UNS: las residencias estudiantiles atesoran algo más que 50 años de vida
Fueron construidas con la venta de las tierras del barrio Comahue y clausuradas por la dictadura militar. Ya existe un proyecto que planea ampliaciones.
Recientemente renovadas tanto en su exterior como interior, este año se cumplen los 50 años de la inauguración de los tres monobloques construidos por la cooperadora de la Universidad Nacional del Sur para residencia para estudiantes de la región que llegan a la Universidad Nacional del Sur (UNS).
De diseño similar a los edificios del barrio Comahue, su ejecución fue posible a partir del dinero obtenido por la cooperadora por la venta de las tierras donde, precisamente, se construyó ese complejo vecino entre 1968 y 1971.
Ese bloque de terreno había sido originalmente cedido a la cooperadora por el Estado provincial para ser destinado al emplazamiento de una ciudad universitaria.
Con la compra de las tierras de Altos del Palihue, en 1967, la UNS modificó sus planes de emplazamiento y de allí la decisión de la cooperadora de vender las tierras al Instituto de la Vivienda.
La operación se concretó por 53 millones de pesos, unos 152.000 dólares de la época.
El ingeniero industrial Lucio Iurman era titular de la cooperadora de la UNS y una de las personas que hizo uso de la palabra en el acto inaugural de las viviendas, el 18 de junio de 1972.
“Las residencias eran muy necesarias para permitir a los estudiantes de la zona venir a nuestra universidad. Fue una de las muchas obras que hizo la cooperadora”, detalla —hoy—Iurman, consultado por La Nueva.
En aquella ceremonia, Néstor Castoli, prosecretario de la entidad, dijo: “No queremos que este complejo sea una pensión más, sino que quienes vivan aquí posean la apertura mental para sentir la problemática del mundo, no que pasen como astronautas en su cápsula”.
Iurman, por su parte, destacó el hecho de que la inauguración fuera un 18 de junio, en coincidencia con el aniversario del fallecimiento de Miguel López
Francés, “a quien tanto debe la cooperadora y el país entero”, según detalló.
Precisamente, ese es el nombre que lleva este complejo habitacional, un reconocimiento a quieren fuera impulsor de la creación de la casa de altos estudios y primer rector del Instituto Tecnológico del Sur, habilitado en 1948.
Hoy, Iurman se manifiesta orgulloso de ese legado.
“Estoy muy contento de que estas residencias hayan servido tanto. Son muchos quienes no podrían hacer estudiado sin esa ayuda. Me satisface muchísimo, además, que se haya realizado esta recuperación y puesta en valor”, señala.
El complejo fue uno de los últimos legados de la cooperadora antes de su definitiva disolución.
“Fue una institución clave para el funcionamiento de la UNS, la cual se desarticuló con el golpe militar de 1976. Incluso, se destruyeron todos sus antecedentes, no quedó nada que dé cuenta de su accionar”, lamenta Iurman.
El complejo de tres monobloques ocupa el predio ubicado en Urquiza y López Francés. Está integrado por 27 departamentos, de cuatro plazas cada uno, con lugar para 108 becados.
“Las residencias son de enorme valor en el acompañamiento de los estudiantes. La cuestión habitacional representa uno de los aspectos más desfavorables contra las oportunidades de acceso a los estudios para quienes provienen de otras localidades”, explica la Ing. Diana Sánchez, secretaria general de Bienestar Universitario de la UNS.
Detalló, además, que un equipo de trabajo “colaborativo e interdisciplinario” acompaña y coordinada las cuestiones de convivencia y el rendimiento académico de los becados.
Los requisitos
Los aspirantes a ocupar una unidad deben tener domicilio a más de 40 kilómetros de nuestra ciudad.
El 60 % de los estudiantes de la UNS provienen de localidades de la región.
Los interesados completan un formulario y, luego, analiza a los postulantes el consejo asesor de la secretaría general de Bienestar Universitario y al Consejo