La Nueva Domingo

El porqué del nombre

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poró en los últimos años al Regimiento es el caballo Cuarto de Milla, que es de origen estadounid­ense y se distingue por “la fortaleza física y por ser muy dócil”, indicó Diego Orazi, presidente de la Asociación de Criadores Argentinos de Caballos Cuarto de Milla.

Durante la visita al Regimiento, Télam también recorrió los jardines sobre la Avenida Luis María Campos.

Allí, Mercurio, un caballo de pelaje alazán de color marrón rojizo caminaba montado por un granadero que, con suaves silbidos y tirando de las riendas, le indicaba el camino hasta el monumento que homenajea a todos los equinos del Regimiento y reza “¡La Patria se hizo a caballo!”.

Al pie de la escultura de un caballo, Mercurio, de carácter tranquilo, jugaba masticando el freno y posaba para las fotos que acompañan esta nota.

Vestido con la montura de gala, llevaba alrededor de su cabeza galones enchapados en bronce que son lustrados antes de cada desfile.

Sin embargo, unos minutos después empezó a “manotear” golpeando una de sus patas delanteras contra el suelo, como si es- carbara la tierra, en señal de protesta.

“Ya quiere almorzar”, indicó el granadero.

Es que los animales tienen tanta buena memoria que, cuando llega la hora, “se desesperan por ir a comer”, agregó.

Los caballos comen diariament­e cuatro kilos de pasto divididos en tres raciones y cuatro kilos de avena.

Respecto de cómo se entrenan para desfilar por la ciudad, el teniente Molinari indicó que cada semana realizan “prácticas de galas montadas” y todos los días los caballos caminan 40 minutos por la pista de arena o recorren el cuartel para evitar cólicos y otros problemas de salud.

Los granaderos aseguraron que para dirigir al caballo por la ciudad el truco está en el manejo del jinete.

Consultado­s si alguna vez un animal se descontrol­ó durante un desfile, Molinari contó que “nunca pasó algo grave más que una caída del caballo”.

“En la apertura del Congreso por momentos se descontrol­an porque está la multitud con tambores, papelitos, bocinazos o fuegos artificial­es y eso asusta al caballo. Ahí ya depende puramente del jinete porque el caballo siente lo que uno le transmite”, señaló.

Para Molinari, la experienci­a del desfile es única y relató: “El reconocimi­ento de la gente cuando uno sale del cuartel es una sensación increíble porque uno se remonta a la época donde estaban los primeros granaderos. Hoy el reconocimi­ento es por lo que ellos obtuvieron, entonces nosotros tenemos que mantener el legado sanmartini­ano tanto en la ceremonia como en el día a día”.

Es justamente en el día a día donde unos 750 efectivos trabajan en el cuartel para que cada vez que se los necesite todo esté listo para servir a la Patria.

Los Granaderos a Caballo nunca arrojaron granadas, pero... ¿por qué José de San Martín los nombró así?

San Martín eligió ese nombre como sinónimo de valentía, capacidad y arrojo, no porque arrojaran granadas, sino porque eran un cuerpo de élite, los verdaderos elegidos de la guerra.

Fue el general quien organizó, disciplinó y condujo al regimiento. Dice Bartolomé Mitre “El primer escuadrón de granaderos a caballo fue la escuela rudimental en que se educó una generación de héroes. En este molde se basó un nuevo tipo de soldado animado de un nuevo espíritu, como hizo Cromwell en la revolución de Inglaterra, empezando por un regimiento para crear el tipo de un ejército y nervio de una situación. Bajo una disciplina austera que no anonadaba la energía individual y más bien la retemplaba, San Martín formó soldado por soldado, oficial por oficial, apasionánd­olos con el deber, y les inoculó ese fanatismo frío del coraje, que se considera invencible y es el secreto de vencer. Los medios sencillos y originales de que se valió para alcanzar este resultado, muestran que sabía gobernar con igual pulso y maestría espadas y voluntades”.

Los animales llegan al Regimiento alrededor de los 4 años y pasan por un período de adaptación para que el granadero pueda montarlos.

Los caballos del regimiento comen diariament­e cuatro kilos de pasto divididos en tres raciones y cuatro kilos de avena.

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