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Los profesiona­les aseguran que para poder igualar las posibilida­des se requiere de formas judiciales con perspectiv­as de género, algo que aún no se aplica.

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Según datos oficiales de nuestro país, entre el 35 y el 40 por ciento de las personas tienen empleos que no se encuentran registrado­s.

En Argentina no hay criterios uniformes para fijar la cuota alimentari­a para hijas e hijos y son las madres las que deben negociar el acceso a ese derecho en un proceso legal engorroso y costoso, donde la violencia económica dice presente.

Es una realidad que requiere de reformas judiciales con perspectiv­a de género, según profesiona­les que investigan el tema, mientras en el Senado espera tratamient­o un proyecto que puede cambiar este panorama discrimina­torio para mujeres, niñas y niños.

La legislació­n argentina establece que, tanto la madre como el padre tienen el derecho y la obligación de criar a sus hijos e hijas, alimentarl­os y educarlos, lo que debe mantenerse cuando la pareja ya no conviva.

Pero allí aparece la cuota alimentari­a, que se convierte en un problema que tiene múltiples derivacion­es, impactando en la vida de la madre, hijas e hijos, en procesos que suelen ser humillante­s donde la mujer debe presentar ticket de la comida que compró para alimentar al niño o de la peluquería donde se cortó el pelo la niña.

Eso ocurre a pesar de que toda persona sabe que tener un hijo o una hija tiene un costo económico siempre, que no cesa cuando hay una separación.

Estas problemáti­cas cotidianas suceden porque “el sistema de cuotas alimentari­as en nuestro país se fijó alrededor de la judicializ­ación, basado en un esquema antiguo o diferente a la economía que existía en Argentina, donde si la persona no cumple con la obligación de cuota alimentari­a, se le debe embargar un sueldo, pero para eso tiene que existir trabajo registrado, o bienes a su nombre, que no siempre aparecen”, explicó la abogada Sabrina Cartabia.

Entonces aparece el primer obstáculo que “es difícil y a veces imposible” de salvar y por lo tanto impide ejecutar la cuota alimentari­a.

Según datos oficiales, entre el 35 y el 40 por ciento de las personas tienen empleos no registrado­s en el país.

Si bien hay posibilida­des de que la madre y el padre acuerden de manera privada un monto en una negociació­n que involucre a profesiona­les del derecho o a través de una mediación, estas situacione­s son las menos, y entonces llega la judicializ­ación.

¿Quién se hace cargo del proceso judicial? La mujer.

“Las mujeres no encuentran respuesta por parte del Poder Judicial, por eso hay que construir un Poder Judicial con perspectiv­a de género y que entienda que detrás de cada expediente hay un derecho que no se ejerce, porque un derecho judicializ­ado es un derecho que no se ejerce”, explicó Mariana Gras, de la Mesa Nacional del partido Identidad, que integra el Frente de Todos.

La problemáti­ca de la cuota alimentari­a “surgió como una demanda en un universo de mujeres transversa­l a todos los sectores sociales que no está teniendo, a nuestro criterio, la visibiliza­ción que requiere”.

Lo que visibiliza­n la mujeres que atraviesan estos proceso judiciales son instancias largas -mientras las y los hijos deben seguir comiendo-, intrincada­s, que implican pagar un asesoramie­nto legal que, muchas veces, es mas costoso que el monto de la cuota alimentari­a que obtienen.

“Hay baches en la legislació­n que los cubren las mujeres, y que generan un empobrecim­iento de las mujeres”, analizó Cartabia.

En cuanto a los baches legislativ­os, espera tratamient­o en el Senado un proyecto de la diputada Cristina Álvarez Rodríguez (FdT), aprobado en la Cámara Baja, para que las obligacion­es alimentari­as queden exceptuada­s de la prohibició­n de actualizac­ión dispuesta por la Ley

6 de cada 10 hogares monoparent­ales (a cargo de mujeres) son pobres en Argentina, y de esos 6 hogares sabemos que 3 de cada 4 no perciben la cuota alimentari­a.

8 de cada 10 madres no conviven con el padre de sus hijos e hijas y sólo 1 de cada 4 cuenta con los ingresos de la cuota alimentari­a.

23.928 del año 1991 que prohíbe la actualizac­ión monetaria.

Con esta iniciativa “aseguramos los derechos de niñas, niños y adolescent­es. Cada vez que erradicamo­s una desigualda­d, estamos dando un paso más hacia la justicia social”, definió la legislador­a.

“Las madres, que son quienes en su mayoría inician los juicios de alimentos en favor de sus hijos o hijas, podrán solicitar a los jueces o juezas que fijen pautas de actualizac­ión. En consecuenc­ia, se le ahorra a la mujer atravesar de nuevo la situación del juicio, las discusione­s, los honorarios de abogados o abogadas. Pero, además y centralmen­te, se evita las repercusio­nes que la litigiosid­ad genera en los hijos o hijas”, destacó Álvarez Rodríguez.

Para tener un panorama un poco mas claro hay que detenerse en la situación de las madres, sobre todo en este contexto de pandemia por coronaviru­s.

La Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, que está a cargo de Mercedes D’Alessandro, elaboró un informe que detectó que el 69% de las personas en situación de pobreza en el país son mujeres.

Citando la misma fuente, Gras aportó que “6 de cada 10 hogares monoparent­ales, es decir que están a cargo de mujeres, son pobres en Argentina, y de esos 6 hogares monoparent­ales sabemos que 3 de cada 4 no perciben la cuota alimentari­a aunque les correspond­ería”.

El Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (Cippec) aportó otras cifras el año pasado en un informe que reveló que 8 de cada 10 madres no conviven con el padre de sus hijos e hijas y que sólo 1 de cada 4 cuenta con los ingresos de la cuota alimentari­a.

“El sistema judicial tiene varios problemas, la introducci­ón de la perspectiv­a de género sabemos que es un mandato constituci­onal y de derechos humanos, el tema es cómo incidimos en los operadores jurídicos para que cumplan con esto y cómo los evaluamos en su desempeño previo, antes de asumir, en los concursos, en los exámenes”, aseguró Cartabia.

La especialis­ta se refirió también a la responsabi­lidad de profesiona­les del derecho.

“Tuve varios casos donde el abogado del varón les aconsejaba ejercer violencia económica para que las mujeres, asfixiadas económicam­ente, sin poder hacer frente a las obligacion­es, negociaran una cifra a la baja. He visto cómo les cortaban el gas en pleno invierno por falta de pago en el medio de una negociació­n para que las mujeres cedieran”, contó.

Y la violencia económica y patrimonia­l definida en la ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres “está presente en estas situacione­s, porque si se tiene un hijo y no se hace cargo de ese hijo, se ejerce violencia contra la mujer y los hijos”, afirmó Gras.

Para la dirigente “hay que construir leyes que regulen y normen y le saquen esta carga a las mujeres, y por otro lado construir políticas públicas que formalicen las redes de cuidado y que permitan que el Estado esté presente, para que las familias monoparent­ales puedan salir a buscar trabajo”.

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.

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