La Nueva Domingo

Tres claves

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1 ¿Creés en Dios?

-No soy creyente, tampoco ateo. Me considero un agnóstico en lo personal, pero a la vez creo que Dios (sea cual sea) existe para quienes realmente lo sienten adentro, de manera profunda, como mi señora”.

2 ¿Qué relación tenés con la política?

-En su sentido más literal: creo que debería estar orientada a la toma de decisiones buscando la manera más eficiente de lograr los objetivos más equitativo­s posibles. Lo que quiero decir es que, sin importar si la elección tomada es considerad­a de derecha, de izquierda, nacionalis­ta, liberal, etcétera, debe ser destinada a lograr el avance de la sociedad misma en general: sin oprimir al desahuciad­o ni exprimir al agraciado. Diría más bien que soy un pragmático. En mi opinión, el fin máximo debería ser encontrar el equilibrio porque las medidas volcadas hacia cualquiera de los extremos políticos e ideológico­s se hacen insostenib­les en el tiempo”.

3 ¿Qué se necesita para salir adelante?

-Deshacerno­s de “la grieta”. Ya no se trata de una cuestión meramente política, nos atraviesa de punta a punta en todo orden social. No hay más debate ni discusión sana, es todo pelea y agresión al que piensa distinto. Programas televisivo­s, medios periodísti­cos, charlas de café o lo vertido desde de un teclado hacia una pantalla, son todos potenciale­s campos de batalla. Incluso a veces, lamentable­mente, la grieta política se interpone entre los mismos comedores: hay quienes reciben un trato especial por el hecho de pertenecer a tal o tal grupo. Por suerte, la solidarida­d y las ganas de ayudar al otro son mayoría.

“Estamos tan aferrados a la idea de que sólo los K, los M o algún otro representa­nte del abecedario ideológico son los únicos que cuentan con la solución a la disyuntiva argentina. El ciudadano de a pie, en el fondo, está hastiado de todos ellos. Tarde o temprano, deberá surgir alguien que rompa el molde obsoleto de lo que consideram­os un político: un mero personaje que sólo busca la gloria y el reconocimi­ento personal, sin importar lo que suceda con el resto. Esta pandemia era la oportunida­d perfecta para que muchos elegidos por el pueblo (oficialist­as y opositores) demostrara­n, por mínimo que sea, que estaban para más. Y se les pasó el tren.

“Hay que dejar de ‘agarrar la pala’ para hacer la grieta más ancha y profunda, y empezar a usarla, cuanto antes, para rellenarla, O llegará un punto en que caeremos de jeta todos adentro y de ahí no saldremos más”.

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