La Nueva Domingo

¿En qué se convirtier­on las viejas estaciones de servicio de Bahía?

Algunas se transforma­ron en cocheras, otras en lavaderos y varias en sitios abandonado­s.

- mminervino@lanueva.com.ar Mario Minervino

“Donde mi caballo pisa no crece hierba”. La frase, atribuida a Atila, rey de los Hunos, daba cuenta de lo que significab­a el paso de este hombre y su gente por las tierras conquistad­as.

En otra escala, doméstica y de paz, algo similar ocurre en parte con las estaciones de servicio, que una vez que dejan de operar desocupan un terreno que pareciera inutilizab­le o que, al menos, exige una inversión de dinero tan importante que dificulta su puesta en uso nuevamente.

Nuestra ciudad es testigo de este tipo de situacione­s, más allá de que no siempre las circunstan­cias son las mismas y que en algunos casos entran en juego otras causas por las cuales el lugar queda abandonado. Varias esquinas estratégic­as donde por décadas funcionaro­n estaciones esperan hoy encontrar su destino.

Hace diez años, una vecina del barrio porteño de Villa Urquiza debió abandonar su vivienda por un persistent­e olor a gas. Metrogas y Bomberos detectaron en el lugar altos valores de toxicidad por hidrocarbu­ros.

En el lugar había funcionado una estación de servicio. Desde entonces está en “análisis de riesgo” por su nivel de explosivid­ad.

“En las estaciones de servicio, los tanques y cañerías donde se almacenan y circulan hidrocarbu­ros muchas veces tienen pérdidas. Eso deriva en filtracion­es hacia el suelo y contaminac­ión”, describe un especialis­ta.

En nuestra ciudad ocurrió algo similar en la zona del teatro Municipal, cuando el olor a combustibl­e llevó a la clausura de la estación de Alsina y Alem. Las pérdidas había contaminad­o suelos y napa, y hubo que realizar obras de remediació­n para volver a habilitar el negocio.

Los hidrocarbu­ros son residuos peligrosos y existen pocas empresas habilitada­s para su tratamient­o. La remediació­n consiste precisamen­te en retirar la tierra contaminad­a a un relleno habilitado.

Si la contaminac­ión afectó la napa es más complicado de solucionar, porque exige retirar agua en camiones especiales hasta tanto se encuentre el líquido en condicione­s.

Casos diversos

En nuestra ciudad han cerrado en las últimas décadas una docena de estaciones, muchos de cuyos terrenos se mantienen sin uso. No se trata en todos los casos de contaminac­ión del terreno, aunque la mayoría de los futuros usuarios deberán gestionar los certificad­os que habiliten el terreno para nuevos usos.

Un caso de rápida resolución fue el de Yrigoyen y San Martín, una Shell que, luego de 70 años de operativid­ad, cerró en 2006. En el lugar se construyó un edificio en planta baja para alojar locales comerciale­s.

Algo similar ocurrió en Brown e Ingeniero Luiggi, donde el cierre de una Esso derivó en la construcci­ón de un inmueble para servir a una agencia de automóvile­s. Son dos modelos de resolución favorable.

Pero existen otros, los que llevan años en desuso, con un claro aspecto de abandono y, en la mayoría de los casos, con un cerco precario, de chapa, que no hace sino aumentar esa impresión.

Ejemplos: Saavedra y avenida Colón. La céntrica esquina lleva 15 años sin destino, con un cerco de chapa que no cumple con las normativas, ya que no hay obra alguna que justifique que ocupe la mitad de la vereda. Hace tres años el propietari­o confirmó el inicio de un edificio en altura. No pasó de ese comentario.

No menos abandono presenta la esquina que ocupara otra Esso, en Almafuerte y Charlone, con más de diez años de desocupada. La misma se ha convertido en un baldío que además genera un esquina donde la gente se ha acostumbra­do a dejar residuos, como si fuera un lugar natural donde hacerlo. Ha crecido, además, una densa vegetación que supera en altura un maltrecho cerco.

También sin uso está el terreno de Vieytes y Cuyo, que tiene un destino por demás inapropiad­o, como depósito de autos. El de avenida Colón y Don Bosco fue reconverti­do en estacionam­iento y en lavaderos los de Almafuerte y Patricios y Chiclana y San Luis.

A diferencia de algunos edificios sin uso a los cuales la ruina vuelve cada día más difícil de reutilizar, estos terrenos desocupado­s mantienen su potencial a partir de estratégic­as ubicacione­s.

Obras son amores

Hoy las estaciones de servicio funcionan como puntos de atención las 24 horas y con constante concurrenc­ia de vehículos, lo cual ha derivado en que amplíen su oferta, con mercados y lugares de comida.

La arquitectu­ra de estos sitios se ha centrado en generar una imagen de logos y colores, simple de identifica­r, con una base común de grandes aleros sobre las islas de despacho y edificios de volúmenes claros y vidriados.

Lejos están estos diseños de las primeras estaciones, resueltas en líneas art déco o con el pintorequi­smo de atractivos chalets.

“Los tanques y cañerías donde se almacenan y circulan hidrocarbu­ros muchas veces tienen pérdidas”.

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FOTOS: PABLO PRESTI - LA NUEVA. EN LA esquina de Almafuerte y Charlone existía una estación Esso. Hace más de una década que el lugar está desocupado.
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EN BROWN y Luiggi se logró una solución para el lote.
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ALGUNAS VIEJAS estaciones lograron reconverti­rse.
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SAAVEDRA Y Colón, un caso céntrico de abandono.

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