La Nueva Domingo

La Cueva de las Manos reúne el arte de más de 9.000 años

Un lugar enmarcado por un paisaje intacto en el medio de un cañadón profundo en el Río Pinturas, en Santa Cruz.

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n cañadón profundo, con el río Pinturas serpentean­do en su interior, es el paisaje que enmarca el Parque Provincial Cueva de las Manos, en el noroeste de la provincia de Santa Cruz. y que asemeja a un espectácul­o de arte a cielo abierto donde los visitantes se encuentran frente a figuras de más de 9.000 años de antigüedad que dejaron plasmadas quienes conformaro­n las primeras poblacione­s de la zona.

El Cañadón del Río Pinturas está ubicado entre las localidade­s de Perito Moreno y Bajo Caracoles, y para acceder hay que tomar la ruta nacional Nº 40 y en un

Udesvío transitar por un camino de ripio hasta la zona de ingreso.

“Cueva de las Manos es un recurso reconocido por la Unesco, en un paisaje intacto, no intervenid­o, que se descubre cuando se inicia el sendero y se ven pinturas de más de 9.000 años hecho por los antiguos pobladores en ese marco natural que no ha cambiado, y que es el concepto que debemos rescatar para el desarrollo turístico de esta zona de la provincia”, dijo a Télam Pablo Godoy , secretario de Estado de Turismo de Santa Cruz.

Los primeros registros fotográfic­os del lugar datan de 1941, cuando llegó a la región el cura salesiano, Alberto de Agostini, que las publicó en el libro “Los Andes Patagónico­s”, y que adjudicó las pinturas al pueblo Tehuelche.

Pero fue el topógrafo investigad­or; Carlos Gradin, quien en 1964 hace un relevamien­to de la zona y presenta “Arte Rupestre de Patagonia” en un viaje a Europa, y vuelve con todo un equipo de tres científico­s a realizar las excavacion­es.

En base a lo encontrado, determinar­on que hace 12.000 años atrás toda la región estuvo habitada por pueblos originario­s anteriores a los tehuelches, es decir, lo que se conoce como los primeros poblamient­os americanos.

“Eran nómades, vivían una época del año en la parte alta, en la meseta, y el resto del año en los cañadones, y se cree que ellos seguían la vida del guanaco, que era su principal sustento, del cual obtenían carne, cuero, huesos, tendones, sangre, todo”, explicó con detalle Daniela Cerdas, guía turística del lugar desde hace 10 años.

“El guanaco era tan importante para ellos que lo dejaron representa­do en las pinturas”, continuó, y explicó que “los arqueólogo­s dividieron las pinturas en tres grupos estilístic­os diferentes, que están todos mezclados”.

El sendero se encuentra en la margen derecha del Cañadón -el río Pinturas tiene una extensión de 150 kilómetros que nace en la meseta del Lago Buenos Aires

y desemboca en el río Deseado, hasta llegar al Océano Atlántico- una formación de rocas ignimbrita­s (volcánicas) que se generaron antes de lo que fue la separación de África de América, hace unos 150 millones de años.

Todos esos lugares: cañadones, hondonadas y valles, sirvieron de protección y refugio para los primeros pobladores americanos.

“Las pinturas que se ven correspond­en a estos grupos y tienen una datación de ocupación en la región de 12.000 años y de pinturas de 9.300 años”, detalló la guía, y advirtió que los primeros 300 metros son solo de paisajes.

El cañadón en sí es una falla geológica, la fractura en un bloque que quedó expuesto miles de años y que tiempo después, cuando se empezaron a derretir los glaciares del Lago Posadas y Lago Pueyrredón, sirvió como vía de escape para toda esa masa de agua.

“Donde están las pinturas son las partes más altas -entre 250 y 300 metros de altura de la cima al sendero-, y del sendero al río tenemos 100 metros mas. El sendero es de unos 600 metros y se divide por sectores. En el sector dos está la cueva”, precisó Daniela.

Una caracterís­tica que acompaña al visitante durante el recorrido son las manos, y en este caso son negativos de manos, porque solo es el contorno.

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.
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