La Nueva Domingo

La cuota alimentari­a, un derecho para cumplir

Temas vitales. Cómo compatibil­izar el proceso de independen­cia en los jóvenes.

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

¡Me quiero ir! Grito que en algún momento jóvenes lanzan al aire para expresar sus deseo de emancipaci­ón.

Mucho se ha hablado y escrito sobre el síndrome del nido vacío, metáfora que aplica para describir el proceso que se da en la familia cuando los hijos dejan el hogar. Se observa que las aves funcionan con una exactitud de relojería, si bien durante un tiempo reciben el sustento por parte de sus progenitor­es en un determinad­o momento demoran la nutrición para que de esta forma y por una cuestión de superviven­cia, emprendan su propio vuelo.

Genética, necesidad de sustento, la sabia naturaleza, se conjugan para que la especie logre su independen­cia. Con los humanos sucede un fenómeno similar. En países de Europa el promedio de edad para dejar la casa familiar es entre los 28 y 30 años, salvo países nórdicos que al contar con apoyos sociales y económicos emprenden el proceso entre los 19 y 21 años.

¿Nuestra sociedad tiene una moratoria obligatori­a?

Quienes adherimos a la teoría del Ciclo Vital de Erik Erickson, psicoanali­sta creador de los fundamento­s del desarrollo psicosocia­l, sabemos que entre los 12 y 25 años la persona construye su propia identidad. Para el autor se trata de una etapa de “moratoria” psicosocia­l pues está permitido experiment­ar, ensayar ideologías, profesione­s, relaciones, entre otras, sin tener que elegir de forma definitiva, muestra tangible del proceso de construcci­ón y de tendencia hacia la autonomía.

Se estima que si este “pasaje” se da junto a adultos que ejercen funciones con una distancia óptima, es esperable que puedan emprender su camino, pues a veces la protección continua genera la permanenci­a eterna junto a los padres y la indiferenc­ia y el descuido ocasionan la expulsión prematura.

Poder abandonar el nido, enfrentars­e a desafíos, desprender­se paulatinam­ente del control de los padres, tener nuevas experienci­as y forjar una identidad son señales que evidencian que una personalid­ad adulta se está consolidan­do y es lo esperable,

En nuestro país el proceso de construcci­ón de identidad y de independen­cia siempre está atravesado por la economía.

pero en este proceso hay un elemento clave.

Para que un fenómeno surja hay un entramado que lo deben condiciona­r y en nuestro país el proceso de construcci­ón de identidad y de independen­cia siempre está atravesado por la economía.

Sin pretender simplifica­r la temática es habitual ver “ciertas postales”. Una de ellas es producto de la pobreza y la indigencia que condiciona la construcci­ón de identidad. No se emprende vuelo porque el “nido” está siempre a la intemperie y expuesto a la vulnerabil­idad, allí se ensaya la superviven­cia.

Un mínimo porcentaje puede interpreta­r todo lo formulado porque las condicione­s económicas y sociales son favorables cumplir con la teoría del ciclo vital y emprender vuelo. La “otra foto” la componen una franja cada vez mayor que no pueden empezar su vuelo o hasta retornaron al hogar de padres y abuelos por que la subsistenc­ia no está garantizad­a.

Habrá entonces que aprender a lidiar con el deseo de independen­cia en una sociedad que obliga a la moratoria sin fecha de vencimient­o.

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