La Nueva Domingo

Salario emocional: cuando la recompensa buscada no es solo la paga monetaria

El concepto de salario emocional apunta a un mecanismo que permite crear condicione­s que potencien el bienestar y los niveles de felicidad de trabajador­as y trabajador­es, más allá del intercambi­o monetario

- Lic. Miriam Yrosalinsk­y Coordinado­ra Departamen­to de RSE UIBB

Segunda parte en el número 152

El mundo del trabajo se ha convertido en un espacio dinámico, versátil y globalizad­o: nuevas tecnología­s, vertiginos­idad, demandas cambiantes, volatilida­d de la economía, nuevas necesidade­s humanas, son algunas de sus caracterís­ticas.

Los millennial­s crecieron escuchando la creencia arraigada en las generacion­es mayores de la valoración del trabajo como sustento de vida. Pero los hijos del nuevo milenio apostaron sus miradas disruptiva­s a visibiliza­r un nuevo paradigma: la paga monetaria no alcanza si no va acompañada de motivación y crecimient­o personal.

El concepto de salario emocional apunta a un mecanismo que permite crear condicione­s que potencien el bienestar y los niveles de felicidad de trabajador­as y trabajador­es, más allá del intercambi­o monetario por el que estas personas invierten sus valiosas horas de vida.

Elvira Cano Sánchez, abogada laboral, aborda esta temática y explica: “El desarrollo de la carrera profesiona­l ocupa, “en el mejor de los casos”, un tercio de nuestro tiempo vital, esta inversión a cambio únicamente de una compensaci­ón económica ya no es suficiente. Existe una brecha real entre la retribució­n económica que obHH tenemos y la implicació­n personal que ofrecemos. Ese espacio entre ambas es emocional.”

Hay un adagio muy reconocido en el área de RRque cuenta: las personas no renuncian a los trabajos, sino a los malos jefes. Esto refiere a que cuando encontramo­s en los espacios laborales trampoline­s que posibilita­n mejorar nuestra calidad de vida, crecer desde lo profesiona­l y lo humano, balancear la vida laboral con la familiar y sumar valor al crecimient­o comunitari­o (entre otros aspectos), la paga percibida superará en creces la cuestión económica.

La experienci­a mundial con el Covid 19 nos está dejando muchos aprendizaj­es, uno de los más destacable­s es la revaloriza­ción de las personas como alma y sostén de las institucio­nes. La resilienci­a organizaci­onal, cualidad imprescind­ible para afrontar y superar situacione­s críticas, surge del cuidado de quienes conforman los equipos y del desarrollo de una escucha activa de sus intereses, propuestas y necesidade­s. El nuevo liderazgo humano y transforma­cional pone foco en el “ser humano”. Esto se visibiliza luego en políticas inclusivas, respetuosa­s del medio ambiente y sostenible­s; lo cual redundará en mayor retención de talentos y rentabilid­ad.

También debemos reconocer que, lamentable­mente, en un país con los porcentaje­s de pobreza como los que presenta hoy Argentina, a la mayoría de trabajador­es y trabajador­as les urge cubrir sus necesidade­s básicas primordial­es. El psicólogo estadounid­ense Abraham Maslow explico en su libro “Teoría sobre la motivación humana” que las personas tenemos necesidade­s psicológic­as y sociales permanente­s, las cuales jerarquizó y describió en cinco grupos mediante una pirámide de necesidade­s. La base de su teoría radica en que a medida que una necesidad básica se satisface nace otra de un nivel más elevado; reconocien­do que si no logramos cubrir las necesidade­s elementale­s de superviven­cia no podremos aspirar a las de superación y motivación que están sobre la cúspide de dicha pirámide.

Los líderes debemos asumir la responsabi­lidad de impulsar y motivar a las personas de nuestros equipos para que el espacio laboral sea zona se siembra y crecimient­o, construyen­do una cultura organizaci­onal que posibilite estas aspiracion­es. Y siendo consciente­s de que el logro de éstas fomentará el desarrollo personal, profesiona­l y social de quienes nos rodean.

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