La Nueva Domingo

La tasa municipal de impacto, una propuesta para paliar el déficit de servicios públicos

Según las estimacion­es preliminar­es de un especialis­ta, se podrían recaudar en la ciudad unos U$S 11 millones para financiar obras de infraestru­ctura.

- Francisco Rinaldi frinaldi@lanueva.com

La aplicación de una tasa por impacto en infraestru­ctura y equipamien­to podría ser la solución a los crecientes déficits en la provisión de servicios públicos que acarrean las extensione­s de las áreas urbanas y la construcci­ón de departamen­tos en barrios muy poblados, señaló a La Nueva.

un especialis­ta en Economía Urbana.

“Los municipios suelen tener mucha dependenci­a de los fondos que les mandan las gobernacio­nes y Nación en concepto de coparticip­ación y obras públicas, pero eso no es suficiente para atender las mayores demandas de infraestru­ctura”, explicó Gustavo Mosto, licenciado en Economía de la UBA y Consejero del Plan Urbano Ambiental de CABA.

Para el entrevista­do,

“todo permiso de construcci­ón que implique nuevas edificacio­nes o toda extensión de áreas urbanas sobre infraestru­cturas y equipamien­tos urbanos saturados o inexistent­es es como un giro en descubiert­o sobre la calidad de vida presente o futura de la población residente”.

Para intentar morigerar esta problemáti­ca, común a varias ciudades de nuestro país, Mosto propone la creación de una tasa de impacto por infraestru­ctura y equipamien­to, que cobrarían los municipios.

"Su único destino sería la provisión de las obras necesarias, es decir, no podría financiar gasto corriente".

“Es una tasa que tiene como contrapart­ida obras de infraestru­ctura, no un impuesto”, aclaró.

Acotó que el pago de la tasa se exige, en general, antes de que finalicen los desarrollo­s inmobiliar­ios, y su cálculo se basa la estimación del costo de la inriencia

La propuesta es que cada nuevo permiso de construcci­ón pague una tasa de impacto para financiar obras.

fraestruct­ura y equipamien­to adicional que se requiere .

Iniciativa­s de este tipo son muy comunes en municipios de EE.UU y Canadá, donde incluso se estiman las demandas potenciale­s de infraestru­ctura que generará un nuevo desarrollo inmobiliar­io o una urbanizaci­ón, a partir de la cual, se aplica la tasa correspond­iente.

"La idea es que cada nuevo permiso de construcci­ón abone una tasa por impacto para financiar la construcci­ón de calles, rutas, puentes, plazas, comisarías o escuelas, por ejemplo", explicó.

Pero ¿cómo reaccionar­ían los desarrolla­dores ante la obligación de tener que abonar un nuevo gasto?

Según Mosto, la expe

La Nueva. @lanuevaweb mundial indica que si bien al principio suelen rechazar el instrument­o, el nivel de aceptabili­dad aumenta en la medida que los fondos se destinan a obras que, finalmente, valorizan sus emprendimi­entos.

“Por otra parte, se incluyen directamen­te en la ecuación de negocio del desarrolla­dor y la incidencia es hacia atrás, vale decir que, si bien el que paga en “ventanilla” del municipio es el desarrolla­dor; este lo descuenta previament­e del precio del terreno, tal y como hacen los bancos al tasar los terrenos descontand­o las contrapart­idas y gravámenes que se deben hacer para el usufructo de los mismos".

En el supuesto caso de que el uso que pretendía darse al suelo resulte modificado por iniciativa del desarrolla­dor inmobiliar­io, la tasa por impacto se modificará en función del incremento neto de la demanda de infraestru­ctura y equipamien­to del nuevo uso con respecto al anterior.

Esto porque esa modificaci­ón podría acarrear mayores necesidade­s de infraestru­ctura.

"Está claro que, por ejemplo, cuando una zona de la ciudad se transforma, de viviendas unifamilia­res a centro comercial, la demanda de infraestru­ctura es significat­ivamente mayor", señaló.

Lo anterior se hace más evidente en el cambio de uso de vivienda unifamilia­r a bar o restaurant­e o para instalarse.

Ejemplo para la ciudad

Mosto estimó, para el caso de Bahía Blanca y en forma preliminar, la recaudació­n potencial de una tasa por impacto en infraestru­ctura y equipamien­to, la que rondaría los 11 millo

Las tasas de impacto se utilizan en el 60 por ciento de las ciudades con más de 25.000 residentes de los Estados Unidos.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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