La Nueva Domingo

Por las calles de la vida... siempre aparece un tal Maradona

Diego Dal Salto, abogado pampeano, tiene todo listo para poner en la cancha un libro inédito de Diego, con casi sus 900 partidos.

- Fabián Rodríguez farodrigue­z@lanueva.com

Qué decir o qué escribir de Diego Maradona que no se haya dicho o escrito? Pero siempre se puede ir un poco más allá cuando se trata de la pasión por, tal vez, el ídolo máximo del deporte argentino.

Diego Dal Salto es un abogado pampeano cuyo nacimiento coincidió con la etapa del 10 en Boca y, prácticame­nte desde la cuna, empezó a soñar con algún tipo de travesura.

Hoy, casi 40 años después, está a punto de concretar una obra inédita que vale la pena contar: un libro con los más de 900 partidos que disputó “Diego” en su vida, con lujo de detalles. Ni más ni menos...

--Diego, contame cómo surgió este amor por Maradona.

--El fanatismo por Diego lo tengo desde siempre y

¿me acompaña desde siempre. Nací un mes después de que Boca ganara el Metropolit­ano ’81 y nací con toda esa euforia de Diego. Tengo el nombre por él. Mi papá y mi mamá decidieron que me llame así y soy uno de los muchos “Diegos” del año 1981 por Maradona. --Imposible no contagiars­e.

--Tal cual. Y así como todos los chicos de hoy cuando juegan quieren ser Messi, yo quería ser Maradona. En el picadito de la calle era: “la tiene Maradona”. Desde entonces el fanatismo me acompaña. Después lo vas formando con algunos actos propios, como juntar la plata trabajando de albañil para ir al partido homenaje en el 2001 y publicando un aviso en el diario de Santa Rosa (donde nació y vive) para conseguir a alguien que me ayude prestándom­e la tarjeta que se necesitaba para sacar la entrada y así fue como vi a Diego por única vez jugando en una cancha. Hay una imagen de un chico jovencito, bien en la punta del tejido de la cancha vieja de Boca, llorando desconsola­damente y que hace poco le volvieron a hacer una nota. Me acuerdo de ese chico y me acuerdo de la sensación, porque yo lloraba de la misma manera y recuerdo que Maradona terminó haciendo una especie de vuelta olímpica saludando y yo lo saludaba como si me estuviera saludando sólo a mí. Había 60.000 personas ese día.

Dal Salto contagia emoción maradonian­a.

“Es una pasión y no importa que sea lo que te guste; cuando es una pasión, se generan estas cosas. En la película “El secreto de sus ojos” al asesino lo descubren por su pasión. Los tipos saben que el asesino podía cambiar de todo, pero no iba a poder mentir con su pasión. Ahí descubren que era hincha de Racing y todas las cuestiones”, rememoró.

El abogado tiene su libro a punto caramelo.

“La publicació­n dependerá un poco de la cuarentena. La editorial (Dunken) no está imprimiend­o libros justamente por esto. Mientras tanto, yo aprovecho para corregir algunas cuestiones. Vuelvo a mirar partidos por si se me escapó algún detalle, como por ejemplo el partido entre Boca y Corea Del Sur, cuando vuelve Diego en 1995. Tenía anotado que la cinta de capitán de ese partido era blanca y en realidad tenía dos tiritas rojas y negras”, especificó.

“En un momento de normalidad, la editorial ya me hubiese pedido el borrador para imprimirlo. Como ni tiene sentido que esté en una computador­a –aclaró-, aprovecho el tiempo para retocar algunas cosas”.

--¿Como los cuántos partidos que jugó Maradona?

Exacto. Como casi 900 partido, entre amistosos y oficiales. Y no te digo la cifra exacta porque tendría que hacer el recuento ahora, pero se quedó a menos de diez partidos de los 900.

El primer clásico de Diego

El pampeano sigue abriendo el baúl de los recuerdos.

“Diego jugó su primer clásico el día de la lluvia y convierte ese gol tremendo en La Bombonera, el 3-1 con los goles de Brindisi (Miguel) y uno de él. Jugó un partidazo, inclusive sacando su gol. En el segundo tanto de Brindisi, Diego la agarró en mitad de cancha, Passarella le tiró una patada a la rodilla para matarlo. Diego saltó y siguió corriendo, gambeteó al 'Pato' Fillol (Ubaldo) y la pelota le quedó en los pies a Brindisi para empujarla a la red. Y, además, Diego ese partido hizo un gol con la mano y lo amonestan”.

--Maradona en los partidos con lluvia y barro daba un plus.

--Tal cual. Volaba. Hay imágenes jugando unos partidazos en terrenos así con el Nápoli. Diego jugó la copa Joan Gampper (la que juega el Barcelona al inicio de todas las temporadas) en la ’83 y ’84. En la primera que jugó, el Barcelona salió último. En la segunda fue campeón. En el primer partido de la jugada, en ’84, llovía y hay imágenes de Diego haciendo jueguitos abajo del agua.

--Lo curioso de tu libro es que trata sobre las participac­iones de Diego, los puntajes, qué se comentó de él en cada cotejo, pero hay un dato fantástico: Maradona no siempre usó la “10”.

--La gente tiene asociada la figura de Diego al “10”, y más que nada con el formato del dorsal de México ’86, tan caracterís­tico que se usó durante muchos años. Pero, por ejemplo, en Argentinos Juniors usó la “9”, la “10” y la “11”; en Boca siempre la “10”; en Barcelona solo en un partido no usó la “10” y en Nápoli la “9”, la “10” y la “16”. Lo interesant­e de esto en Nápoli es que, cuando no usó la “10” es porque le dejó ese número a Gianfranco Zola, quien decían que era el sucesor de Diego y él, para darle confianza, la dejaba ese número.

--¿Qué querés reflejar en el libro de esos casi 900 partidos?

--El libro está dividido en dos grandes capítulos: clubes por un lado y la Selección por otro, ambos de forma cronológic­a. Después, está todo: la fecha de cada partido, los equipos que se enfrentaro­n, el resultado, el árbitro, el estadio y la calificaci­ón de la actuación de Diego.

“Además, el libro tiene dos detalles: todos los relacionad­os a Diego: que número uso, qué marca de botines, si hizo goles, si fue titular, cómo hizo los goles, etcétera. Y después todo lo que tiene que ver con el equipo, como por ejemplo el color de camiseta que usó ese partido, si manga larga o corta o si hubo algún detalle a destacar.

--Sin entrar en comparacio­nes, el mejor monumento de Diego en el mundo lo tenemos inmortaliz­ado en Bahía. En Mundial Fútbol Club (Sixto Laspiur).

--Comparto lo que decís. Incluso, cuando voy para Bahía, coincido con Andrés (Rebollal) para pasar a saludarlo y sacarme una foto con la estatua. Debo tener 300 ya.

--Qué lindo sería que presentara­s el libro también por estos pagos, donde hay muchos maradonian­os.

--¿Por qué no? Además, para la estatua de “Diego niño” participé dando informació­n sobre la foto en particular con la que Carlos (Benavídez, el escultor) terminó haciendo la estatua. Sería tremendo gusto estar allí, claro.

El libro está dividido en dos grandes capítulos: clubes por un lado y la Selección por otro, ambos de forma cronológic­a.

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