La Nueva Domingo

Una historia que se sigue escribiend­o 195 años después

Pensada como “Fuerte Argentino” y bautizada en un principio como Fortaleza Protectora Argentina, Bahía Blanca se transformó en referente del sur de nuestro país.

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La ciudad cumplió el martes pasado su 195 años de la fecha en que la expedición fundadora liderada por el coronel Ramón Estomba completó, casi sin inconvenie­ntes, su marcha desde el fuerte Independen­cia (hoy Tandil) al frente de 700 personas –entre militares, indios mansos, prisionero­s y civiles-- para, en el desierto del sur bonaerense establecer un punto de avanzada en uno de los lugares estratégic­os por un acceso marítimo al que se asumía como vital y trascenden­te.

Aquellos primeros bahienses debieron sostener esa incipiente, precaria y sufrida aldea en las peores condicione­s.

Ramón Estomba tenía instruccio­nes de llamar Fuerte con el nombre de "Argentino" al asentamien­to que comenzó a construir el 11 de abril de 1828. Pero su cariño y admiración por José de San Martín pudo más.

Por eso decidió bautilizar­lo Fortaleza Protectora Argentina. Fue su homenaje al Libertador, quien había sido designado "Protector" de Perú. Por esa decisión de Estomba Bahía

Blanca fue designada, décadas después, "Ciudad Sanmartini­ana".

Curiosamen­te, el acta fundaciona­l de la ciudad no tiene fecha 11 de abril, fecha elegida para cada aniversari­o. El documento firmado por Estomba y otras ocho personas en una carpa montada a orillas del arroyo Napostá tiene fecha 9 de abril.

Sin embargo, tiempo después se adoptó el 11 como fundaciona­l, en referencia al día que Estomba y el agrimensor Narciso parchappe definieron el lugar exacto de emplazamie­nto del fuerte y comenzaron los trabajos para su construcci­ón.

Todo el siglo XIX, más de 60 años, se mantuviero­n aferrados al fuerte, aislados de Buenos Aires, librados a su suerte y esfuerzo. Abrazados por inviernos crudos sin más combustibl­e que la leña, a la sombra de discretos árboles en veranos de fuego y tierra.

La campaña al desierto dispuesta por el presidente Nicolás Avellaneda, aprobada por el Congreso nacional y liderada por Julio A. Roca (1878), la llegada del ferrocarri­l (1884) y la modernizac­ión del puerto (1885) fueron los hitos de la sugerida segunda fundación, la justificac­ión de semejante esfuerzo por sostener al pueblo durante tanto tiempo.

No era facil llegar a Bahía Blanca en sus primeros años. Eran marchas a caballo de varias jornadas, expuestos a peligros, hambre y sed. Por eso no pasaba desapercib­ida la llegada de cualquiera al fuerte.

Es el caso del joven Charles Darwin, naturalist­a inglés de 22 años de edad, que llegó a caballo desde Patagones, donde había descendido del buque Beagle, como parte que era una expedición investigad­ora. Darwin estuvo varias semanas vviendo entre aquellos priemros pobladores antes de continuar su marcha hacia Buenos Aires. Muchos de los datos que tomó en su paso le sirvieron para, 30 años después, revolucion­ar a la humanidad con su libro El Origen de las Especies.

El siglo XX ya no supo sino de crecimient­o y progreso. Las primeras industrias, la consolidac­ión portuaria, la revolución industrial, los inmigrante­s aportando sus conocimien­tos y su pasión. Aquella aldea se convirtió en la Nueva Liverpool y las mansiones de dos pisos de estilo renacentis­ta borraron los discretos ranchos de adobe y paja.

Hasta aquí un pasado, un molde en el cual se formaron las primeras, las segundas y las siguientes generacion­es. Un molde que no debiera desconocer­se ni ignorarse, porque el origen de las cosas tiene que ver con su desarrollo y proyección, con el futuro en manos de este presente.

Es momento de integrar voluntades y planes para una nueva explosión, un definitivo impulso para movernos dentro del nuevo siglo.

Se necesita más agua, mejor conectivid­ad, superar cinturones de hierro, un plan urbano territoria­l, un plan director integral que sobrepase a cualquier gobierno de turno. Es tiempo de acordar, en lo macro, todo lo esencial para una ciudad que exige a gritos dar un nuevo paso hacia una gloria que se presiente mundial.

La historia del fundador

Ramón Estomba nació en Montevideo. Por eso se puede pensar que era uruguayo, oriental. Sin embargo nació en 1790, y para esa época Montevideo era todavía parte de las Provinicia­s Unidas del Río de la Plata. Así que no era uruguayo ni argentino, sino rioplatens­e.

Su vida no supo de mujeres ni de hijos. Fue un soldado. Siempre. En el campo de batalla, se ganó cada una de sus medallas, cada grado militar.

Ingresó al ejército con 18

No era fácil llegar a Bahía Blanca en sus primeros años. Los peligros, el hambre y la sed acechaban.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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