La presurosa carrera por la vacuna y la búsqueda de la soberanía económica
Los gobiernos de varios países están más implicados que nunca en la investigación de la vacuna contra el coronavirus. Todos persiguen la secreta esperanza de estar asociados con el fabricante.
donantes que financian las investigaciones de los laboratorios. El dinero público es un plus bienvenido, porque la inversión es enorme y el riesgo para la empresa es grande.
Este mercado es muy pequeño, con un peso de sólo 35.000 millones de dólares en comparación con un mercado farmacéutico mundial de 1,2 billones de dólares. Y los retornos son todavíainciertos.Lavacuna contra el dengue que se suponía que le daría a Sanofi mil millones de dólares se está vendiendo menos de lo esperado.
Para los principales laboratorios, este apoyo del gobierno es una garantía de que habrá una demanda estatal, y una garantía moral en caso de que su vacuna falle y los exponga a acciones legales.
A cambio, pueden ser sometidos a una presión amistosa para garantizar precios accesibles. En el caso del coronavirus, que ya ha causado más de 500.000 muertes, la búsqueda de beneficios parece difícil de sostener.
Mientras la carrera no se detiene, surge un interrogante: ¿el “nacionalismo de la vacuna” es beneficioso o perjudicial para la investigación?
La Organización Mundial de la Salud lo considera contraproducente. Y se ve en Francia, por ejemplo, que el presidente Macron busca, por un lado, asegurar cierta soberanía en la fabricación de la vacuna y, por otro, promete la cooperación internacional para compartir los beneficios de la vacuna.
Ya hay informes de escasez de frascos o jeringas, sin mencionar la disponibilidad de los establecimientos necesarios para fabricar la molécula.
También se debe tener en cuenta el razonamiento de los investigadores: “el descubrimiento de una vacuna no es automático, todavía estamos esperando la que nos inmunice contra el HIV o la hepatitis C”, sostienen. (RFI y Télam).