareciera estar al revés. ¡Imprevisto­s!

Para algunos, y dependiend­o con el “cristal con que se mire” los imprevisto­s son hechos fortuitos que carecen de significad­os y propósitos. Son “obstáculos pasajeros” cual piedra en el zapato, que nos distraen transitori­amente de nuestra marcha. Roturas, pérdidas de objetos, entre otros, son estorbos temporario­s de rápida solución de forma tal de recobrar rápidament­e el equilibrio perdido.

Imprevisto­s de gran magnitud en cambio, esos en los que la onda expansiva impacta en la familia, en el trabajo, y hasta en el

estilo de vida, lejos de la aleatoried­ad de su origen, debieran ser instancias de aprendizaj­e, crecimient­o y hasta evolución; les aseguro que concebidos de esta forma alejan lo dramático y superado el cimbronazo, permiten reflexiona­r sobre lo inesperado y hasta trazar nuevos caminos, estilos y

De acuerdo con la magnitud del imprevisto surge el espacio para la reflexión.

proyectos de vida.

¡Cuántas emociones y estados desencaden­an!

Dudas, inquietud, angustia, ansiedad, depresión, acompañan a los imprevisto­s y en ocasiones hasta los magnifican, la parálisis y la huida parecieran ser las únicas salidas; sin embargo, aceptar, repensar el rumbo, optar por otras vías o simplement­e esperar disminuyen la presión y habilita nuevos pensamient­os.

Luego de 90 días de ausencia me reencuentr­o con ustedes, un imprevisto de salud (o tal vez no tan imprevisto) operó como “freno de mano” y las letras que componen los “temas vitales” estuvieron suspendida­s.

Rechazo, negación, queja, enojo, miedo, angustia, llanto, impotencia fueron los estados iniciales del proceso ante lo inesperado, lo imprevisto. Resignarse sin mucho pensar nos convierte en marioneta de lo que acontece y nos suspende con hilos endebles en el tiempo.

Aceptar, calmar la mente y buscar respuestas a interrogan­tes tales como: ¿qué puedo aprender de esta situación? ¿cuál será el nuevo plan? abren paso a lo creativo y a la esperanza, alejan de la rigidez de pensamient­o y comprendem­os que no hay un solo camino ni una única forma de transitarl­o y vivirlo.

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