Salario emocional: cuando la recompensa buscada no es solo la paga monetaria
El concepto de salario emocional apunta a un mecanismo que permite crear condiciones que potencien el bienestar y los niveles de felicidad de trabajadoras y trabajadores, más allá del intercambio monetario
Segunda parte en el número 152
El mundo del trabajo se ha convertido en un espacio dinámico, versátil y globalizado: nuevas tecnologías, vertiginosidad, demandas cambiantes, volatilidad de la economía, nuevas necesidades humanas, son algunas de sus características.
Los millennials crecieron escuchando la creencia arraigada en las generaciones mayores de la valoración del trabajo como sustento de vida. Pero los hijos del nuevo milenio apostaron sus miradas disruptivas a visibilizar un nuevo paradigma: la paga monetaria no alcanza si no va acompañada de motivación y crecimiento personal.
El concepto de salario emocional apunta a un mecanismo que permite crear condiciones que potencien el bienestar y los niveles de felicidad de trabajadoras y trabajadores, más allá del intercambio monetario por el que estas personas invierten sus valiosas horas de vida.
Elvira Cano Sánchez, abogada laboral, aborda esta temática y explica: “El desarrollo de la carrera profesional ocupa, “en el mejor de los casos”, un tercio de nuestro tiempo vital, esta inversión a cambio únicamente de una compensación económica ya no es suficiente. Existe una brecha real entre la retribución económica que obHH tenemos y la implicación personal que ofrecemos. Ese espacio entre ambas es emocional.”
Hay un adagio muy reconocido en el área de RRque cuenta: las personas no renuncian a los trabajos, sino a los malos jefes. Esto refiere a que cuando encontramos en los espacios laborales trampolines que posibilitan mejorar nuestra calidad de vida, crecer desde lo profesional y lo humano, balancear la vida laboral con la familiar y sumar valor al crecimiento comunitario (entre otros aspectos), la paga percibida superará en creces la cuestión económica.
La experiencia mundial con el Covid 19 nos está dejando muchos aprendizajes, uno de los más destacables es la revalorización de las personas como alma y sostén de las instituciones. La resiliencia organizacional, cualidad imprescindible para afrontar y superar situaciones críticas, surge del cuidado de quienes conforman los equipos y del desarrollo de una escucha activa de sus intereses, propuestas y necesidades. El nuevo liderazgo humano y transformacional pone foco en el “ser humano”. Esto se visibiliza luego en políticas inclusivas, respetuosas del medio ambiente y sostenibles; lo cual redundará en mayor retención de talentos y rentabilidad.
También debemos reconocer que, lamentablemente, en un país con los porcentajes de pobreza como los que presenta hoy Argentina, a la mayoría de trabajadores y trabajadoras les urge cubrir sus necesidades básicas primordiales. El psicólogo estadounidense Abraham Maslow explico en su libro “Teoría sobre la motivación humana” que las personas tenemos necesidades psicológicas y sociales permanentes, las cuales jerarquizó y describió en cinco grupos mediante una pirámide de necesidades. La base de su teoría radica en que a medida que una necesidad básica se satisface nace otra de un nivel más elevado; reconociendo que si no logramos cubrir las necesidades elementales de supervivencia no podremos aspirar a las de superación y motivación que están sobre la cúspide de dicha pirámide.
Los líderes debemos asumir la responsabilidad de impulsar y motivar a las personas de nuestros equipos para que el espacio laboral sea zona se siembra y crecimiento, construyendo una cultura organizacional que posibilite estas aspiraciones. Y siendo conscientes de que el logro de éstas fomentará el desarrollo personal, profesional y social de quienes nos rodean.