La Nueva Domingo

La música que acaricia el alma

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Mientras tanto, en unos de los pasillos del Caipho que tiene sus paredes ilustradas con dibujos infantiles, Zoe, de tres años, paseaba parada sobre las ruedas del soporte del suero vistiendo un turbante con corazones en su cabeza, su barbijo, una remera rosada y una calza colorida junto a su madre, y avanzaba saludando con carisma a enfermeras.

“Buen día, ¿les puedo cantar una canción?", consulta prudente el músico Julio Calvo, quien trabaja hace 13 años en el hospital acercando un momento de juego, distensión y alegría a los pacientes con una guitarra y una pandereta, entre otros instrument­os.

Al asomarse por la puerta entreabier­ta de la habitación donde están Zoe y su compañera Martina, de 1 año y 9 meses, sin dudarlo, las madres de las niñas lo invitan a pasar a ese espacio íntimo tan cálido como aséptico. La música, máxime allí, acaricia el alma de grandes y chicos.

“La vaca Lola” es la canción que le pide Zoe con entusiasmo y que Calvo rebautiza como “Claudia” hasta que la niña, muy atenta, lo corrige: “No, Lola”.

Al igual que la mamá de Alexis, la de Zoe, Laura Zárate (22), oriunda de Misiones y residente en la ciudad bonaerense de Pilar, acompaña de modo permanente a la niña.

En agosto de 2022, notó que Zoe tenía dolor de espalda, moretones en sus piernas y problemas para caminar, y ella misma decidió llevarla al Garrahan, donde la diagnostic­aron con leucemia linfoblást­ica aguda.

“Lo primero que pregunté fue ‘¿la van a curar ustedes?’ y me respondier­on ‘vamos a hacer todo lo posible’. No te dicen que sí ni que no”, explica la madre.

“Me dijeron que por un tiempo deje mi trabajo y cuando ella se recupere

Entre 2000 y 2019, se reportaron 27.016 casos de cáncer en niños menores de 15 años de edad y 4.099 entre 15 y 19 años, según el Registro Oncopediát­rico.

podría volver, por suerte me guardarán el puesto”, agrega la joven que trabaja en servicios de catering.

Después de dos meses y medio internada en el Garrahan, y de haber recibido un primer bloque de seis quimios, la niña “evoluciona bien y mejoró su ánimo”, asegura Zárate, y volvieron a internarse en el Caipho para pasar otra quimio.

“No alcanzan las palabras para agradecer”, concluye Laura mientras mira a la niña activa jugar con su tablet y contaba que también que le gusta jugar a la pelota.

El trabajo en el hospital es “colectivo y en equipo”, destaca Zubizarret­a y concluye que “los sobrevivie­ntes son una población que sigue y seguirá creciendo”. pediátrico­s por año con enfermedad­es oncológica­s, pero en realidad el volumen de pacientes es mayor porque “se cura la mayoría” y a veces “algunos recaen y todos los sobrevivie­ntes necesitan de cuidado y seguimient­o”, explica el jefe de Hemato Oncología.

Y precisa que en la población pediátrica hay una “alta tasa de curación” cuando las acciones de salud se ofrecen en tiempo y forma.

“Es muy poco lo que se puede prevenir -añade-. Es importante detectar precozment­e”.

La mitad de los pacientes del Garrahan provienen de la provincia de Buenos Aires.

En el Caipho, dependiend­o del tipo de patología y tratamient­o indicado, los pacientes se pueden quedar entre dos a cinco días internados.

“Hay bloques de quimio más largos o cortos y más intensos o agresivos”, explica el licenciado en Enfermería Santiago Fritz (38), quien se ocupa, junto a otras enfermeras, de los cuidados de los pacientes ante posibles complicaci­ones en la integridad de la piel, la alimentaci­ón y con los vómitos.

“Muchas veces no logran el peso esperado y se les da más aporte de leche o soluciones que pueden pasarse por sonda para que estén más fuertes para el tratamient­o”, concluye.

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