El Principito, lo esencial, la invisibilidad y los ojos
Uno de los desafíos más significativos que afrontamos, a través de los años en nuestra región, es la degradación de los recursos naturales y, principalmente, la de los suelos cultivados.
Nuestra zona es de suma fragilidad. Estamos en una región semiárida y los cuidados en la agricultura deben ser de mayor intensidad, sobre todo en la conservación de la cobertura y la no remoción de suelo.
En este aspecto, vemos con preocupación la erosión eólica e hídrica que está provocando el uso reiterado de implementos como rastra de discos y rolo u otros similares, en planteos agrícolas.
Como ingeniero agrónomo y presidente del CIABBA, me veo en la necesidad de comentar los aspectos que trabajamos en forma interna de nuestra institución, para que la población entienda la importancia del tema.
Una de las mayores controversiales tiene que ver con las cuestiones ambientales.
Muchas veces se asume que las labranzas repetidas evitan los fitosanitarios y, por ello, se obtiene menor impacto ambiental. Pero no sólo el uso de estos productos provoca daño al ambiente; por ejemplo, el resultado de consumo de energía fósil es mucho más alto.
En ese sentido, el uso de manejo integrado de plagas y enfermedades permite mejorar muchísimo la utilización y las cantidades de estos productos.
La degradación que hacemos —la mayoría de las veces— no tiene vuelta atrás.
Me parece que, mínimamente, debemos debatir este concepto, porque el uso reiterado y continuo de implementos aumenta —en forma exponencial— el daño antrópico y la recuperación de los suelos es muy lenta o, directamente, irreversible.
La reducción de la materia orgánica también es un tema central.
En términos corrientes, es la que amortigua el sistema. Los cambios que sufre bajo estas acciones son irrecuperables y no sólo afecta a las plantas, sino que puede provocar que ese lote sea improductivo por muchos años.
Nosotros conceptualizamos al suelo como un ser vivo.
Toda acción humana tiene consecuencias en el corto, mediano o largo plazo, pero pretendemos, a partir de nuestro conocimiento y experiencia, que sea lo menos dañina posible y siempre buscando la sustentabilidad de los sistemas.
Para ser más claros: en lo productivo, económico, social y, sobre todo, en lo ambiental.
Como expresa el libro El Principito (A. Saint Exupéry, 1943): “Lo esencial es invisible a los ojos”. Justamente, debemos proteger esa esencialidad.
Todas estas consideraciones son las que analizamos —conjuntamente con el productor— para evaluar los pros y los contras de cada acción en pos de la sustentabilidad y para proteger la base de cualquier producción, que es el suelo.
Por eso trabajamos incansablemente para que nuestra entidad, junto al CIAFBA (Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la Provincia de Buenos Aires), nuclee a los profesionales bajo este marco de ley y así podamos reflejar la importancia de nuestra profesión en la resolución de estas problemáticas.